Esto de escribir tiene algo, o bastante, de terapéutico. De compartir opiniones, miedos, esperanzas, de dejarse ver más de lo que harías en directo, al menos desde el amateurismo que represento. Pero también da la oportunidad de imaginar, de crear historias que a veces parecen reales, de abstraerse del ruido diario, de elevarte del barro de lo ordinario para levantar un poco el vuelo. Hay algo de vanidad también en el hecho de saberte leído, de exponerte a la opinión de amigos y conocidos, sí, pero también de un batallón de desconocidos que a veces opinaban habiendo leído, y otras te ponían a parir por el titular, por escribir en este diario, o porque ese día era impar. Ese salseo da gustico, que quieren que les diga. Luego está la parte en la que escribir te trae personas nuevas y esto se llena gente sorprendente que no hubiera conocido si no fuera por las Sabatinas, que también escriben y hablan de motivación (en los zapatos), o amigos de amigos, que luego te saludan como si nos conociéramos, o te comentan tal o cual frase, y piensas en lo poderoso que es el lenguaje y la comunicación, y decir lo que piensas. Esto es vital, decir lo que se piensa y estar dispuesto a escuchar lo que dicen los demás, jo, hay que ver lo que enriquece.
También está todo lo que te ayuda a recuperar a quien pensabas que habías perdido. He de agradecer a estas tropecientas palabras escritas haberme devuelto a amigos de infancia, del cole, a volver a bailar como entonces, al refunfuñón que me lee “a pesar de escribir ahí” y que me debe un pacharán. Porque esa era la intención de las Sabatinas, compartir ideas que ayuden a debatir, que a mi eso de las sobremesas debatiendo me gusta más que un juvenil de Osasuna a los de Lezama. He recuperado familia que tenía algo olvidada por el hecho de vivir fuera, y me encanta recibir esos mensajes de Villava que mi prima comparte además con sus hijos. Gracias.
Todo ha sido bueno, hasta los imbéciles, ya saben que no insulto, defino, que no podían faltar. El imbécil con título que antes de leerte te juzga, dando por hecho que eres de una u otra opinión porque el mono con platillos que vive en su cabeza así lo ha decidido y, como esto de las redes sociales permite opinar a cualquiera, incluido yo, pues se dedican a hacer ruido faltón, arrabalero y sucio. Porque su objetivo es escucharse a sí mismos, o hacer callar a otros, así nos va, que estamos cambiando contertulios por tertulianos y por voceros. A estos imbéciles, por favor, hay que plantarles cara, porque cuando se les contesta no tienen más argumento que el grito o el insulto. Que griten, pero no a nosotros, les parece. Que cojones, a estos les defino y les insulto: imbéciles.
También ha sido divertida toda esa gente que me decía que bien, que vale, pero que sacudiera más fuerte, a estos, o a otros. No ha sido nunca mi intención faltar al respeto, aunque sí, y bastante, incordiar y tocar las narices, chinchar, sacar ese lado drama queen también, pero no faltar al respeto. No porque no crea que no se deba hacer, ya les he dicho muchas veces que no solo faltaría al respeto, sino que con cierta frecuencia arrancaría alguna que otra cabeza, pero creo que no ayuda. Crispar no suma, cuestionar sí. Y estas cosas, las de arrancar cabezas, mi padre y mi deporte, el rugby, ya saben, me enseñaron que se hacen en privado y asumiendo las consecuencias, no calentando a otros para que lo hagan por ti, Me planto delante de ti y te lo digo. Cojo el balón y choco a reventar. La vida, queridas y queridos, es pick’n go, siempre. El otro día hablaba con mi coach deportivo, que me llamó para preguntarme si me habían dado algún papel en la película Momias, así es, así le quiero, y decíamos que hay veces que avanzas muchos metros, y otras que te tiran para atrás, pero no hay que dejar de empujar. Y hacerlo cuando tienes ocasión, porque luego el partido avanza y te vas cansando y empujas peor, y te resignas a no avanzar, o a aunque te tiren siempre, y corres el riesgo de conformarte, que es la forma amable de llamar a la rendición, Ojalá no rendirnos nunca. Ojalá nunca pensar que es demasiado tarde para nada. Que nunca sea tarde para hacer lo que nos gusta, para querer a alguien, para dejarle de querer y mandarle a tomar por saco, sin miedo, para asumir que valemos un potosí y que nadie es quien para hacernos a menos. Ojalá saber siempre que tenemos la fuerza para un pick’n go más. Porque siempre la tenemos, y, cuando no la tengamos, que sea porque ya no nos queda recorrido. ¿Trato?
Han sido seis años y pico increíbles, en el que nos han pasado muchas cosas, ¿qué no?, quizás demasiadas. Muchas bonitas, la mayoría. Otras no tanto, y alguna despedida terrible que sigue arañando el corazón y que es mejor que siga así, porque duele lo vivido y se llora lo querido. Muchas que he cerrado deseando que las pudieras leer, echándote de menos hasta la punzada. Algunas que han dolido pero ha reconfortado saber que a alguien le han venido bien. Ojalá hubieras podido leer todas, ojalá no hubiera tenido que escribir una Sabatina para despedirte nunca. Ojalá la única semana que falté no hubiera sido en la que me faltaste para siempre.
Todo esto ha cabido en las Sabatinas. Han sido una válvula de escape a las que este medio jamás ha tocado una coma. Nunca. Y eso hay que reconocerlo y agradecer, no porque sea bueno, porque siempre debía ser así, sino porque es diferencial. Sé que algunas Sabatinas han costado de publicar más que otras, pero ninguna ha sido modificada ni sugerida, y en eso consiste, en dar espacio y debatir. Gracias por la confianza depositada estos años a todo Navarra.com, y por la paciencia con mis plazos de entrega que ha tenido a más de uno ocupado los sábados por la mañana.
Todo esto les quería decir a ustedes, siempre de usted, educación y respeto siempre, que aquí somos muy de los modales y de la RAE, claro, de la RAE. el día que las Sabatinas se toman un descanso, un break para los modernos, esto y que muchas gracias por el viaje, ha merecido mucho la pena.
La canción de cierre, esa que siempre ignoran, pájaras, pájaros y pájares, será, como no, de Calamaro, en directo además, como prefieren Señoras Bien DJs. Si no les gusta, ya saben, escriban sus columnas y pongan sus canciones.
Sonrío.
Sean buenos pero, sobre todo, sean felices porque, ¿saben qué?, que los buenos ganan. ¿Y los felices?, los felices triunfan.
¿Nos volveremos a ver?
Nos volveremos a ver.
Gracias por haber pasado y leído tantas mañanas.