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SOCIEDAD

"Me quiero morir": un niño de 11 años deja de ir al colegio en Navarra por acoso en clase

La madre ha denunciado al colegio y al tutor de su hijo por las agresiones y el acoso al que ha sido sometido. 

Imagen de archivo del patio de un colegio. UNPLASH / NICK NICE
Imagen de archivo del patio de un colegio. UNPLASH / NICK NICE

"Me quiero morir para no sufrir más". Se trata de una nota escrita por un niño navarro de tan sólo 11 años. Su madre la descubrió cuando revisaba la agenda del pequeño. Se trata de otro posible caso de bullying en un colegio de Navarra. La progenitora lo ha contado a Navarra.com, con la esperanza de que se tomen más medidas. Por el momento, el pequeñó ha dejado de ir a clase para evitar que continúe el acoso

La odisea de esta familia comenzó hace ya varios años. "Estuvimos viviendo en Noruega tres años, pero decidimos regresar a Navarra", rememora la progenitora. La familia se asentó en una localidad de la Comarca de Pamplona y matriculó a sus dos hijos en uno de los colegios públicos de este municipio. El padre sigue trabajando en Noruega, pero los visita con frecuencia. 

Por aquel entonces, el hijo pequeño de la familia estaba todavía en Infantil. "Al principio, todo estaba bien. Iba al colegio contento", recuerda la madre. Todo se torció cuando el menor pasó a 1º de Primaria. 

"El niño tenía todavía problemas en el habla porque venía de hablar noruego. Me daba la sensación de que la profesora no quería trabajar con él. Le sacaba de clase porque le molestaba, le agarraba del brazo, le dejaba sin las excursiones...". Pero el pequeño no contó nada a sus padres. "Me enteré por las madres de unas compañeras que avisaron en casa de lo que estaba pasando", relata. 

Fotografía de la segunda nota que encontró la madre del niño acosado en su agenda con la frase 'Me quiero morir'. NAVARRA.COM
Fotografía de la segunda nota que encontró la madre del niño acosado en su agenda con la frase 'Me quiero morir'. NAVARRA.COM

Por ese motivo, se reunió con la tutora de su hijo, pero no salió satisfecha de dicho encuentro: "Me recibió a la defensiva, muy agresiva y me gritó", lamenta. Fue a directa a hablar con Dirección: "No hacían nada y puse varias quejas por escrito diciendo que no aceptaba que esa profesora agarrara a mi hijo del brazo, lo apartara del grupo o lo dejase sólo al final de la clase". 

El día del cumpleaños del pequeño, lo dejó en el cole con un bizcocho para que celebrase una fecha tan especial con sus compañeros. No sabía que, ese día, su hijo iba a vivir una auténtica pesadilla. "Nada más entrar en clase, esta profesora se lo tiró a la basura y lo tuvo castigado todo el día", cuenta la madre. "Era su cumpleaños y sólo tenía 6 años", lamenta con un tono de dolor en la voz. 

Tras hablar con la directora de este colegio público, la madre decidió dejar de llevar a su hijo a clase. "Esa temporada le estuvimos haciendo pruebas porque en el colegio me decían que podía tener Transtorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) o, incluso, Transtornos del Espectro Autista (TEA)". Sin embargo, todos los exámenes salieron bien y se descartaron estas patologías. "Encima buscaban excusas de que podía tener de todo", lamenta. 

Esta familia no quería que el pequeño siguiera vivendo ese infierno y se empezó a plantear cambiarle de colegio. Sin embargó, al solicitar el cambio, les dijeron que esto sólo sería posible si se empadronaba en otro sitio. "El abuelo vivía en Larraga y lo empadronamos allí. El primer día fue al colegio muy contento, pero al siguiente nos dijeron que Educación había echado para atrás la matrícula y tenía que volver al antiguo colegio". 

Así las cosas y ante la perspectiva de que el niño volviera a la misma clase sin que se hubiesen tomado medidas, los padres decidieron mantenerlo en casa. "Regresó a clase al final de curso porque la tutora tuvo un accidente y se cogió la baja", explica la madre.

 "Terminó el curso bien. Repitió 1º de Primaria porque había faltado a muchas clases y a partir de ahí ya no hubo problemas. 2º y 3º de Primaria le coincidieron con la pandemia del Covid-19 y estuvo en casa", cuenta la madre. 

"LOS COMPAÑEROS LE PEGAN"

Pero en 4º de Primaria el niño volvió a tener problemas con algunos compañeros de clase. "Yo le decía a la tutora que le pegaban. Ella me decía que lo iban a hablar o que ya lo habían arreglado, pero los problemas persistían". No obstante, acabó el curso y el tema se quedó ahí. "Pensaba que era algo puntual", comenta la madre. 

Y nada más lejos de la realidad. Este episodio de bullying se repitió en el siguiente curso. Los problemas llegaron de nuevo en septiembre, sólo una semana después del inicio de las clases. "La primera semana le fue muy bien. Iba muy ilusionado al colegio", asegura la madre. Sólo unas semanas después su hijo empezó a llegar a casa llorando. Contaba que vivía un auténtico infierno en los recreos: "Le pegaban puñetazos en la cabeza, patadas en los genitales y le decían que su padre le había abandonado porque no le quería o le llamaban 'mariquita'". 

Ante la gravedad de estos hechos, la madre se puso en contacto con la jefa de estudios. "Fue la tutora de mi hijo en los cursos anteriores y tenía más confianza con ella que con el tutor actual. Ella se mostró conforme con que había que hacer algo y me prometió que hablaría con los niños y los padres", indica. "No habló con nadie", sentencia. 

"Ahora el profe me castiga a mí". A raíz de la conversación con la jefa de estudios el niño empezó a decir que el profesor le castigaba cuando él intentaba defenderse de sus acosadores. La madre fue a hablar con el tutor: "Sólo me hablaba del comportamiento del niño. ¿Y lo que le está pasando?". A raíz de eso, ella le puso por escrito a la jefa de estudios que quería que se abriera el protocolo por bullying".

Esta madre denuncia públicamente que, en octubre, su hijo comenzó a sufrir "un machaque más en serio por parte del tutor". Según cuenta la madre, llegó a castigarlo saliendo media hora más tarde de clase sin avisar a la familia, dejarlo sin recreo y decirle en medio del aula que no va a llegar a nada en la vida. 

Lo que le trasladaba el tutor a la madre, en relación al presunto mal comportamiento de su hijo, era que las primeras horas estaba bien en clase, pero que subía muy nervioso del recreo: "Estaba muy alterado, molestaba en clase y contestaba mal". En un correo enviado a la madre y al que ha tenido acceso este periódico, el tutor llega a amenazar con dejar al pequeño fuera del grupo: "El niño va a permanecer fuera de todo grupo cooperativo trabajando en solitario hasta que pueda tener la convicción y la certeza de que su situación es reconducible", advierte.

Fotografía de la primera nota que encontró la madre del niño acosado en su agenda con la frase 'Me quiero morir'. NAVARRA.COM
Fotografía de la primera nota que encontró la madre del niño acosado en su agenda con la frase 'Me quiero morir'. NAVARRA.COM

El 5 de octubre de 2022 la agenda de este niño recoge el terror del pequeño en una nota. Una letra adulta (del tutor), cuenta todo lo que ha hecho mal ese día. Pero está escrita como si el autor fuera el propio niño: "He molestado en el recreo". Así, el profesor relata una escena en la que el niño habla con un compañero y este le pide que deje de decir la frase 'The chill'. "A los segundos, no he hecho caso y he seguido diciéndolo", prosigue el escrito. Llaman la atención unas palabras, escritas con una caligrafía más infantil (la del niño), sobre la línea en la que se dice que el niño habla con su compañero: "Y me pegó".

El niño vuelve a escribir debajo de la nota del profesor: "Es el peor día de mi vida, me quiero morir para dejar de sufrir". Ese viernes la madre, aterroriada por lo que acaba de descubrir en la agenda de su hijo, escribe a la jefa de estudios y ella le emplaza a una reunión el lunes. "Les vuelvo a insistir en el protocolo de bullying y pido que se hable con las familias de esos niños", recuerda. Y le trasladan que el protocolo ya se ha puesto en marcha. 

La madre escribe a la jefa de estudios en varias ocasiones manteniéndola al día de los siguientes episodios de acoso que sufre su hijo y ya no recibe respuesta. Vuelve a escribir a mediados de noviembre. Esta vez, le emplazan para una reunión en los días siguientes. 

En dicho encuentro la sorpresa de la madre es mayúscula. "Todo me empieza a chirriar", reconoce. Y eso porque le anuncian que cierran el protocolo al no haber sido testigos de ninguna agresión. Asimismo, le informan que los menores implicados han reconocido las agresiones pero alegan que su hijo les llamaba 'tontos' primero. "Suponiendo que mi hijo les haya dicho eso, ¿por qué no van y se lo dicen al profesor en vez de pegarle?". ¿Cómo es posible? Cuestiona ella. Y procede a relatar una estremecedora escena. 

"Una de las agresiones que sufrió mi hijo se produjo en un aula con una profesora presente", indica. Según su relato, un niño agarró a su hijo por el cuello y "casi lo deja sin respiración". La madre reconoce que la profesora estaba de espaldas, corrigiendo unas tareas, en el momento de los hechos y no lo vio. "Pero si mi hijo le hubiera llamado tonto, ¿no lo habría escuchado?". 

La situación llega a tal punto que el niño acosado comienza a tener pesadillas por las noches, vomita antes de salir de casa hacia el colegio y manifiesta reiteradamente que no quiere ir. "Incluso, me llega a decir que no se puede poner determinada ropa porque sus compañeros se van a reir". 

En enero de este año, la madre toma otra vez la drástica decisión de no llevarlo al colegio hasta que no se pongan medidas. "No es que quisiera dejarlo sin ir a la escuela porque sí. Pero me decía constantemente que se quería morir". Así justifica esta decisión.

Se pone entonces en contacto con la asistenta social y se reune con ella y el colegio el 2 de febrero. "Me decía que tenía que llevar al niño al colegio, pero yo no podía llevarlo en ese estado", lamenta. 

Unos días después recibe la llamada de un mediador del Gobierno de Navarra que trabaja en un colegio cercano. Se ofreció a ir de observador al aula y ayudar al niño a volver al aula. "Hablé con mi hijo y le pareció buena idea, así que regresó al colegio". 

El segundo día, el mediador envía un correo a la madre en el que constata que "el niño está mal en el aula". Pero el mediador falta dos días a las clases por estar de baja y comienzan otra vez los incidentes, "sobre todo con el profesor". 

Los padres del pequeño habían hablado con la orientadora y el mediador para que no se volvieran a escribir notas en la agenda del niño. Pero vuelven a llegar. Y el niño manifiesta otra vez en la agenda que se quiere morir. 

En abril el niño vuelve a dejar de ir al colegio. "Manifesté al colegio que no lo iba a llevar hasta se tomasen medidas". Además, el 26 de ese mismo mes la madre puso una denuncia en un juzgado de Pamplona y presentó pruebas. "También fui a hablar con Educación", apostilla. 

El 3 de mayo, la madre recibe un correo en el que el colegio le comunica que van a abrir un expediente por absentismo y desamparo del menor. "Ahí es cuando decido hacer pública nuestra historia". 

El pequeño sigue sin ir a clase. "Ahora mismo no puedo mandarlo. Y menos con los correos que está mandando el colegio a las familias desacreditando nuestra versión", lamenta la madre, quien teme las represalias contra su hijo. 

En casa el pequeño se siente seguro. Todas las mañanas hace tareas: "escritura, lectura y matemáticas", especifica su madre. Y ya cuenta los días para irse a un campamento en verano. Por las tardes acude a clases de pintura y ha empezado un curso de defensa personal en el que está encantado por el recibimiento que ha tenido. 

También ha empezado a ir al psicólogo para poder superar este episodio de acoso. Los padres piensan ya en el curso que viene. Les gustaría cambiarlo de colegio. "El mediador nos propuso que fuera al colegio en el que trabaja habitualmente, pero Educación no lo autorizó por ser un cambio a mitad de curso", lamenta la madre. Por eso, ahora están a la espera de ver si lo pueden matricular en otro colegio público el año que viene y barajan la opción de matricularlo en un concertado. 


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