Se consiguió gracias a la mayor promoción de vivienda pública de la historia de Navarra, que llevó a más de 10.000 personas a vivir a lo que hasta entonces eran campos de cereal.
En el año 2003 había tres casas y una iglesia. Apenas vivían 10 personas y en dos años, fallecieron la mitad. Quedaban cinco vecinos y estaba al borde de la desaparición como tal en la cola del Valle de Egüés, a menos de cinco minutos en coche del mismísimo centro de Pamplona.
Pero un proyecto elaborado por el Gobierno de UPN de Miguel Sanz, en 1998, nacido del entonces Departamento de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Vivienda de la que posteriormente sería alcaldesa de Pamplona y la primera mujer presidenta del Gobierno de Navarra, Yolanda Barcina, les rescató de la muerte lenta y lo convirtió en uno de los núcleos poblacionales más importantes de Navarra.
Hablamos de Sarriguren y de sus actuales 15.935 habitantes; y de la conocida como Ecociudad de Sarriguren, algo inédito hasta entonces en Europa. Tal fue así que antes de ponerse una sola piedra, el Centro para los Asentamientos Humanos de las Naciones Unidas lo distinguió como “Buena práctica en Desarrollo Sostenible”. Y años más tarde, ya con los primeros vecinos poblando la ciudad, obtuvo el Premio Europeo de Urbanismo en la categoría Medio Ambiente, un premio bianual que reconoce los mejores proyectos realizados dentro de los países de la Unión Europea, siendo el máximo galardón oficial en materia de ciudades en este ámbito.
Resulta curioso que estando tan cerca de Pamplona, nunca hubiera tenido un número importante de vecinos, como otras localidades de los alrededores de la capital. Aún así, la historia como asentamiento humano data de, por lo menos, hace 6.500 años según los hallazgos prehistóricos que aparecieron durante las obras de urbanización de la Ecociudad.
Su nombre procede del euskera sarri ‘espesura’ y guren ‘hermoso’. Las primeras referencias escritas son del año 1366 y de poco más tarde la iglesia de piedra consagrada a Santa Engracia, la cual se mantiene en pie en la actualidad y que fue integrada en el proyecto de urbanización.
Aquellos años eran complicados para el acceso a la vivienda y el Gobierno de Navarra supo detectar las necesidades y dar una respuesta para el siglo XXI que estaba a punto de llegar: una macropromoción de viviendas en la que todas las casas debían estar acogidas a algún tipo de protección, y que fuera lo más respetuosa posible con el medioambiente.
Para ello, el Gobierno de Navarra dividió en 20 parcelas un millón y medio de metros cuadrados de suelo público y las fue vendiendo a los promotores privados para la construcción bajo los criterios de lo que se denominó "Matriz bioclimática", es decir, una especie de normativa de cumplimiento obligatorio para los constructores, entre las que figuraban cuestiones relativas al aislamiento térmico, la doble orientación de todas las viviendas, calefacción central de gas natural; placas para calentar agua corriente; lamas orientables en las fachadas, placas solares en los tejados; y por supuesto, muchas zonas ajardinadas que ayudaran a absorber el CO2.
Al final se construyeron 5.577 viviendas, de las cuales, aproximadamente la mitad era VPO y la otra mitad de precio tasado (VPT), que se adjudicaron sobre todo a parejas jóvenes que han dado pie a lo que hoy es uno de los núcleos poblacionales más importantes de la Comarca de Pamplona.
Asimismo, se ha convertido en la mayor promoción de viviendas de la historia en Navarra, que entre los años 2006 y 2010 llevó a más de 10.000 personas a vivir en un paraje que, sólo unos atrás eran campos de cereal y que hoy en día sigue siendo un ejemplo de construcción bioclimática para toda Europa.
