Pamplona ha despedido estos días a un rincón muy especial que durante más de seis años ha sido lugar de encuentro, tertulia y buenos momentos. Allí se han compartido cafés, dulces y conversaciones al sol de su terraza, en un ambiente que muchos describían como un auténtico refugio.
Está muy cerca de otros establecimientos que hemos conocido de comercio local, como la tienda FlorEsther en la calle Abejeras que está en traspaso o la pescadería de los hermanos Arlegui en pleno barrio de Iturrama.
Al frente del proyecto ha estado Carla Barazarte, una mujer venezolana que llegó a la capital navarra hace trece años y que se ha sentido siempre acogida. Ella misma reconocía que “los vecinos se han portado súper bien. Nos sentimos el patio trasero de los vecinos, como su casa. Los clientes vienen, se sientan sin molestar como si estuvieran en el salón de su casa. Te ayudan a recoger las cosas y es una sensación muy agradable”.
Con esa filosofía de cercanía y hospitalidad, Barazarte levantó un espacio que buscaba ser distinto, cuidado en los detalles y con un aire delicado que invitaba a leer la prensa, hojear revistas o escuchar música en calma.
“Lo que buscábamos era distinguirnos, ser diferentes en la decoración, algo hermoso, con delicadeza. Que esto fuese un refugio para las personas en un sitio agradable. Hemos logrado un poquito lo que queríamos”, confesaba con orgullo.
Ese lugar se llamó Mi Pequeña Venezia y estuvo situado en la calle Abejeras 20, en el barrio de Iturrama. Una cafetería con bistrot y dulcería, con sabor venezolano, que conservó el logotipo original del negocio familiar e introdujo una propuesta adaptada a los gustos locales.
“Abrir el café en Pamplona fue idea de mi madre. Quería adaptar lo que teníamos allí a aquí. Los niveles de azúcar en Venezuela son más altos y aquí no hubiesen calado esos mismos dulces”, contaba en mayo de 2022.
El local llevaba varios meses en traspaso hasta que finalmente su propietaria anunció el cierre definitivo. Lo hizo a través de un mensaje en redes sociales que destilaba gratitud: “Querida familia, hace una semana hemos cerrado una etapa en este camino particular que se inició un 6 de junio. Seis años y cuatro meses para ser exactos, que nos permitieron conocernos, estrechar lazos y crecer cada día con cada uno que se sumaba a esta extraña familia”.
Barazarte subrayó el esfuerzo diario que había detrás de su proyecto. “Ya sabéis el cariño y empeño que había cada día por sorprenderlos, atenderlos y ofreceros lo mejor en este Café Bistrot llamado Mi Pequeña Venezia. Quiero que sepan que me voy orgullosa y tranquila por todo lo aprendido y vivido. Era un cambio que necesitaba dar, para seguir adelante con mi proyecto de vida”.
En su despedida, quiso dedicar unas palabras a los clientes que llenaron de vida el café durante todo este tiempo. “No me queda nada más que daros las gracias por encender la magia de este espacio cada vez que nos regalaban su presencia. Ustedes son los que han hecho posible cada proyecto, cada loca idea, cada sueño. Han sido el motor que mantenía viva esa llama de la creación”.
Y concluyó con un mensaje que recoge la esencia de estos seis años largos en Iturrama: “Me quedo con todas las sonrisas y los buenos momentos vividos. Con sus caras, sus nombres, sus historias y sobre todo con el cariño que me habéis hecho sentir. Me habéis hecho sentir muy querida y eso es lo más bonito que ha podido pasar. Espero que ustedes también atesoren este rincón especial que ya no está más que en nuestra memoria. ¡Gracias por dejarse sorprender! ¡Hasta siempre!”.
