- martes, 10 de diciembre de 2024
- Actualizado 15:19
Encerrados. Quizás lo más adecuado sea empezar a llamarnos encarcelados o directamente secuestrados. Esta semana cogí el coche y me di una vuelta por carreteras secundarias que no recordaba. Quizás nunca había pasado por ellas. No lo sé.
En el centro de Navarra me paró en un control la policial. Me preguntó de dónde venía y a dónde iba... no lo sé, le contesté al agente, no lo tengo muy claro, me he puesto a conducir y he acabado aquí. Póngase la mascarilla y deme el carnet de conducir. No le gustó la respuesta, torció el gesto, endureció el tono. ¿Pero yo qué coño he hecho mal ahora?
Iba sin rumbo, como ese animal encerrado que recorre la finca acotada por una alambrada eléctrica por si se acerca y decide fugarse: descarga eléctrica y de nuevo para adentro. No te muevas.
La sensación de claustrofobia es ya desesperante. La certeza de ser un barco encallado en mitad del espacio y del tiempo es insoportable. No se mueva. No proteste. Aquí es usted un buen ciudadano, al otro lado de la raya, con las mismas medidas sanitarias, es usted una bomba vírica, un peligro, un irresponsable ultraderechista que quiere que mueran tus abuelos, que quiere saturar los hospitales. Excusas. Trolas.
Mientras esa policía que manda la izquierda nos vigila, los políticos hacen lo que les da la gana, para ellos las restricciones no existen. No hay día que no nos lo restrieguen pasándonos su privilegio por la cara.
Cualquier día cuelgan vídeos, como aquel de Iglesias en el AVE, mirando por la ventanilla, luego al ordenador abierto sobre la mesa del tren, de nuevo la ventanilla... disfrutando de su vida, el día que se fue a Barcelona a un mitin, en el que ni se sabe si intervino porque eso no nos lo mostraron. Da igual, lo que quería era que viéramos quién manda, quién no tiene problemas para moverse por donde quiera, cuando quiera. Él sí, tú no.
O fotos, como la que nos colgó ayer lunes un secuaz de Errejón con unos cuantos maromos más -curioso, todo tíos. Ni una tía-, explicándonos a las puertas de un restaurante de Madrid que habían dejado sus comunidades para intercambiar ideas, es decir, para irse de comilona. Ellos pueden largarse de las comunidades que cierran pero tú no. Tú tienes que dar cuenta a su policía que de dónde vienes y a dónde vas. Tú no puedes saltar de autonomía para ir a tu otra casa. Y la única política que quiere equiparar a la ciudadanía con esa clase política de izquierdas que sí que se mueve, Ayuso, le llaman loca.
Tú no estás autorizado a hacer ya nada durante un tercio del día. Toque de queda. Encierro en el encierro. Salvo que seas ministro y puedas ponerte al lado de tus familiares o donde quieras un acto de esos estúpidos que hacen los políticos, ir a mirar obras, como los jubilados, pero con un guía que les explique lo que sus caras dicen que no les interesa una mierda. Después, a disfrutar del finde semana largo donde hayan decidido.
Ábalos es el más listo, se lleva al consejero que colocó en Renfe y conoció de portero en un bar de lucecitas de neón de Pamplona, con un sobre lleno de billetes para que pague a tocateja el champán y los masajes que se dio hace unas semanas en un spa de lujo de Canarias
Alardean, como alardeaban hace un año de que les habían hecho "la prueba" cuando no había test de detección del Covid ni para los sanitarios que, sin protección adecuada, caían como chinches.
Aún recuerdo el tuit de ese de Podemos de Navarra, cómo se llama, nunca recuerdo los nombres de estos inútiles, voy a googlearlo. Eduardo Santos, consejero de Políticas Migratorias y Justicia. 47 años dice la wiki que tenía el año pasado nuestro héroe sin capa, sin ser grupo de riesgo alguno, donde presumía de que a él sí que le habían testeado y que había dado positivo pero que todos tranquilos, que iba a seguir trabajando por Navarra desde su habitación, es decir, a cobrar por mover papeles de sitio en una mesa imaginaria. Recuerdo que le pregunté por qué le habían hecho "la prueba" a él, pasando por encima de decenas de sanitarios, pero calló.
Todos somos iguales, pero los políticos de izquierda son más iguales que otros. Lo de siempre. El fraude de siempre. Y les seguirán votando, para parar el fascismo, dicen los tíos jetas, porque ahora todo es fascismo, vivimos amenazados por el fascismo, mientras ellos viven como Dios. Y eso es todo.