• domingo, 23 de junio de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Junio es mi balneario

Por Javier Ancín

Junio es la promesa, la felicidad de esta vez sí, aún no traicionada, ya encontrarás las excusas con las que engañarte, de que voy a dejar de fumar, levantarme cada día para irme a correr temprano, aprovechar el día...".

La Vuelta del Castillo este mes de junio. IÑIGO ALZUGARAY
La Vuelta del Castillo este mes de junio. IÑIGO ALZUGARAY

Me gusta junio. Se acaba el curso pero todo está por hacer porque empieza el verano, la verdadera vida. Junio es como un cuaderno nuevo: dejas la primera hoja en blanco, como nos enseñaron en el cole, y empiezas en la segunda. Pones la fecha en la parte superior y esperas, disfrutando de lo que aún solo es fantasía. Junio es la promesa, la felicidad de esta vez sí, aún no traicionada, ya encontrarás las excusas con las que engañarte, de que voy a dejar de fumar, levantarme cada día para irme a correr temprano, aprovechar el día, escribir ese libro que siempre acabas lanzando a la papelera a medias cuando llega el otoño.

Junio es el reencuentro con esa primera noche que puedes bajarte al banco del parque a mirar la nada estrellada sin abrigo. Y aún no es ni verano, cuando ya lo es en realidad, pero todavía no lo estamos gastando. Es la paga de la semana pasada que no has agotado. Es el helado que compras con ella sin tocar la siguiente. Aún está todo por hacer pero ya estamos aquí, en el dintel de la puerta, con todo la inmensidad de la vida por delante.

A ver cómo se nos da, piensas... con la tranquilidad de saber que aún todo tiene remedio. Vivir es ir cerrando el abanico, restringirte las salidas hasta que solo queda una estrecha calle, por la que tiras, por la que terminas saliendo, por la que sales al terminar todo. Junio es volver a desplegarlo. Junio es tener de nuevo el mapa con todas las avenidas por descubrir. Mola mucho cuando volver a empezar es algo más que una peli de Garci.

Y eso que el personaje de Ferrandis es un estoico antes de que los estoicos se pusieran de moda porque aunque no tiene tiempo, como un Marco Aurelio meditando, vuelve a empezar como si le sobrara todo. Una vez le escuché a Juan Pablo II, hasta los ateazos como yo podemos sacar valiosas enseñanzas de los papas, una idea que suelo repetirme bastante: Vive no como si fueras a morir mañana, que eso es terrible, tener la sensación de que se agota todo, que no puedes detener la sangría, sino como si mañana fueras a seguir vivo.

Junio son las primeras notas del organillo luminoso y alegre del Walk of life de los Dire Straits en el coche de papá, camino del cole, aún fresca la mañana, antes de montarte en el autobús para ir de excursión de fin de curso. Ese deslizarse tranquilo, sereno, mirar por la ventana y desayunar frente al mar con todo el día ya radiante, primer guitarrazo, pero sin el pringue del sudor, la arena y de las cremas que se irán acumulando a lo largo del día cuando ya entra toda la banda y la canción se vuelve más country que marítima.

Qué agradable sensación la de usar junio como si fuera un regalo. A mí me pasa al contrario que a Gil de Biedma, que todo le daba miedo, también junio, cuando escribe en un poema dedicado a las noches de este mes que le angustiaban y le inquietaban, un poco por su eterna fantasía de anticipar el desastre, en forma de noches calurosas, explica en el siguiente verso, o de vida que ya va en serio, como dejó dicho en su poema más eterno. A mí, en cambio, la hoja en blanco me tranquiliza, aún no hay nada ahí que merezca ser borrado. Todo lo contrario que este folio que acabó de redactar, que si hubiera terminado en la papelera no hubiera pasado nada... pero de algo hay que vivir, también en junio. Y eso es todo.


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