El escaparate ya lo anuncia: liquidación total. Los carteles, visibles desde hace unos días, avisan de que todo el género está al 50% y que solo se podrá comprar hasta el 30 de junio en Pamplona. Dentro, estanterías bien ordenadas, perchas con ropa elegante y vitrinas que aún muestran con mimo los vestidos de ceremonia. El interior no deja entrever la inminente despedida, pero el cierre es definitivo.
No es un comercio cualquiera. Esta tienda ha acompañado a varias generaciones de familias pamplonesas en un barrio de la capital navarra. Primero vistió a los hijos, luego a los nietos. Incluso, muchos de esos abuelos actuales fueron los primeros en cruzar la puerta cuando eran jóvenes matrimonios recién llegados a un nuevo barrio que por entonces apenas estaba urbanizado.
El comercio abrió cuando Iturrama no era más que un puñado de calles nuevas. Sus fundadores, un matrimonio que apostó por emprender cuando apenas había servicios, entendieron que allí había futuro.
El barrio creció. Las promociones de viviendas se sucedieron, llegaron más vecinos, más tráfico y más vida. En paralelo, también creció el negocio, que pasó de su primer local en el grupo Rinaldi a uno más céntrico en la calle Iñigo Arista, antes de instalarse definitivamente en su ubicación actual, donde ha permanecido durante 38 años.
El total de vida del comercio alcanza los más de 40 años, desde que los fundadores, José Prieto Elso y Mª Ángeles Rocafort Lozano, decidieron abrir sus puertas.
La tienda, que ha ofrecido ropa de 0 a 16 años, ha sabido ganarse a una clientela fiel. Su especialización en ropa de calidad, tanto para diario como para ocasiones especiales, ha sido una de sus señas de identidad.
Muchos han acudido buscando vestidos de comunión o conjuntos de ceremonia, para lo que era necesario pedir cita previa. Quienes entraban, encontraban una atención personalizada, con un equipo que conocía al detalle los gustos del barrio.
Más allá de la calidad del producto, el comercio ha sobrevivido por otros motivos. El primero, la confianza de una clientela que ha regresado una y otra vez, incluso cuando sus hijos ya eran adolescentes. El segundo, la buena accesibilidad del entorno: el hecho de que haya plazas de aparcamiento ha facilitado la llegada de familias desde la comarca de Pamplona.
Y el tercero, un fenómeno que se ha acentuado en los últimos años: los hijos de los primeros vecinos han empezado a regresar a Iturrama. Lo que antes era un barrio joven vuelve a llenarse de vida familiar.
Las reseñas de los clientes hablan de una “tienda de barrio con historia”, en la que se valora tanto el trato amable como el hecho de que “la ropa es como la de antes”. Otros destacan que, aunque no sea una tienda barata, la calidad y el servicio merecen la pena.
Ahora, todo debe desaparecer. Después de cuatro décadas de actividad, Rocafort Niños, en el número 31 de la calle Serafín Olave, ha comenzado la cuenta atrás para bajar la persiana. Hasta el 30 de junio, todo su género está rebajado al 50%. Será la última oportunidad para entrar en una de esas tiendas que ya forman parte de la memoria comercial de Pamplona.
