• sábado, 14 de diciembre de 2024
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Opinión / Sabatinas

Søren y Ludwig

Por Fermín Mínguez

Por temas profesionales, y aún a riesgo de parecer un pedante, estas semanas me ha tocado leer filosofía. Lenguaje y existencialismo.

Fermín Mínguez, gerontólogo, interviene en una jornada sobre el Alzheimer en Civican. PABLO LASAOSA
Fermín Mínguez, gerontólogo, interviene en una jornada sobre el Alzheimer en Civican. PABLO LASAOSA

He de reconocer que me encanta, y ahora ya sin riesgo ninguno pareceré un pedante, y he de reconocer la capacidad que tiene para llevarte a la reflexión, a repensar lo básico. Y eso que no soy más que un amateur en filosofía.

Llevo toda la semana intentando centrar mi colaboración de este sábado y el panorama es desolador. Si miro a Navarra, como dije que iba a hacer, no acabo de entender esa fijación con cambiar un modelo educativo a pesar de los educandos, romper su ritmo y entorno educativo en aras de una reforma que se ajusta a las necesidades de quien la promueve. Y ahora no me vengan con eso de que se hizo siempre, que antes, que otrora, que antaño, que ya tocaba, porque aparece Søren y les dice:

"La vida sólo puede ser comprendida hacia atrás, pero únicamente puede ser vivida hacia delante".

Søren Kierkegaard además de nombrarlo Faemino y Cansado fue un filósofo danés existencialista, y no seré yo quien corrija a un filósofo danés. No tiene sentido vivir la vida hacia atrás como si estuvieramos en un tablero del juego de la oca volviendo a la casilla una y otra vez, pero saliendo cada vez con una ficha de diferente color. Para qué aprender de los errores cometidos y no volver a repetirlos pudiendo hacerlo justificándolos en que otros lo hicieron. Y los afectados que silben.

Sí, claro, pero alguien tendrá que resolver los errores y la catástrofe cometida. Esperen. Søren, amigo, coméntales eso de que "La vida no es un problema que tiene que ser resuelto, sino una realidad que debe ser experimentada". Esto no les va a gustar mucho a los salvapatrias y redentores de la historia, o histeria casi al paso que vamos, pero lo que hay que hacer con la vida es vivirla, y mejorarla viviendo.  SI ya enfocamos la vida como un problema a resolver vamos finos, qué angustia. Qué manera de sufrir. Y de hacer sufrir, claro, aunque la angustia ajena no preocupe tanto.

No quiero escribir otra vez de amarguras, ni quejarme entrando en esta espiral de acusaciones y echares en cara. Y mira que cuesta porque el clima en el resto del país no es mucho mejor. Todo el mundo usando un lenguaje agresivo, gris, negativo que sólo puede generar un ambiente igual de agresivo, gris y negativo. Ludwig Wittgenstein, que no sale en ninguna parodia pero también farda nombrarlo, decía que “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”.

Lo que me saca una media sonrisa, mitad socarrona mitad de decepción, sobre los límites de la mayoría de personajes que aparecen en las noticias. Vaya límites con los que nos hacemos acompañar. Nadie habla en positivo, desde la confianza, desde la esperanza.

Bueno algunos sí lo hacen y son la esperanza, son los que quieren cambiar la realidad. Y ahora me dirán que me he pasado de frenada pero tranquilos el señor Wittgenstein viene en mi ayuda para recordarnos que “La realidad es aquello que se puede describir con el lenguaje”. Por lo que parece que no sólo el qué se diga sino el cómo, va a tener mucho que ver en como configuramos nuestra realidad. Y en como la transmitimos. Así que reforzado por Ludwig y Søren voy a ver el lado positivo, a nombrarlo, a generar la realidad positiva.

A contar que Volkswagen quiere traer otro modelo a Pamplona; que Osasuna sigue peleando arriba contando con chavales de casa; que a los que roban les empiezan a acorralar; que han desarrollado una técnica precoz de detección del cáncer de pulmón; que los ciudadanos nos organizamos para reclamar lo que creemos justo; que Gales ganó a Escocia en el VI Naciones y sigue con opciones; que hay mucho bueno que nombrar. Y mucho más en lo personal, en lo que no depende de nadie más que de nosotros mismos, todo eso que tenemos que agradecer y obviamos. La parte positiva, lo que conseguimos hacer bien en el día a día por encima de lo que hacemos mal. Lo que no depende de decisiones ventajistas sino de decisiones personales.

Lo bonito.

Lo que está delante por vivir. Por estrenar. Lo que perdurará. Lo que se ve por esas ventanas que pintaba Rothko y que me enseñó Miguel.

Se dice que las últimas palabras de Ludwig Wittgenstein fueron: "Diles que mi vida fue maravillosa". Eso es una guinda a la vida. Eso es legado. Eso es un Rosebud como la catedral de Burgos. Gracias por el ejemplo Ludwig, así se cierra.

Toca levantarse, subir. Hacer todo lo posible para decir que nuestra vida fue maravillosa. Y que discutan los mediocres, que se diluyan en su mediocridad.

Aquí va The Rising de Bruce Springsteen, un himno para levantarse. Me encantaría poder ir a su concierto de Madrid, pero ese día mi equipo juega una final de copa. Se me ha olvidado poner eso en lo bonito, que tu equipo pueda ganar otro título.

Sonrío. Y canto.

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