• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / In foro domestico

Fuera Mancomunidades

Por Ángel Luis Fortún Moral

Hace años que tenemos la oportunidad de aprender, acompañando a nuestras hijas e hijos, que el agua llega a los grifos de nuestras casas por una red de abastecimiento que se inicia a varios kilómetros y recorre tierras y jurisdicciones.

Junta General de la Mancomunidad de Pamplona. MIGUEL OSÉS
Junta General de la Mancomunidad de Pamplona. MIGUEL OSÉS

Por el camino, plantas de tratamiento que preparan y adecuan el agua para el consumo. Pero no acaba ahí. El agua que no consumimos, con nuestros desechos, circula por una red común hasta centros de procesamiento y depuración, para evitar el deterioro medioambiental.

Y aún hay más, las aguas de lluvias torrenciales y desbordamientos también son controladas y, en la medida de lo posible, encauzadas; no sólo pueden contaminar la red de abastecimiento de agua para consumo, también es responsabilidad de una gestión del ciclo agua integral.

Todo este complejo sistema abarca amplias partes del territorio que han ido conformando Mancomunidades; desde los municipios en que se recoge el agua hasta los municipios en que se procesan los desechos, todos ellos se han agrupado por necesidad, aunando proyectos y esfuerzos para acometer extraordinarias infraestructuras y obras comunes, complejos proyectos que perdurarán durante decenios.

Cualquier criatura lo sabe. Cualquier criatura habrá ido de excursión escolar a visitar alguna planta de tratamiento o depósito. Hemos podido verlo en centenares de exposiciones, vídeos y publirreportajes.

Toda la gente sabe qué es una Mancomunidad. ¿Toda? Pues parece que no. En algún recóndito despacho algunas gentes han cogido un mapa municipal de Navarra y han tirado líneas. Y surgen las Comarcas.

Que se parten las redes de abastecimiento y saneamiento, y qué las comarcas son éstas y punto. ¿Cómo se resolverá que en una Comarca esté la planta de tratamiento y en otra Comarca quede el centro de procesamiento? Y, como éstas, el resto de dudas obvias: ¿será más cara el agua que nos llega a las casas?, ¿seguirá siendo sostenible el sistema del ciclo integral?, ¿quién y cómo se asumirá el coste de duplicar, triplicar o cuadruplicar servicios que ahora los presta una sola entidad?

Porque lo que se echa de menos es, precisamente, una mínima explicación de los criterios. Las Mancomunidades se conformaron respondiendo a la necesidad de agrupar servicios municipales, partiendo de la realidad, con respuestas concretas a necesidades concretas. Los excesos o defectos del actual sistema de Mancomunidades ¿se corrigen con la propuesta comarcal? Nada se dice en la propuesta. ¿Al menos se analizó?

Un sistema que funciona, como las Mancomunidades, se disuelve para establecer otro sistema que responde… ¿Exactamente a qué criterios responde? Es eso lo que da vértigo: la obsesión por aniquilar lo anterior sólo porque se considera de los otros. Sólo porque se aprobó gobernando los otros, ya se convierte en perverso y hay que desintegrarlo. De nuevo el cainismo ciego tratar de arrasar con lo anterior, sólo porque lo firmaron los otros. Ahora el cainismo politiza algo tan esencial como el mapa de servicios públicos, su prestación eficaz y efectiva, que implica un derecho a recibirlos en igualdad.

De nuevo se siembra fractura y enfrentamiento. Una Comarca podrá exigir más ingresos por suministrar el agua. Otra los exigirá porque mantiene la única planta de tratamiento en funcionamiento. Y todas podrán recriminarse que las infraestructuras se hicieron con el esfuerzo y la colaboración común, cuando se apostó por la solidaridad común, aunque ahora lo vendan como vergonzosas cesiones al contrario.

Será un debate de sordos, se mantendrán las posturas por el color de la camiseta. Se defenderá o atacará hasta la extenuación en términos de victoria o derrota de mi partido político.

Jaleo. Mucho jaleo. Muchos titulares y decenas de opiniones de todo tipo para que, al final, una respuesta facilona y pretendidamente tranquilizadora concluya: que los técnicos resuelvan los problemas surgidos por la necesidad concreta. Ya, ¿y por qué no se parte de los criterios técnicos? Pues porque es políticamente incorrecto coincidir y acordar con el contrario. Porque lo que hemos elegido, lo que seguimos eligiendo cada vez es politizarlo todo: politizar hasta la muerte.


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