• viernes, 13 de diciembre de 2024
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Opinión / Sabatinas

¡Viva la madre superiora!

Por Fermín Mínguez

Cuando uno piensa que ya nadie le puede sorprender, aparece la madre superiora pidiendo que traspasen dos misales de su biblioteca a la del abad.

Jordi Pujol y Marta Ferrusola. EL ESPAÑOL.
Jordi Pujol y Marta Ferrusola. EL ESPAÑOL.

Si esto fuera una escena de El nombre de la Rosa, todavía tendría un pase, pero lamentablemente tiene más que ver con Top Secret.

Si no han visto esa maravilla del absurdo que es Top Secret, por favor véanla, yo no podía dejar de acordarme del momento en el que usan claves para reconocerse:

- Dígame, ¿el perro de San Roque tiene rabo? 
- Sé de buena tinta que Ramón Ramírez se lo ha cortado.

Me imaginaba algo parecido en los tejemanejes (supuestos) de dinero (real) de los Pujol Ferrusola, que se llamasen entre así con códigos tipo “zorro azul, zorro azul, aquí gallina roja”, o al banquero haciendo los traspasos con barba de cuatro días como los Dalton. O guiñando el ojo al hablar, con toses. “Le dejo esto aquí (tos), para que lo ponga allí (guiño). Eso, allí (tos, guiño, guiño, tos, tos)”.

Si no es porque no tiene puñetera gracia este cúmulo de presuntidades, la trama y su desarrollo dan para un guion de comedia ligera. Porque no puede ser que esto lo hicieran en serio. ¿De verdad escribes una nota manuscrita que ordena un traspaso entre cuentas de las que eres titular creyendo que usando seudónimos tan burdos conseguirás que no se sepa que eres tú?, vamos, por favor.

Y luego está lo de los puestos elegidos, que en este país no somos humildes ni para (presuntamente) robar. Podía ser de prima a primo, de la cuenta del cocinero a la del pastelero, o si querías algo religioso del diácono al monaguillo, pero no, tenía que ser una madre superiora y un abad. Marcamos las jerarquías hasta cuando hay que pasar desapercibido, aquí quien manda soy yo. Soberbia.

Buscando información sobre la noticia leo que la nota de marras está firmada el mismo día en que el padre superior, o abad senior, estaba defendiendo su honestidad en el debate de investidura de su quinto mandato. Es la demostración clara de que daba igual el momento y la situación, sólo importaba lo qué se hacía con el dinero, aunque se esté jugando con el prestigio de un presidente o con la decisión de todo un pueblo.

Da igual, aquí a mover los misales, que las madres superioras estamos para velar por el orden en el convento. Sobre todo después de cuatro legislaturas. Ese puede ser el problema, que después de tanto tiempo alguien pueda creer que está en su convento, o en su hacienda, o en su caserío o en cualquier otro recinto típico. Los ciclos básicos de la vida hablan de empezar, esforzarse, mejorar, subir y retirarse. Para descansar o para empezar otra vez. Subir y brillar, y luego apartarse. Porque si uno se queda a brillar corre el riesgo de chamuscarse, y si decide no arriesgar y buscar el calor del beneficio propio lo que consigue es ser una pastilla de carbón, que dura pero no acaba de arder.

Comentaba esto con unos amigos después de conocer la muerte de otro cantante este año, Chris Cornell, con 52 años. Una de sus canciones, la que cierra este artículo, habla de que viviremos para subir como el sol, brillar, arder y luego volver a empezar. En el caso de Chris Cornell decidió arder y no volver a empezar, quitándose la vida. Son esas decisiones que sacuden y cuestionan.

Tiene que haber un punto medio entre apostar por la mediocridad del carbón, de perpetuarse en un puesto que no te pertenece, ojo, que te han prestado los ciudadanos y que lo agradeces robando y decidir arder sin posibilidad de retorno. En ese punto tendríamos que intervenir los demás, bien para decir hasta aquí hemos llegado y toca irse. Gracias por tu trabajo, suerte y éxitos y hasta más ver: o bien para apagar el exceso de llama.

De momento nos quedamos con una congregación de lo más organizada y con otra pérdida de alguien talentoso que se pasa de frenada.

No será por falta de señales que no veamos que hace falta un cambio; señales sobran, pero lo que nos falta son agallas.

Buen viaje Mr. Cornell.

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