• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión /

Navarra no puede tolerar más restricciones de Chivite con datos tergiversados

Por Editorial

El Gobierno de Navarra utiliza de manera fraudulenta los datos de contagios y la incidencia sin tener en cuenta el avance de la vacunación y la ocupación hospitalaria. 

EFE/ Jesús Diges

El Gobierno de Navarra, que preside María Chivite con el apoyo de EH Bildu, prosigue en su intención de limitar los derechos fundamentales de los ciudadanos navarros con nuevas restricciones, a pesar de que los momentos de mayor gravedad de la crisis sanitaria del coronavirus han quedado atrás.

La socialista se muestra ávida y necesitada de seguir imponiendo su totalitarismo ante los ciudadanos, ahora gracias a la información incompleta y en algunos casos tergiversada que ofrece el propio Ejecutivo sobre la influencia de la Covid en Navarra. 

A pesar de que el TSJN no autorizó el nuevo un toque de queda en la Comunidad foral, el vicepresidente Remírez volvió a ofrecer su dosis semanal de moralina para asegurar que volverán a la carga y presentarán una nueva Orden Foral para intentar encerrar a todo el mundo en casa bajo el pretexto de que la policía no puede controlar los botellones y así matar moscas a cañonazos.  

La presidenta Chivite, que organizaba comidas en el Palacio de Navarra en el pico de la pandemia cuando el resto de ciudadanos tenían prohibidas las comidas en grupo y toda la hostelería estaba cerrada, se resiste a no poder controlar la vida de los navarros y utiliza a su antojo y de manera manipulada los datos del coronavirus. 

Año y medio después del inicio de la pandemia, el departamento de Salud ofrece una información incompleta y voluntariamente sesgada sobre la situación del virus, hasta el punto de que apenas aporta un par de datos diarios, sin tener en cuenta que la situación ha cambiado desde marzo de 2020 y que ahora los contagios y la incidencia no pueden ser, en ningún caso, la vara de medir y lo que lleve a tomar decisiones. 

El Ejecutivo foral no aporta la información pormenorizada sobre la edad de los contagiados, ni sin están vacunados.. Más grave es en el caso de los ingresados en hospitales, sobre los que no informa ni se conoce si se trata de personas que renunciaron a la vacuna, cuál es su edad o si han recibido ya alguna dosis. Por supuesto, ya no no contempla el porcentaje de ocupación hospitalaria y de las UCIs, datos que antes servían para medir la gravedad de la situación y que ahora, sorprendentemente, han sido borrados del mapa en las argumentaciones ante los jueces. 

Lo cierto es que mientras el propio Gobierno de Navarra confirma que el 60% de la población navarra ha recibido la pauta completa, entre los que se incluyen ya la mayoría de personas mayores de 50 años, el propio Gobierno alarma a diario con los datos de la incidencia, sin contextualizar que los contagios apenas tienen ya reflejo en la gravedad de los ingresos y mucho menos en las muertes, con sólo un fallecido en el último mes en la Comunidad foral. 

Caso aparte deberían tener en las estadísticas oficiales las personas que han renunciado de manera voluntaria a la vacuna, pues no pueden ya condicionar ni los porcentajes ni las restricciones que el Gobierno pueda tomar, pues es imposible acomodar esos datos a la libertad que se merecen todos los ciudadanos que de manera responsable han optado por recibir las dosis de la vacuna. ¿Para qué se ha vacunado tanta gente si se quieren imponer las mismas medidas que cuando no había antídoto?

Quien haya decidido no vacunarse será debidamente atendido en los hospitales en caso de necesitarlo, pero no puede ya influir en la mayoría vacunada. La renuncia a ser vacunado crece de manera constante de manera inversa a la edad y más de un 20% de navarros menores de 50 años no han acudido a ponérsela. Esta decisión es personal y respetable, pero mientras no colapse los hospitales, algo que ya parece complicado, es una realidad con la que tendremos que vivir y aceptar, como con cualquier otra enfermedad, pero sin martillearnos a diario. 

Por este motivo, urge que el Gobierno de Navarra separe en los datos diarios de infectados y hospitalizados entre vacunados y no vacunados para entender con criterio y sentido común la situación real y el escenario al que nos enfrentamos. Otra cosa es que se persiga confundir con cualquier objetivo espurio, como seguir recortando libertades. 

El propio informe epidemiológico ofrecido semanalmente por el Gobierno de Navarra desmonta la trama despótica que Chivite, Remírez e Induráin quieren mantener en Navarra en base a datos que no sirven para medir el impacto del virus en la sociedad, como son el número de contagios y la incidencia acumulada. 

Este miércoles, por poner un ejemplo sencillo, el Gobierno de Navarra titulaba su principal nota de prensa sobre el tema alertando de que los casos de Covid-19 "aumentaron la semana pasada un 51% respecto a la precedente". 

Se trata de un enfoque perverso y malintencionado en el que muchos medios hemos caído, destinado a mantener el miedo y temor en la sociedad y justificar así las absurdas medidas que Chivite quiere prolongar, hasta el punto de volver a imponer un toque de queda, que como ya dijimos en otro momento, es algo ya más propio de otros tiempos, varias décadas atrás

Junto a todo esto, hay que recordar que Navarra se mantiene como la comunidad que más pruebas PCR efectúa y que, como dijo la propia Chivite, "quién busca encuentra". La diferencia sustancial con respecto a la época pre-vacunas es que antes los contagios y la incidencia se traducían en pocos días en ingresos muy graves y fallecidos, mientras que ahora, los contagios y la incidencia se traducen en ningún fallecido y en pocos ingresos, la mayoría de ellos de personas sin vacunar, muchas voluntariamente. 

Cuando Sánchez dio por terminado el toque de queda a principios de mayo, la tasa de hospitalización era casi el doble que ahora y la vacunación no llegaba al 20%. Ahora mismo, las vacunas previenen la hospitalización en un 92% en Navarra, algo inimaginable ni siquiera hace unos meses. 

El porcentaje de ingreso hospitalario por infectados se ha desplomado, lo mismo que el porcentaje de casos graves que acarrean UCI o muerte en Navarra, algo que va a seguir mejorando en las próximas semanas. La vacunación sigue su ritmo, aunque el Gobierno de Navarra debería preocuparse más por el llamativo descenso del número de dosis recibidas. 

De los últimos casos de coronavirus notificados en España, porcentaje muy similar en la Comunidad foral, el 83% corresponde a personas sin vacunar, un 11,4% a personas con una sola dosis y un 5% a personas con la pauta completa. 

En Navarra, la alta incidencia de Covid se centra en los menores de 25 años, grupo de edad que ya está recibiendo la vacuna y que, afortunadamente, tiene una tasa de enfermedad grave muy baja.

Después de esta avalancha de datos optimistas y positivos, que todavía van a mejorar mucho más durante las próximas semanas, ¿Cuál es el interés real de María Chivite y su gobierno de imponer todavía más restricciones? ¿Por qué un toque de queda nocturno? ¿No puede la policía vigilar los botellones? ¿No están preparados todos los cuerpos policiales para controlar a los grupos de jóvenes? ¿A qué se debe la insistencia del Gobierno en alarmar a diario con los infectados y la incidencia que no guardan ya relación con la situación hospitalaria?

La gestión de la pandemia ha sido nefasta en Navarra durante todas sus etapas, desde la incitación a acudir a eventos masivos cuando el virus ya estaba con nosotros, pasando por la recomendación de no utilizar mascarillas y burlarse de las personas que las portaban en pleno pico de la crisis sanitaria o el denunciable desaprovechamiento de vacunas que se tiraban a la basura cuando más falta hacían. 

Navarra ha sido en todas las olas del Covid en España protagonista negativa, con una dirección sin rumbo llena de vaivenes e improvisaciones, con ocultación de datos, con mayores sin ingresar en la UCI, con sectores castigados como cabezas de turcos y con unos políticos incapaces que se han refugiado en la limitación de derechos como única manera de solucionar un asunto que les ha venido muy grande. 

No podemos consentir ni permitir que un Gobierno fraguado en la mentira y atrapado en sus propias incongruencias e incoherencias vuelva a someter a los ciudadanos a un nuevo episodio de pánico, mientras se cercenan derechos y se coartan las libertades como un nuevo toque de queda. 

La pandemia es ya casi pasado y así debería presentarse con la responsabilidad prudente e individual de los que no han sido todavía vacunados con la pauta completa. Lo que ocurra con las personas que han renunciado a la vacuna debe preocuparnos, pero en ningún caso condicionarnos. 


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