• miércoles, 27 de agosto de 2025
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Opinión / A mí no me líe

Los españoles Otegi y Junqueras

Por Javier Ancín

Se montan un aquelarre para negar España y acaban escenificando por qué España existe. Toda la vida luchando contra tu propia naturaleza y la naturaleza te pone en tu sitio en un segundo.

La vida es maravillosa, sobre todo porque no pide permiso. Tú puedes entregarte a la secta, levantar tu castillo de dogmas durante décadas, militar hasta el tuétano en la monserga sagrada y querer imponerla al resto del planeta… y va la vida y en un segundo te desmonta el tenderete entero del “yo nunca voy a…”.

El otro día se reunieron en San Sebastián Otegi y Junqueras, lo que viene a ser la cuadrilla de la ETA con la cuadrilla xenófoba independentista catalana, y no tienen mejor ocurrencia que saludarse en perfecto español, la lengua de Franco, que decía el cabestro de Arzallus, demostrando que los idiomas son para comunicarse y no para diferenciarse, que es lo que llevan intentando hacer con el catalán y el euskera medio siglo: montar dos Estados exclusivamente alrededor de esos dos idiomas porque nada tienen que ver, no hay puntos de unión con sus vecinos, con los que comparten Estado desde siempre.

Afortunadamente, la cosa genética, lo del RH- y demás idas de olla de la raza elegida lo fueron dejando por el camino, también por vergüenza, supongo, cuando hace unos pocos años se codificó el genoma humano y se vio que todos compartíamos el 70% de genes con una simple mosca. Imagínate la diferencia entre un paisano de Elciego, otro de Guarromán y otro de La Pera, provincia de Gerona. Pues eso: nula.

Podían haber hecho el paripé delante de las cámaras, hablar cada uno su idioma identitario, con traductores, pinganillos, escenificando que nada hay en común entre un catalán y un vasco, porque lo común entre un catalán y un vasco se llama España. Pero no les salió. La vida te pone delante de tus ridículos y hasta estos dos cazurros fueron incapaces de comerse la vergüenza ajena y haber procedido en consecuencia, es decir, respetando sus propias lenguas patrióticas, su monserga identitaria, su proyecto ideológico hermético y monolingüe.

Son capaces de meterte un tiro por no hablar euskera, de destrozarte una heladería por no hablar catalán, pero cuando les toca a ellos, se comportan como el chiste de los cazadores que se juegan un pato a base de patadas en los huevos. A ti te asesinan o te dejan sin medio de vida, pero cuando les toca a ellos recibir la hostia en los cojones, dicen: “Bah, déjalo, hombre, no vamos a pelearnos por un pato. Quédate el puto pato en euskera y catalán entero que yo me pongo a hablar con este en español".

Se montan un aquelarre para negar España y acaban escenificando por qué España existe. Toda la vida luchando contra tu propia naturaleza y la naturaleza te pone en tu sitio en un segundo.

Me recordaron un poco a un vídeo que circuló hace un tiempo que es un descojono. El de una vegana militante, de esas que van con su monserga intentándola imponer a todo cristo y en todo lugar —no hay cosa más pesada e incómoda que un vegano, el coñazo que es ir con ellos a tomar una simple croqueta— que, después de 30 años sin comer carne, se mete un filete entre pecho y espalda mirando a cámara. Lejos de sentir repugnancia, se le saltan las lágrimas de lo bueno que está eso. Joder, cómo he podido ser tan gilipollas. Treinta años tirados al estercolero culinario del apio, el brócoli y el tofu.

Pues Otegi y Junqueras, igualitos. Cincuenta años de monserga y cuando nadie se lo espera… españoles, como el resto. Y eso es todo.

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