La libertad es el dinero que te queda al mes después de todos los gastos fijos: hipoteca, supermercado, ropa, gas, luz, agua, gasolina, internet, impuestos varios, más el IVA… Y ese dinero cada vez es menor.
Para que veáis cómo nos timan en España. Hay un chaval en Instagram que se fue hace unos meses con un coche viejo, un Fiat Marea de 1998, motor diésel y 250.000 km, que le costó 900€ en Barcelona, hasta Japón. Cuando estaba dando vueltas con el cacharro por Tokio, le entrevistan en una radio desde España. A la vuelta, vente a vernos con el coche a la emisora, le dicen. Y el tío responde más o menos así: “Puedo cruzarme el mundo de oeste a este, recorrerme Japón de punta a punta sin problemas, pero no me dejan las autoridades entrar al centro de mi ciudad, Barcelona, porque me multan con este trasto”.
Zona de Bajas Emisiones. Traducción: aquí solo entramos los poderosos. En Europa, los poderosos —o sea, los políticos— se hartaron de que los pobres pudiéramos viajar, de que les saturáramos carreteras y aeropuertos, y han puesto remedio: fuera, por el bien del planeta solo nosotros nos movemos. Para lo de los aeropuertos se inventaron la turismofobia, que es como decir pobres, go home.
Durante la pandemia —ahora que creo que habrá prescrito el terrible delito que cometí—, cuando no se podía uno mover, en teoría, yo me di muchas vueltas con el coche, sobre todo de Pamplona hacia el mar. Que me detengan, me dije, yo quiero ver qué hay ahí fuera. Y ahí fuera, en las autovías, era sorprendente el ecosistema que te encontrabas: solo camiones y cochazos de altísima gama. Daba cosica ir con mi golfito de vaqueros y zapatillas en mitad de aquella fiesta para gente con chaqué de cuatro ruedas. Fue como ir al futuro. Mira, esta es la sociedad que nos están construyendo los políticos españoles y europeos, me decía en cada escapada. Tú, pobre, quietecico en casa, que contaminas. Ya nos movemos nosotros por ti.
Hace unos días, este chaval del que os hablo colgó un vídeo de su nueva aventura con el Fiat Marea que en España solo te dejan achatarrar: recorrerse América desde Alaska hasta la Patagonia. Unos 50.000 km. Estaba por Canadá en ese momento, recogiendo el coche que se lo habían mandado desde Japón. En la primera gasolinera canadiense nos contó el precio del combustible: 0,83€. Mismo precio que en Japón, añadió. Y a mí se me pusieron los ojos en blanco. En España la gasolina la tenemos al doble de precio, debe de ser porque somos el doble de ricos que en esos dos países tercermundistas. Digo. No sé. Y me volví a sentir muy timado cuando pagué ayer 75 euros por llenar el depósito a 1,60€ el litro.
¿Hacia dónde vamos en España? ¿Por qué solo discutimos de chorradas sentimentales?
La libertad es el dinero que te queda al mes después de todos los gastos fijos: hipoteca/alquiler, supermercado, ropa, gas, luz, agua, gasolina, internet, impuestos varios, más el IVA… Y ese dinero cada vez es menor. En España, en muchos casos, es ya ridículo.
Pero vamos a salvar el planeta, el cambio climático es una realidad, dice Sánchez cada vez que se baja del avión oficial. Vamos también a poner fin al conflicto de Oriente Próximo, que esa es la segunda misión que nos ha impuesto el PSOE al sufrido y depauperado pueblo español, mientras ellos se mueven sin restricciones y se forran el riñón de billetes. Y no protestes contra estas políticas demenciales que nadie ha votado, que peor están en Gaza. Las únicas manifas a las que te deja el poder apuntarte, puto pobre, son por Palestina. No vayas a revolverte, mirarte la cartera y darte cuenta de la estafa. Y eso es todo.
