En mi opinión, no serían los escenarios o espacios con motivos más idóneos para una actividad formativa no selectiva, y más aún, según añadía la vicepresidenta, en jóvenes con memoria crítica.

La vicepresidenta de "Memoria, Convivencia, Acción Exterior y Euskera" del Gobierno Foral, según noticia de prensa —supongo facilitada por su gabinete—, informó hace unos días que, en la quinta edición de la denominada Ruta al Exilio, cuarenta jóvenes de entre 16 y 17 años, de distintas partes del país, conocerían puntos de Navarra con vinculación con la memoria histórica, durante una semana de permanencia en nuestra comunidad, por tercera ocasión consecutiva, y con el objetivo de acercarlos a la historia reciente a través de esos lugares de especial significación, combinados con actividades formativas y socioculturales.
Desconozco las actividades formativas a realizar, aunque, según la noticia, lo que sí está definido en la Ruta al Exilio es la visita a lugares o espacios donde, en algunos, se rememorarán hechos trágicos ocurridos hace más de ochenta años, comenzando por el fuerte-prisión de San Cristóbal, donde mantuvieron un encuentro con la vicepresidenta, o la sima donde se produjo el trágico hecho del brutal asesinato de una familia en Gaztelu, siguiendo por el Parque de la Memoria de Sartaguda, la ruta de contrabandistas, y finalizando en el campo francés de internamiento o deportación de Gurs (a 15 km de Oloron-Sainte-Marie).
En mi opinión, no serían los escenarios o espacios con motivos más idóneos para una actividad formativa no selectiva, y más aún, según añadía la vicepresidenta, en jóvenes con memoria crítica, de acuerdo a las reflexiones vertidas —que transcribo a continuación— por los expertos E. Lira y R. Vinyes, hace menos de un año, en la UPNA, con motivo del II Congreso Internacional de Historia con Memoria en la Educación.
El experto Ricard Vinyes afirmaba: “La memoria es un derecho, no un deber. Lo que genera a las administraciones la obligación de implantar políticas públicas para garantizarlo” y, sin embargo, continuaba: “ha querido alejarse de la ilusión de que la memoria sea una especie de ente que nos protege de las cosas malas, de las dictaduras, en este caso. La acción memorialista tiene que ser una herramienta que intente que las experiencias profundas y existenciales se conviertan en instrumentos para construir una ética, no solo tienen que estar centradas en sucesos traumáticos”.
Y precisamente su colega Elizabeth Lira añadía: “Muchas veces la memoria se reduce al desastre y al sufrimiento, y creo que hacemos mal cuando solo recordamos el dolor y la muerte, aunque es verdad que tenemos esa necesidad de reconocer la historia de los seres humanos que, en un momento determinado, fueron víctimas por sus ideas”.
Y es cierto, pues, como familiar de dos víctimas —una testigo y otra asesinado— en dos hechos trágicos, que pienso que podrían haber sido también lugares de visita: el primero en la ría de Bilbao, donde se produjo el asalto de enloquecidos milicianos (25-9-36) y la matanza de 89 personas, en el buque prisión Cabo Quilates, ante la impotencia y horror del pelotón que los custodiaba; y el segundo, el asesinato por la FAI, en la checa de San Elías de Barcelona, de 49 religiosos (mayoría navarros) la noche del 9-10-36. Pero no es esta la forma, como apuntan los expertos, y pido disculpas por este desahogo.
Pero para una Ruta al Exilio no hay que acudir a hace más de ochenta años, pues es reciente memoria histórica los casi 900 asesinatos de ETA (42 en Navarra) y los cerca de 2.600 heridos, con el exilio forzado de familiares, y los amenazados y extorsionados, que todavía pueden dar testimonio vivo y personal de la barbarie sufrida durante esas décadas tan próximas.
No me parece negativa en su totalidad la actividad que se realiza, si se tuviera en cuenta lo expuesto y las observaciones de los expertos, eliminando una memoria histórica selectiva. Pero, con lo que está cayendo, y ante la pasividad del Estado —en paradero desconocido— de parte del Gobierno Foral, no creo que sea la Ruta al Exilio una actividad prioritaria, y menos la dedicación de una vicepresidenta del mismo.