Ningún gobernante, Txibite en este caso, quiere meterle mano a la realidad, ellos viven bien en el plano de los deseos, de los anhelos, de las fantasías. En las ilusiones no hay que sentarse frente a la mesa y diseñar un puente, llamar a los operarios, cimentar el asunto, colocar las piezas del mecano; en ese estrato, el puente se construye solo. Tú lo deseas y en tu cabecita lo tienes, aunque nadie pueda cruzarlo. Eso es lo de menos. Un gobernante triunfa cuando también consigue que sus votantes se distancien del mundo tangible, cuando no importa que no exista lo que tendría que existir para que le vuelvan a votar.
Un dirigente, en nuestro caso Txibite, no vive de solucionar problemas, no vive de presentar resultados sino de anunciar, en el mejor de los casos, que los va a solucionar. Ese es el drama de nuestra democracia. Un gobernante no podría acudir a una campaña electoral prometiendo nada, eso es para la oposición en todo caso, un gobernante tendría que dedicar la campaña electoral a sacar la libreta y leernos lo conseguido en su legislatura.
La política gubernamental hace tiempo que dejó de trabajar en el mundo real, porque es lo fácil. Por eso están invadidos los gobiernos, en nuestro caso Txibite, de asesores, publicistas, mercadotécnicos o de charlatanes embarullados como Coronalzórriz, en vez de ingenieras, médicos o señoras de la limpieza que conozcan el barro que hay que quitar, que diseñen el plan para quitarlo y que lo ejecuten, dejando la estancia limpia como una patena.
Ayer martes saltó una noticia que yo leí en esta casa que no ha tenido ningún recorrido político, ningún recorrido administrativo, ningún recorrido gubernamental. Una noticia que es la más importante del año en Navarra y de la que el gobierno de Txibite ha pasado; como quien oye llover, vamos. Una madre denunciaba que su hijo de once años, víctima de acoso escolar, había escrito en su agenda, con letra insegura infantil un terrible, "me quiero morir". Y no ha pasado nada. ¿Qué es la vida de un niño en un mundo como el de la política Navarra donde las personas individuales hace tiempo que dejaron de existir?
Que Txibite no haya detenido todo su gobierno para ver qué pasa, frenando en seco la maquinaria para ir a lo importante, dejando todo lo demás, campaña incluida, a un lado, te da una idea de para qué le sirve la política a la gente real... para nada.
Dice un proverbio hebreo que quien salva una vida salva el mundo entero, porque en una vida se concentra todo el universo. En el gobierno de Navarra aplican el dicho al revés, están concentrados, nos cuentan, en salvar el mundo, eso tan irreal, tan inconcreto y por lo tanto tan falso: salvemos las ballenas o las focas a miles de kilómetros, a costa de que se pierdan las vidas que sean necesarias aquí en casa, como puede llegar a pasar con la de este pequeño.
A los miembros del gobierno de Navarra, a esos que se les llena la boca con lo social y pascual y tal solo porque vende -somos progresistas, hinchan el pecho palomo para decirlo-, porque así consiguen más votos, cuando hablan de salvar el mundo solo se refieren al suyo, al de proteger su sueldo y el de sus amigos y familiares.
Y sus votantes -verán cómo se llenan los comentarios de perezosas justificaciones “los otros tampoco habrían hecho nada” en sus diferentes fórmulas-, no son capaces de exigirles a los suyos que despierten, porque aquí ya todo el mundo está dormido en sus ensoñaciones. Ese es el gran triunfo de Txibite y sus socios, que aquí no pasa nada ni cuando pasa lo más grave que puede pasar. Aquí están solo para construir un mundo irreal nuevo y no van a dedicarse a nada más, ni a proteger la vida de un niño indefenso. Y eso es todo.