• domingo, 15 de diciembre de 2024
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Opinión / Tribuna

La alerta antifascista ha podido más que el “Que te vote Txapote”

Por Manuel Sarobe Oyarzun

EH Bildu no evoluciona porque no hay nada que les empuje a ello. A la inquebrantable fidelidad de su parroquia se añade la ausencia de toda exigencia de regeneración democrática por parte de los socialistas.

El PSN, Geroa Bai y Contigo Zurekin se reunen con EH Bildu tras formalizar el acuerdo de Gobierno para la legislatura 2023-2027. PABLO LASAOSA
El PSN, Geroa Bai y Contigo Zurekin se reunen con EH Bildu tras formalizar el acuerdo de Gobierno para la legislatura 2023-2027. PABLO LASAOSA

Bakartxo Ruiz Jaso, la anterior portavoz de EH Bildu en el Parlamento foral, se despidió de la política institucional sin responder a la pregunta de si matar estuvo bien. Tres legislaturas en la cámara no fueron suficientes para que esta andereño de la Ikastola San Fermín aprobara primero de democracia.

Nada hacía pensar que las cosas fueran a mejorar de la mano de su sucesora, Laura Aznal Sagasti, habida cuenta del estrecho marcaje -incluso físico, como es de ver en sus comparecencias públicas- al que le somete el siniestro Adolfo Araiz Flamarique, guardián de la más abyecta ortodoxia batasuna. Lo que no podíamos imaginar es que Aznal se estrenara en el cargo dando un pasito atrás. Y es que los herederos del terror han debutado votando en contra de una declaración en homenaje a Miguel Ángel Blanco, cuando hasta ahora solventaban estas incómodas papeletas absteniéndose.

EH Bildu no evoluciona porque no hay nada que les empuje a ello. A la inquebrantable fidelidad de su parroquia se añade la ausencia de toda exigencia de regeneración democrática por parte de los socialistas, siquiera sea para hacer más digeribles sus acuerdos con la ultraizquierda independentista vasca. Nadie duda de que Sánchez y Otegi volverán a pactar en Madrid, al igual que lo harán aquí Chivite y Aznal. Y será así porque, tras el susto de las elecciones municipales, ello no ha pasado factura al PSOE en las generales, como tampoco lo hizo al PSN en las autonómicas. La alerta antifascista ha podido más que el “Que te vote Txapote”. Los socialistas nunca agradecerán lo suficiente la irrupción de Vox, que ha mermado los escaños de la mal avenida derecha al disgregar su voto.

Ramón Alzórriz Goñi, ese bocas al que el paso del tiempo no consigue pulir, ignora la importancia de las formas en democracia. Despreció a José Javier Esparza Abaurrea, ganador de los comicios forales, espetándole que podía ahorrarse la llamada a Chivite. Un agravio innecesario no tanto al líder de UPN como a las decenas de miles de hombres y mujeres que representan la mayoría sociológica de Navarra, a quienes este gobierno que se dice plural margina, olvidando que las mayores cotas de bienestar jamás logradas en esta tierra han venido del entendimiento entre regionalistas y socialistas. Esa animadversión contrasta con la cordialidad que presidió la reunión celebrada entre socialistas y abertzales, lo cual es paradójico, pues nunca se ha visto tanta complicidad entre dos partidos que se vieron para constatar -al menos de cara a la galería- que no era posible ningún acuerdo entre ellos.

Desafortunadamente nadie en la sede del Paseo de Sarasate toma en serio a Román Felones, favorable a un pacto entre los partidos constitucionalistas, que suman mayoría. El expresidente del PSN soñaba quizás con un gobierno sin extremistas, libre de ataduras con el terror, respetuoso con nuestro autogobierno y centrado únicamente en el progreso de una Navarra ávida por recuperar la competitividad y la excelencia de los servicios públicos. Toca despertar del sueño y darse de bruces con la realidad. Socialistas y abertzales se necesitan. Los primeros para conservar el poder, y los segundos para seguir creciendo merced a su blanqueamiento. En Euskadi, EH Bildu ya disputa la hegemonía nacionalista al hasta ahora todopoderoso PNV. Y mientras ambos partidos ganan, Navarra pierde. Comparen la posición de la Comunidad Foral en cualesquiera ránkings en 2015 y 2023. Son datos, no opinión.

Pero no todo acaba aquí, pues a Joseba Asirón Sáez se le está poniendo cara de alcalde de Pamplona. Y es que tras el anunciado “no” de Elma Saiz a nuestro jatorra, obligada por el fiasco socialista el 28-M, se vienen sucediendo señales inquietantes.

La primera de ellas fue la incomprensible negativa de la maleducada candidata del PSN a atender la llamada telefónica de Cristina Ibarrola con el infantil argumento de que no fue esta quien tecleó su número. A ello se añade el detalle de que la muchachada de Asirón apostada en la calle Curia únicamente increpó este año a UPN, no así a los socialistas, cuando fueron estos quienes privaron al vecino de Zizur Mayor de la alcaldía capitalina. Y, por si todo ello no fuera suficientemente indiciario de lo que nos espera, Elma Saiz se ha descolgado con un extemporáneo escrito lleno de reproches a la nueva alcaldesa, sin respetar siquiera, como ella misma reconoce, el periodo de gracia de los cien días de gobierno.

Todo apunta pues a que el futuro de Pamplona, a pesar de las toscas maniobras de distracción de Saiz, no se decidirá por las desavenencias en torno a la rotonda de San Jorge o al parking en la Plaza de la Cruz. El cambio se negociará en Madrid o en Bilbao como parte del precio a pagar por el apoyo abertzale al tándem Sánchez Chivite. El tiempo me dará o quitará la razón.

Dicho lo anterior, lo cierto es que la derecha tampoco ha merecido más en las pasadas contiendas electorales. Sus cainitas luchas han estresado a sus desconcertados votantes, forzados a elegir entre papá y mamá. Resultado: el PSOE ha pasado a ser la primera fuerza en las generales -dos senadores de regalo- y EH Bildu la segunda. ¿Es así como pretenden desbancar a la coalición nacional socialista comunista?

Votamos en mayo, estamos en agosto, y, a día de hoy, María Chivite cuenta con el apoyo de 14 de los 50 parlamentarios forales. Socialistas y geroas andan enfrascados en una bochornosa lucha por el poder, mostrando muy poca empatía con una ciudadanía cuyos problemas no constituyen su prioridad. Y conste que la ausencia de acuerdo no se debe precisamente a la falta de cargos y carguitos a repartir, pues somos, a pesar de nuestra exigua población, la segunda comunidad española con más consejerías, fiesta que pagan unos contribuyentes a los que se sablea sin piedad. Entre tanto, los trogloditas de Bildu, históricamente opuestos a todo progreso, se postulan como salvadores. Pues ya estamos todos otra vez. Y todavía habrá quien se pregunte por qué el talento navarro se fuga a chorros a Madrid...

Alguien dijo que el pueblo nunca se equivoca. A la vista de lo que aquí sucede, no estoy seguro de que ello sea siempre cierto.

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