La relojería Corral de Pamplona tiene un encanto especial cuando entras por la puerta. La enorme cantidad de relojes de pared, de todo tipo, antigüedad y tamaño, que cuelgan de sus paredes hace inevitable lanzar la mirada a este local tan especial.
Esta relojería está situada en la calle Padre Calatayud 15 en pleno segundo Ensanche de la capital navarra. Está muy cerca de otros establecimientos que hemos conocido en este apartado de comercio local.
Como es el caso, por ejemplo, del bar Ciaurriz de Jesús Echeverría que está situado justo en frente de la relojería, o el bar restaurante New Trujal de Miguel Mongelos en la calle San Fermín.
La relojería Corral abrió sus puertas en 1989, hace ya 35 años de la mano del pamplonés Félix Corral Arteta y de su hijo José Miguel Corral Barrachina. Félix falleció y su hijo sigue adelante con el negocio desde hace casi cuatro años.
José Miguel tiene 55 años y asegura que tiene mucho trabajo en la relojería: "Desde hace un tiempo a esta parte no deja de entrar trabajo. No hay manera de sacar todo adelante. No tengo ni idea del motivo, pero la gente llama constantemente".
José Miguel sigue hablando en plural: "Arreglamos todo tipo de relojes, desde el de pulsera hasta el de torre. Tengo uno antiguo que puede datar de hace 250 años. Lo encontramos mi padre y yo hace mucho y lo fuimos restaurando poco a poco porque estaba destrozado. Estaba en alguna torre de una iglesia y lo tiraron. Ahora está en marcha".
Reconoce la crisis del pequeño comercio: "En Pamplona cada vez hay menos tiendas en general. Ya no quedan ferreterías, apenas droguerías que son cosas de las que yo me nutro para hacer mi trabajo. El comercio en general está mal", señala.
También están cerrando algunas relojerías, como la relojería Larrayoz en la calle San Antón por jubilación: "De arreglo de relojes hay pocas. Desgraciadamente cada vez hay menos", indica José Miguel.
A la gente que le deja su reloj en la tienda lo único que le pide es "un poco de paciencia porque no llego. Hay gente que lleva esperando dos años o más a que le termine el reloj y necesito seis o siete horas de tranquilidad para los ajustes y no llego".
El enorme número de relojes que tiene colgados puede indicar que también los vende: "Yo solo me dedico a la reparación. Algunos clientes me traen relojes de alguna herencia que quieren venderlos y yo lo que hago es poner en contacto al vendedor y al comprador. No me dedico a la compra venta".
Todos los relojes que tiene expuestos son para arreglar, "tanto los de pared como otros de pulsera o de bolsillo, de todo tipo. Casi todos los días entra alguno de pared y cada uno tiene una historia y una reparación distinta. Estoy un poco agobiado por la cantidad de trabajo que hay pero contento porque esta profesión me gusta", concluye José Miguel.
José Miguel Corral tiene otra faceta menos conocida y es la de pintor. Estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Pamplona y continuó en 1990 en el taller de pintura de Isabel Baquedano, Arteleku, en San Sebastián.
En 1999 ganó el primer premio de pintura en el tercer certamen de artes plásticas para jóvenes, organizado por el Gobierno de Navarra. Al año siguiente ganó el primer premio del XV concurso de pintura navarra con 32 años y posteriormente expuso una selección de sus obras en el Museo de Navarra.
