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Opinión / Tribuna

Matar estuvo mal, Bakartxo

Por Manuel Sarobe Oyarzun

¿Matar a los nuestros estuvo bien? Todavía resuenan en el Parlamento Foral los ecos de la pregunta que Consuelo Ordóñez espetó a Bakartxo Ruiz, portavoz de EH Bildu, cuya respuesta seguimos esperando…

El portavoz del PSN, Ramón Alzorriz, los parlamentarios de EH Bildu, Bakartxo Ruiz y Adolfo Araiz y el vicepresidente y consejero de Presidencia Javier Remirez, en el inicio del pleno del parlamento. EFE/ Jesus Diges

El silencio de la abertzale resulta llamativo pues los estatutos de Sortu, formación en la que milita, proclaman que el partido “desarrollará su actividad desde el rechazo de la violencia como instrumento de acción política o método para el logro de objetivos políticos, cualquiera que sea su origen y naturaleza; rechazo que, abiertamente y sin ambages incluye a la organización ETA”. El texto obliga además a sus cargos institucionales a oponerse “de manera clara y expresa, a cualquier clase de connivencia (…) con la violencia.”

La negativa de Ruiz a admitir que matar estuvo mal supone pues un claro incumplimiento de las normas rectoras de su partido, lo cual puede deberse, bien a que las ignore, algo improbable en una dirigente, bien a que tales estatutos sean, en realidad, un engaño. Así lo entendió el Tribunal Supremo que, tras analizar el abundante material probatorio, denegó la inscripción de Sortu en el Ministerio de Interior al considerarlo continuador de la ilegalizada y disuelta Batasuna, y concluir que el rechazo a la violencia tenía una finalidad exclusivamente defraudatoria. 

El Tribunal Constitucional revocó dicha sentencia al creer en la sinceridad de los buenistas estatutos y rebajar a meras sospechas lo que para el Supremo eran evidencias de la continuidad de la proscrita Batasuna. Varios magistrados emitieron votos discrepantes en los que, además de denunciar que el TC se extralimitó al entrar a valorar las pruebas, cuestión reservada a la jurisdicción ordinaria, vinieron a tildar a sus colegas de pardillos por no advertir el embuste de los abertzales. “Cabe preguntarse -dijo con sorna Rodríguez Arribas- qué es lo que se reclama como prueba suficiente; ¿que sean los mismos defraudadores los que confiesen su propósito?”. “Resultaría cuando menos candoroso -argumentó Aragón Reyes en la misma línea- que quienes quieren engañar lo manifiesten de manera fehaciente.”

Una década después podemos confirmar que los magistrados discrepantes llevaban razón. Los estatutos de Sortu, tal y como apuntaban, han resultado ser una añagaza, pues dicho partido ha esquivado desde su misma fundación toda condena a la violencia terrorista. La jugada, eso sí, les salió bien; accedieron a las instituciones y, desaparecida ETA, nadie reclama ya su ilegalización. Bien es cierto que tampoco Sánchez la permitiría, aunque para ello se viera abocado a modificar nuevamente el Código Penal. Yo, en su lugar, y para evitar el bochorno de tener que ir despenalizando delitos a medida que sus socios los van cometiendo, zanjaría el tema introduciendo una disposición preliminar que rezara algo así como: “El presente Código no será de aplicación a los miembros de aquellos partidos cuyo apoyo necesite Pedro Sánchez Pérez-Castejón para perpetuarse en el poder”.

Que Sortu -integrado en EH Bildu- pueda concurrir a las elecciones no es, con todo, lo más grave. Más preocupante me parece el apoyo que concita, pues revela hasta qué punto el patriotismo vasco radical nos ha embrutecido. Y es que nada cabe reprochar a quienes se sienten nacionalistas, pero sí a los que vehiculan este sentimiento votando a una formación que ha servido a asesinos, secuestradores y extorsionadores. 

Añádase, para completar el escarnio, que, traspasando todas las líneas rojas que salvaguardaban la decencia de los socialistas hasta la llegada de Pedro Sánchez y María Chivite, los amorales de EH Bildu han sido los elegidos por PSOE y PSN para cogobernar España y Navarra, sin que dicho apareamiento haya ido precedido de la menor exigencia de contrición. “Haréis cosas que nos helarán la sangre”, predijo acertadamente la madre de Joseba Pagaza. Hay que tener mucho estómago para votar a estos socialistas que, además de blanquear a los filoterroristas -algo de lo que Santos Cerdán se confiesa “muy contento”- indultan a golpistas, despenalizan la sedición y sacan a los depredadores sexuales de unas cárceles que también irán abandonando los malversadores de fondos públicos. ¿El socialismo es esto? Convendría disponer guantes profilácticos al lado de sus papeletas…

El futuro de Bakartxo Ruiz inquieta, pues uno no sabe dónde puede resultar más dañina, si en el Parlamento Foral, como guardiana de la caverna ideológica de Bildu, o en las aulas a las que regresa. La ley exige a todo docente una certificación negativa del Registro Central de delincuentes sexuales. Me pregunto si ello es suficiente, si no habría que reforzar la protección de la infancia impidiendo que sus inocentes mentes puedan ser moldeadas por quienes no atesoran una mínima ética. Y es que de los profesores se espera que además de conocimientos transmitan valores, y espanta imaginar cuáles será capaz de inculcar quien a estas alturas no tiene claro que matar estuvo mal. La deslegitimación de la violencia también es responsabilidad de la escuela. Si nuestra protagonista fuera peluquera -algo que según Wikipedia contempló- el riesgo de contagio de su perversa ideología no se antojaría tan preocupante.

Sería interesante saber si la portavoz de EH Bildu enmudecería de igual modo ante otras muertes, como las provocadas por el nazismo, la dictadura franquista, la segregación racial, la violencia de Estado, la de género, la vicaria…  ¿Considera quizás que hay quienes sí merecieron morir? A ver si recupera pronto el habla y nos lo aclara.

Hay más ejemplos de este comportamiento bipolar; existen localidades en la Navarra comanche en las que los mismos que acosan a aquellos convecinos que no comulgan con sus credos totalitarios, a alguno de los cuales llegaron a matar, se desviven por rescatar una yegua o un perrillo caídos en una sima... Aprovecho la ocasión para denunciar que en ese parque temático del odio llamado Etxarri Aranatz, las flores y la vela que hace unos días recordaban a Jesús Ulayar en el aniversario de su asesinato tampoco se respetaron esta vez. Tras más de cuatro décadas bajo tierra, Jesús todavía no se ha ganado el derecho a descansar en paz. ¡Malditos sean!

Lo mejor que puede hacer Bakartxo Ruiz tras doce años en el Parlamento sin regalarnos un solo gesto en favor de la paz y la convivencia o de empatía hacia las víctimas del terror -tener un hermano etarra supongo que tampoco ayuda- es dejar paso a otros, aunque mi confianza en que su sucesora lo haga mejor es nula, pues nada hay más monolítico y alérgico a la evolución que el mundo abertzale. Las ansias de paz en su seno se han pagado con la vida. Recuerden a Yoyes, la dirigente etarra que renegó de la violencia. Los certeros tiros en la cabeza que el valeroso Kubati descerrajó a María Dolores González Cataráin mientras paseaba con su hijo Akaitz, de tres añitos, fue el mensaje que ETA envió a quienes osaran apartarse de la ortodoxia del terror. ¿Aprueba la bildutarra este asesinato?

Con estos antecedentes entenderán que en EH Bildu no afloren distintas sensibilidades ni se celebren primarias. Y ello a pesar de que dicha coalición incluye a partidos como Eusko Alkartasuna, Alternatiba y otros gropúsculos, ninguno de los cuales pinta nada, y cuya única razón de ser es que personajes tan caducos como Maiorga Ramírez -doctor en ética política, aunque no lo crean, y ¡parlamentario foral desde 2003!- sigan chupando de la teta pública.

¿Matar estuvo bien? Pues no, Bakartxo, claro que no. Matar nunca ha estado bien. Supera el miedo que te atenaza y díselo, alto y claro, a los txikis a tu cargo, mostrando al menos en las aulas de mi querida Ikastola San Fermín -a la que tu presencia nada ayuda- el valor que te ha faltado en el Parlamento. Hazlo por ellos, pero también por ti y por todos quienes como tú sois rehenes del siniestro pasado que os persigue, porque hasta que no vomitéis una sincera condena de la violencia terrorista, tampoco vosotros encontraréis la verdadera paz.


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Matar estuvo mal, Bakartxo