- viernes, 06 de diciembre de 2024
- Actualizado 12:01
Anda, mira, una foto en el "koskio" de la plaza del Castillo del partido de la Eta, reclamando sobre su montonera de asesinados - si te fijas bien, los ves ahí- que Euskkkalerría, más tarde que pronto, dicen, no sé qué leches de yo qué sé qué.
¿A ver quiénes son? Pongo lupa y me da la risa, confieso, pero mucha, viendo a cada uno de los que se han dejado fotografiar. Joder, vaya tropa, colega.
La miro y la remiro y me decojono vivo porque solo veo ya patéticos viejos, los más jóvenes son cuarentones de mi quinta, alguno lo recuerdo incluso de cuando aún salía de bares por la noche -coincidimos en los baños, siempre te gustaron largas, que nos conocemos, malandrín-, empeñados en agarrarse a un tiempo que se les escapa, como a todos.
Los referentes de la juventud, como nos hacían creer hasta hace dos teleberris, ya solo son perdidos maduritos en sus tribulaciones y sus monsergas, medio ciegos, como ese Asirón avejentado con las gafas en la punta de la nariz, que nos ha caído en Irroña encima por segunda vez.
Son tan aburridos y pasados de moda como ese gorro de pintor con la matraca de Gora Euskadi en verde, blanco y rojo –Gora Italia Askatuta... o México- descolorido, que lucen muchos de sus ajados seguidores San Fermín tras San Fermín. Se les ha pasado el arroz y la única revolución pendiente que tienen es la de la revisión de la próstata.
Qué implacable es la vida, hoy eres joven, mañana solo un tipo ridículo con pendiente en oreja enorme y descolgada, patillas canosas, calvo perdido, actuando como si aún fueras un chiquillo. La crisis de la edad tardía es desquiciante si no asumes tu realidad.
Los aberchándales ya únicamente son el anciano que todos hemos visto cuando teníamos 20 años al final de la barra, solo, con su vaso de tubo mental y del que nos descojonábamos porque cuando te acercabas con la intención de vacilarle, para hacerse el moderno decía guay del Paraguay. Bueno, él decía guai del Paraguai, que era euskaldun.
Además se les nota que lo llevan fatal, lo de que te descojones del frente de juventudes más cerca de los viajes del imserso -txoria txori por aki, txoria txori por allá... cuacuacuacuá- que de las ascensiones míticas para poner la ikurriña en las cimas de los montes del Pirineo aragonés.
Como ya no pueden matar, en los nuevos tiempos está feo, la ridiculez de hacer el mamarracho no saben cómo gestionarla. No hay peor drama que pasar de dar miedo a producir risa. La historia se repite como farsa que decía su admirado Marx. Y en eso andan, en el más absoluto de los sainetes.
Es jodido, ya lo sé, yo también estoy en ese barco, pero hay que asumir que tu tiempo de hacerte el joven ha pasado, ya no cuela. El peinado de Anasagasti un día también estuvo a la moda pero hay que dejarlo ir, queridos aberchándales de camiseta reivindicativa con su barriga reventona dentro.
La juventud está en otros sitios, a otras cosas a mil años luz de distancia de construir un estado para pagaros a vosotros las euskopensiones de veteranos de la kale borroka, que cantaban sabiamente los Lendakaris muertos. Y eso es todo.