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Opinión / A mí no me líe

Confirmado, en Pamplona no se habla euskera

Por Javier Ancín

Están todos los carteles mal. Los que no tienen directamente errores se nota que son traducciones ortopédicas de alguien que no domina el idioma.

Manifestación convocada por Kontseilua bojo el lema _Bide eman euskarari_ (Dad paso al Euskera). MIGUEL OSÉS

Aquí actuaré como Cervantes con el manuscrito encontrado de Cide Hamete Benengeli. A mí que me registren. Yo me limito a ir transcribiendo lo que mis oídos fueron registrando.

El sábado le enseñé Pamplona a un amigo euskaldun del Goyerri, guipuchi profundo en todos los sentidos, también en el intelectual, también en lo folclórico; y para que se sumergiera en nuestras tradiciones, le puse delante de Caravinagre, personaje creado en Valencia en 1941, que le metió un vergazo a traición del que aún me estoy descojonando. Buena gente, si no no sería mi amigo.

El caso es que mientras yo iba con el piloto automático, aquí el ayuntamiento, oh, fíjate qué pequeña es la plaza si la comparas con la tele; aquí la catedral de la que Víctor a Hugo dijo que era una horrible máscara, calificando a los campanarios de orejas de burro; aquí la iglesia de san Agustín donde fue investido Garcilaso De la Vega caballero de la Orden de Santiago (¿Qué hacía por aquí Garcilaso en 1523? Ni idea); escucha las campanas, que son las mismas que sacaban de quicio a Góngora en sus visitas porque no le dejaban dormir... mi amigo iba torciendo el morro, hasta que no pudo más y explotó en la chapa de la estela esa que hay la avenida de Roncesvalles.

Están todos los carteles mal. Los que no tienen directamente errores se nota que son traducciones ortopédicas de alguien que no domina el idioma. Ya no entro en las cartas de los restaurantes y bares que he ido leyendo, que allá ellos y sus clientes si les permiten esas aberraciones. ¿Pero las oficiales? ¿Quién cobra por estas chapuzas? A mí qué me cuentas, le dije. La única relación que he tenido con tu idioma es cuando veía la serie de dibujitos japonesa Bola de dragón en la ETB. Ni me va ni me viene, el euskera para la mayoría es algo que está ahí, al lado de los textos en español en la Navarra española y al lado del francés en la Navarra francesa, y poco más.

En Pamplona no había euskera ni Dios, sentenció mi colega entre decepcionado y abrumado ante tal descubrimiento. Es imposible que haya euskaldunes en esta ciudad y no pongan el grito en el cielo por estas traducciones, por estas invenciones. Y como no lo hablan, no les importa el euskera, que lo maltratan de unas formas bochornosas, solo les importa que haya una apariencia de euskera, una ficción en euskera, una matraca en algo que se parece remotamente al euskera. Es todo una parodia, me decía, negando con la cabeza.

Es como si tú te empeñas en que todo sea bilingüe en japonés, como Dragoi Bola, sin tener ni idea de japonés, o como mucho alguna noción, algo macarrónico, pero te conformas con que sea en apariencia nipona para dártelas de. Luego llega un japonés aquí, como llego yo que soy euskaldún y me descojono y me espanto a partes iguales con lo que han hecho tus amados aberchandales a mí idioma, convirtiéndolo en ideológico en vez de en algo cultural, que no pueden porque es obvio que no lo dominan. Aquí en Pamplona no hay euskera, aquí hay una ficción de euskera, un euskera falso, muerto, ortopédico. Un euskera de traductor de internet y no de uso, de madre, de tradición y escuela. Esto no es euskera, es una puta mierda, terminó su discurso casi a grito pelado, con un a erchandal que pasaba por ahí mirándole con cara de pocos amigos.

Aún te van a soltar una hostia por facha, le solté a carcajada limpia.

Yo qué sé, intente explicarle, aquí esos rótulos se los guisan y comen ellos y por lo que se ve les sirve que no sean un idioma sino un espejismo de idioma. Me resulta curioso lo que me dices, esa ficción inservible, como si le hicieras creer al mundo que esos puntitos que hay en Braille en algunas chapas, en realidad solo sirvieran para hacer creer a quien no lo usa que eso es Braille, pero que cuando llega un ciego y trata de leerlo, darle utilidad, vamos, le resulta imposible por la cantidad de errores que tiene.

Esto es espantoso, prosiguió encastillado mi amigo.

No te cabrees, hombre, en la época del postureo tu idioma sé ha subido al carro del mismo. ¿Puede haber algo más moderno que eso, aparentar? Y apiadado de mi pobre amigo que se cayó del zaldiko paseando por Irroña, le pasé el brazo por el cuello y le dije, vamos a un mexicano que hay en la Rochapea a ahogar nuestras penas en cervezas Pacífico y tacos pastor que están de rechupete, con te equis, como los nachos con guacamole que tienen, le dije, también con te equis, descojonándome un poco más, abusando un pelo pero sin maldad, que nos conocemos desde hace décadas los límites, de su santa patzientzia. Y eso es todo.

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