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Blog / El espejo de la historia

'Je t'aime... moi non plus'

Por Javier Aliaga

Hace 50 años, la canción 'Je t'aime... moi non plus' escandalizó a medio mundo y fue prohibida en varios países, entre ellos, la España de Franco.

Jane Birkin y Serge Gainsbourgh eran pareja cuando interpretaron la icónica canción en 1969 ARCHIVO
Jane Birkin y Serge Gainsbourgh eran pareja cuando interpretaron la icónica canción en 1969 ARCHIVO

En 1969, el mercado discográfico escandalizó a medio mundo con el lanzamiento de la canción calificada como la más erótica de todos los tiempos: Je t’aime… moi non plus (Te amo… yo tampoco). El título era una gracieta lingüística similar a la que había utilizado Salvador Dalí el 11 de noviembre de 1951, en una conferencia con el tema Picasso y yo en el Teatro María Guerrero de Madrid.

La charla del excéntrico pintor despertó, en plena autarquía franquista, una expectación enorme. El teatro estaba atiborrado de público; hubo momentos de confusión, el conferenciante se retrasó 45 minutos, los que se quedaron en el exterior intentaron forzar las puertas para entrar, a punto estuvo de suspenderse el acto. Para los asistentes, la demora mereció la pena, Dalí no defraudó.

Apuntes utilizados por Dalí en la conferencia del María Guerrero en 1951. ARCHIVO

Al inicio de su disertación, manifestó: "Picasso es español. Yo también. Picasso es un genio. Yo también… Picasso es conocido en todos los países del mundo. Yo también. Picasso es comunista. Yo tampoco". El público, entre risas, le dedicó una gran ovación. Es claro que el orador, como luego aclaró, utilizó la pirueta idiomática para poner en evidencia la contradicción de un Picasso millonario afiliado al Partido Comunista. Para terminar, propuso enviar un telegrama al autor del Guernica para que abdicase del comunismo y volviese al espíritu inmortal de España.

Aquel acto, organizado por Fraga Iribarne dentro del marco de la Bienal Hispanoamericana de Arte, tenía también el objetivo político de publicitar el apoyo de Dalí al régimen, que lo hizo en estos términos: "Antes de Franco, cada político y cada nuevo Gobierno no hacían otra cosa que venir a aumentar la confusión, la mentira y el desorden de España. Franco rompe violentamente con esta falsa tradición, instaurando claridad, la verdad y el orden en el país y en los momentos más anárquicos del mundo. A mí me parece originalísimo".

Transcurrieron 18 años desde aquella conferencia hasta el lanzamiento de la polémica canción, cuyo compositor y autor de la letra, Serge Gainsbourg, rememoró el moi non plus daliniano como un guiño al pintor. El vínculo entre ambos venía de años antes. Gainsbourg, en su juventud, cuando se llamaba Lucien Ginsburg, acudía a un piso en la rue de l’Université de París, propiedad de Dalí, aprovechando su estancia en EE UU, donde tenía los encuentros sexuales con su novia Elisabeth Lévitzky.

1969 fue proclamado año erótico, por la coincidencia de los dos últimos dígitos y el lanzamiento de la polémica canción, que simula una relación sexual grabada a dúo entre su compositor y la joven inglesa Jane Birkin. En realidad, fue el segundo intento de comercializar la canción; dos años antes, había grabado el mismo tema con su amante del momento, Brigitte Bardot, la cual estaba casada con el millonario Gunter Sachs. La versión con la Bardot llegó a sonar en Europe 1 hasta que el deshonrado marido impidió su radiodifusión frustrando su comercialización.

Muy por el contrario, el éxito de la segunda versión fue fulgurante, sobre todo cuando L'Osservatore Romano, órgano oficial del Vaticano, propuso boicotearla afirmando que: "la popularidad de esta canción confirma el nivel de estupidez que nos ha llevado el tipo actual de cultura de masas". A partir de entonces, las ventas fueron imparables; llegaron a venderse más de un millón de copias. Gainsbourg siempre reconoció que el mejor agente publicitario había sido "sin duda el Vaticano".

Las emisoras italianas, siguiendo las directrices eclesiásticas, prohibieron su radiodifusión. Posteriormente, se sumó Suecia y, seguidamente, España, en donde el Ministerio de Información y Turismo comunicó la apertura de expediente a la discográfica Fontana y a Fonogram, S.A. "por incumplimiento… en materia de publicación y distribución de discos… se ha prohibido su difusión y retirada de todos los ejemplares… se dará cuenta al Ministerio Fiscal, a efectos de determinar las responsabilidades penales… por la difusión de un disco de contenido pornográfico".

También fue proscrita en otros países como Portugal, Holanda y Brasil. El sabor de lo prohibido fue un aliciente irrefrenable, ya que, cuanto más se prohibía, más se vendía. En Francia, se calificó de pornografía, obligando a poner una etiqueta que impedía la venta a menores; no se podía emitir en televisión, y en radio tan solo en horas nocturnas. En el Reino Unido, fue la primera vez que un disco en idioma diferente al inglés alcanzó el primer puesto de ventas.

A pesar de la restricción, las discotecas españolas (boites) desafiaban a la autoridad poniendo el Je t’aime… moi non plus para el agarrao en el repertorio lento. Para los reprimidos españoles por la dictadura, cruzar la frontera francesa para comprar el disco en 45 rpm se convirtió en una más de las actividades de desquite, como jugar en el casino, ver desnudos femeninos en películas y comprar revistas con algo más de lo mismo.

Han pasado 50 años; es de reconocer que la canción de Gainsbourg ha formado parte de la revolución sexual de los años 60. En todo este tiempo, su carga erótica no ha disminuido. Sin embargo, habría que tener en cuenta que el autor siempre jugó con dobles sentidos en sus composiciones, y esta no debiera ser una excepción. La voz femenina de Birkin repite hasta tres veces: je t’aime; él, inflexible, contesta una vez moi non plus. Esta situación se repite por cuatro veces a lo largo del tema.

¿Por qué él no contesta con un académico moi aussi (yo también)? En mi opinión, hay dos posibles razones para tan paradójica respuesta, y en las dos el sexo se impone sobre cualquier sentimiento. La primera, él pone en duda la sinceridad de ella, de la misma forma que Dalí no creía que Picasso fuese comunista. La segunda, la más probable: la contestación destila tufo machista; hay que ser muy macho para que le digan doce veces je t’aime y el tío salga por peteneras con moi non plus.

En cualquier caso, el tiempo nos hace cambiar la percepción de las cosas. Lo que hace medio siglo, por las prohibiciones, se veía como soez y pornográfico, hoy podemos verlo como un obstinado machismo.

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