- jueves, 12 de diciembre de 2024
- Actualizado 19:18
Ni la mira. La escena es terrible. En la inauguración de una placa recordando el atentado, en el discurso del acto, la hija del muerto se gira en el atril y le interpela directamente a la presidenta: cómo nos hace sufrir ver al gobierno de Navarra pactar con Bildu.
Cómo nos haces sufrir tú, Txibite. Y ni la mira. Como si no hubiera escuchado, como si no hubiera visto, como si sobre esas mismas baldosas no hubiera habido un charco de sangre de un asesinado y ella no tuviera por socio a los que alentaron, propiciaron y nunca han condenado ese crimen.
Hace falta tener mucho estomago, pensé al ver el vídeo, para no mover ni una ceja, una parpadeo de empatía, algo... cuando una víctima de lo que sea, en este caso del terrorismo nacionalista vasco, te dice que le estás rematando a diario con tus políticas de gobierno. Cómo me alegro, también pensé, de no tener que poner, para ganarme la vida, esa mirada indigna al vacío que pone Txibite cuando una víctima le dice a la cara que está pactando con su asesino.
A Txibite le afean las víctimas que pacte con el partido de los terroristas, mirándole a la cara y ella es incapaz de devolvérsela, manteniendo los ojos en una especie de limbo indefinido entre la nada y el infinito. Una mezcla entre desprecio, desdén y a mí que me cuenta. Alguien me dijo que también vergüenza, pero yo no la veo. Una presidenta avergonzada bajaría la cabeza si una mujer violada le recrimina que está pactando con su violador y que con esos pactos le hace revivir a diario la violación en su cabeza.
Txibite mantiene la mirada recta, hacia un horizonte inexistente, y no atiende a esa súplica. Para, Txibite, deja de hacernos daño, pero Txibite no para, Txibite continúa la senda inmoral que recorre a diario por un sueldo. Porque Txibite no lo hace ni por convicción, si desde Ferraz le ordenaran que tomara el camino opuesto lo emprendería sin rechistar. Si algo ha demostrado Txibite en estos años de gobierno es que es muy obediente con Santos Cerdán, Iván Redondo y don Narciso Sanchez, los verdaderos ideólogos de esta miserable política de apoyos del PSOE. Ella solo está ahí porque no molesta a sus jefes.
También hay un punto de cabreo en esos brazos cruzados de cría consentida y malcriada de la presidenta socialista, como diciendo, cállese, deje de recordarme lo obvio, que sí, que le debo mi carrera política, mi puesto, al partido de los que asesinaron a su padre. ¿Y qué? Y sigue sin mirarle, ni los ojos le va a conceder a esa víctima, y todos observan a Txibite, esperando un gesto, algo, con aquella hija, sobre el punto exacto donde a su familiar le pegaron un tiro por haber sido jefe de la Policía Foral.
Txibite sabe, como sabemos todos, que le debe el sillón al partido de la ETA y basta con dejar que los lamentos de las víctimas le resbalen de vez en cuando para seguir siéndolo. El vivo al bollo, el vivo al bollo... no mires, parece repetir en sus pensamientos, como un mantra, cada vez que se ve en una situación similar, esto son cinco minutos y ya se pasa, el muerto al hoyo, recuerda, y el vivo al bollo, no mires, piensa en tu soleado jardín donde haces bricolaje.
Esto pasa rápido, mañana le sigo poniendo ojitos y sonrisas a Adolfo Araiz y me vuelve a aprobar el partido de la eta los presupuestos para que yo pueda seguir tomando el sol y las cervezas, tranquila, en la mesa que lijé con tanto espero en el confinamiento de hace un año. Y eso es todo.