• martes, 23 de abril de 2024
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Opinión /

Las plazas de aparcamiento en Pamplona son muy de derechas

Por Fermín Alonso

El asunto tendría su miga si no existiera una acera de más de 10 metros de ancho con un amplio espacio entre farolas y un parterre que no utiliza un solo peatón. Si no borras todas las plazas de aparcamiento, eres un facha.

Un ciclista circula por el carril bici "pintado" en la acera en la Avenida de Barañáin en Pamplona. IÑIGO ALZUGARAY
Un ciclista circula por el carril bici "pintado" en la acera en la Avenida de Barañáin en Pamplona. IÑIGO ALZUGARAY

En los últimos tres años, la movilidad sostenible ha vivido un impulso sin precedentes en Pamplona.

En materia peatonal, se han completado importantes reurbanizaciones como las de Milagrosa, Bosquecillo, Chantrea o General Chinchilla y se ha completado la eliminación de obstáculos visuales en más de 2.600 pasos de peatones para evitar atropellos.

En movilidad ciclista, la legislatura terminará con el impulso de más de 16 kilómetros de nuevos carriles bici que hacen posible que las bicicletas bajen de las aceras en condiciones de seguridad; casi 200 pasos de bicicletas señalizados; una red de al menos 11 aparcamientos cubiertos y vigilados y con la puesta en marcha del mejor sistema de bicicleta pública eléctrica de España que suma ya más de 40.000 usuarios.

En cuanto a movilidad eléctrica, con los 50 creados desde 2020, Pamplona se ha situado como la quinta ciudad española con más puntos de carga para vehículos eléctricos en vía pública, por delante de ciudades de mucho mayor tamaño y población.

Por poner estos datos en contexto, en los cuatro largos años de Alcaldía de Bildu apenas se crearon 1,2 kilómetros de carril bici; no solo no se instalaron, sino que se desmantelaron varios puntos de recarga porque los gestionaban las malvadas eléctricas; no se dedicó un euro a obras de peatonalización y por supuesto ni se señalaron pasos bici ni se instalaron aparcamientos seguros. Obviamente tampoco se puso en marcha ningún servicio de bici pública, sino que se dejó morir y se desmanteló el anterior sin plantear alternativa.

Y todavía se atreven a pontificar, como telepredicadores de la movilidad sostenible.

De hecho, en lugar de crearse un consenso mínimo que al menos reconozca este incuestionable avance, el debate municipal alrededor de esta materia (como en todas) se ha ido agriando hasta el ridículo conforme ha avanzado la legislatura.

El último capítulo ha explotado en torno a la decisión del equipo de Gobierno municipal de no eliminar 35 plazas de aparcamiento en el último tramo del eje ciclista de la Avenida Barañáin, manteniendo el carril sobre acera con pavimento diferenciado.

Porque lo importante para la oposición no es que se complete el mayor eje ciclista de nuestra ciudad (3,1 km desde Sarasate hasta Barañáin y otro kilómetro hasta Landaben en 2023), sino que se eliminen esas 35 plazas de aparcamiento que cada día son usadas por vecinos y personas que acuden a la zona hospitalaria. Lo importante es jorobar a quien se empeña en utilizar el coche y hacerle la vida imposible.

El asunto tendría su miga si no existiera una acera de más de 10 metros de ancho con un amplio espacio entre farolas y un parterre que no utiliza un solo peatón. Si no borras todas las plazas de aparcamiento, eres un facha. Porque como todo el mundo sabe, toda la gente que estaciona su coche en una plaza de aparcamiento en esta ciudad es muy de derechas.

Y es que, en torno a la movilidad hay dos corrientes. Una, la que defiende el nuevo tripartito de Bildu, Geroa Bai y el PSN, consiste en hacer tanto la puñeta al coche que no quede otra que no usarlo jamás. Da igual edad, situación familiar, trabajo o condición física, si no puedes aparcar, si se atasca la ciudad… tendrás que dejar el coche. Es decir, consiste en obligar. Caiga quien caiga, vecinos, comerciantes o pacientes, sin transición alguna.

Estas políticas no sólo son una muestra más de la querencia de la izquierda a querer decidir todo en nuestras vidas; a creerse mucho mejores que los ciudadanos que, pobrecitos, no saben lo que les conviene; a imponer su visión sobre la realidad; sino que también están condenadas al fracaso porque generan enfado y rechazo a la movilidad sostenible. No hay más que ver lo que sucedió en torno a Pío XII.

Por el contrario, desde el inicio de la legislatura hemos preferido ofrecer alternativas; convencer en lugar de obligar. Cosas locas de liberales de centro derecha.

Las intervenciones llevadas a cabo no tienen como objetivo principal jorobar al coche, sino aportar una alternativa sostenible, cómoda y segura al vehículo privado. Y mucho más barata.

Para llevarlas a cabo hay veces que hay que eliminar plazas de aparcamiento o un carril de circulación, pero esas decisiones son un medio, no un fin, y se toman después de análisis técnicos, de tráfico, de ocupación y de alternativas, no por cuestiones ideológicas. Es una transición hacia un nuevo modelo de ciudad, llevada a cabo de forma ordenada, moderada y justa. El éxito, en Pamplona, es evidente.

Intentar convertir 400 metros de carril bici en otra trinchera ideológica no le hace ningún favor a las políticas de sostenibilidad; hace tiempo que dejaron de ser patrimonio de la izquierda y en esto, mal que les pese, también les hemos dado una lección de gestión.


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