• jueves, 18 de abril de 2024
  • Actualizado 20:28

Opinión / Periodista y analista político.

Cualquier cosa puede pasar de aquí al 20-D

Por Pedro Calvo Hernando

La impresión que saca uno tras el debate de Atresmedia es que las cosas no han cambiado sustancialmente pero que se han definido un poco más. 

En todo caso, nada han aclarado los intervinientes sobre la esencial pregunta en torno a los pactos poselectorales que serán absolutamente necesarios si se quiere tener un Gobierno y no sumir al país en la incertidumbre y la parálisis. Porque lo del tripartito anti PP sobre el que alertan los de Rajoy no tiene al parecer demasiado fundamento, aunque mucho dependerá de los resultados concretos del 20-D y de la matemática parlamentaria resultante. Bien puede decirse que a semana y media del día de las elecciones estamos en ascuas y ante la posibilidad de que cualquier cosa sea posible y en los días que faltan suceda algo inverosímil que lo ponga todo patas arriba.

El debate fue apasionante en cualquier caso y su organización un prodigio de inteligencia política y periodística, sobresaliendo esos dos estupendos profesionales que son Ana Pastor y Vicente Vallés. También es cierto que el debate ha sido el mejor en la historia de las campañas electorales de la democracia española. También es verdad que los cuatro participantes estuvieron a una altura suficiente, aunque con notables diferencias entre ellos, y que la expectación e interés públicos batieron todos los récords.

Soraya Sáenz de Santamaría lo tenía muy difícil, se mire desde donde se mire, sobre todo en el tema de la corrupción, en la que, estando ella limpia, tuvo que hacer esfuerzos titánicos para defender a su partido y a su todavía presidente. Pedro Sánchez no encontró el punto y volvió a provocar las risas conmiserativas del líder de Podemos, sin tener esta vez la habilidad de sacarle el jugo al sustancial papel del PSOE en el establecimiento en España del Estado de Bienestar y de las libertades democráticas. Albert Rivera esta vez estuvo muy nervioso y más inconcreto que nunca sobre lo que piensa hacer en función del resultado electoral del día 20, quizá aterrado ante la eventualidad de verse obligado a apuntalar al PP o incluso a entrar en coalición con el mismo en el Gobierno.

Pablo Iglesias demostró una vez más ser el líder más fresco, original e inteligente, pese a que tampoco esta vez ha sido capaz de explicar esos cambios moderativos a lo largo de los dos años de su vida política. Y ninguno de los cuatro supo cómo convencer a la ciudadanía de las razones objetivas para que les voten en las urnas. Y qué decir de la profusión de encuestas y sondeos electorales, aparte de que a no pocas se les nota demasiado el tufillo partidista. Pues que quizá esta vez chocan con la situación más difícil, que exigiría dotes de adivinación. Y me parece que hasta tanto no llegamos.


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