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Opinión / Sabatinas

El tiovivo

Por Fermín Mínguez

Hay semanas en las que cuesta decidirse sobre el tema para para hablar con ustedes. Algunas por falta de inspiración y otras, como ésta, porque hay demasiado donde elegir. Sin embargo, la sensación es que estamos hablando siempre de lo mismo, ¿no creen?

Las barracas de Pamplona durante los sanfermines de 2019. MIGUEL OSÉS
"Pues esa sensación es la que tengo de vida actual, cuando nos va bien alegría, y cuando nos bajan, bocinazos. Pero siempre en el mismo tiovivo, conducido muchas veces por un tipo de apariencia dudosa con afán recaudatorio, “dame la ficha”.

Es como en los tiovivos, pero no los clásicos con caballitos, sino esos que tienen naves y aviones y había vueltas que dabas por abajo y otras en las que te subía y creías volar, ¿se acuerdan? Lo más divertido era cuando volabas, y cuando te bajaban sólo estabas esperando volver a subir, lo aceptabas como la parte aburrida y la mayoría nos dedicábamos a tocar la bocina y hacer el imbécil hasta que volvías a subir y disfrutabas. ¿No hacían algo parecido?, a ver si voy a ser el raro. Pues esa sensación es la que tengo de vida actual, cuando nos va bien alegría, y cuando nos bajan, bocinazos. Pero siempre en el mismo tiovivo, conducido muchas veces por un tipo de apariencia dudosa con afán recaudatorio, “dame la ficha”. Pago y distracción programada.

El tiovivismo es aplicable a cualquier tema de actualidad.

Llevo un par de semanas para escribir sobre Hasel, una vez que ha pasado la tormenta y ya parece correcto volver a la vida anterior a su encarcelamiento, bien porque nos han bajado de la nave, bien porque hay otro tema, otro cochecico que probar. Hubo un par de semanas en las que él estaba arriba, era el centro informativo y tuvo todos los apoyos del mundo. Se quemaron las calles (fuera de horario de oficina, eso sí, no forcemos. Revolución sí, pero organizada), y muchos políticos de referencia se rasgaron las vestiduras (iba a poner se rompieron la camisa, pero Camarón está muy por encima de nuestra clase política) en contra de una ley injusta, opresora, medieval y alta en colesterol si me fuerzan. Pues bien, ha pasado algo más de un mes de su ingreso en prisión, y saben cómo está la historia, ¿verdad? Pues aunque no se diga nada, todo igual. O peor, claro. Él sigue en la cárcel, lo que ya no preocupa a ningún partido, algunos detenidos más en las manifestaciones y la mayoría con la conciencia tranquila durmiendo en casa con una camiseta de #todossomos Pablo. Y los políticos de vestiduras rasgadas, que son los que pueden cambiar la ley, ojo, pues dijeron en febrero que iban a proponer un cambio y ahí siguen, sin cambiar nada. Bocinazos cuando tocaba, y vuelta a subir.

Ahora toca transfuguismo, que es eso que solo preocupa cuando toca en contra, cuando te toca ir por abajo, porque cuando es a favor, cuando vuelas, no te paree tan feo. El sistema electoral permite elegir a un partido y este elige a los miembros de su candidatura, hasta ahí claro. Una vez elegidos, a los miembros se les exige voto unitario para lo que diga el partido, si no, estás fuera. Esto no es una norma escrita, pero así va más o menos. Tiene además otra desventaja, que una de las cualidades que priman en los miembros, y miembras claro, de las candidaturas es la afinidad al partido, en lugar de la crítica, por ejemplo, que sería mejor. Tiovivo raro, una nave arriba dirigiendo, y todos los demás debajo, aburridos pero con viajes ilimitados, y preparados para tocar la bocina cuando proceda.

Yo, que soy simple, pienso que si el voto va a ser unitario por partido, quizás no haga falta tanta gente en las listas, que se pongan tres y luego voten por porcentaje, más sencillo todo y nos llevamos menos a engaño.

Hay otra opción, y es que no se penalice el voto libre. Que cuando se incluyan independientes en las listas sea de verdad, y que si hay algo con lo que no estás de acuerdo puedas votar en contra. Esto exigiría toneladas de esfuerzo por consensuar, y quizás todos volando a media altura, pero volando al fin. Algo más de zozobra pero seguro que más proyección a largo plazo. Si alguien se está planteando que las mejoras se consiguen en los cuatro años de legislatura, y que solo dependen de que ese alguien gobierne, estamos delante del pelotazo democrático, de esos perfiles mesiánicos que siempre decepcionan porque cuando pintan bastos tienen donde refugiarse.

Podríamos aplicar el tiovivismo a las vacunas, aunque esto es más de montaña rusa, o del tren de la bruja, que primero te diviertes y luego te dan un escobazo, y luego un globo, y otra vez un escobazo, y así. Hay vacuna (globo), que no hay, (escobazo), ¡¡¡que hay muchas!! (globo), que no llegan (escobazo), ¡¡que llegan a espuertas porque hay varias!! (globo), que provocan trombos, (escobazo patrocinado por el resto de vacunas), que ya no (globo). Miren, uno sube con ganas de divertirse y baja con un mareo que ni en el Riau-riau (los que no tengan la suerte de ser navarros, a buscarlo en Google). Y entre globos y escobas la historia es que no acabamos de controlar al virus, cada vez más apáticos, más asociales y tristes por una situación de restricciones y miedo de la que además nos hacen responsables un día sí y otro también.

Lo malo del tiovivismo es que sea aplicable a nuestra vida como algo general, y que el tiempo de vuelo sea cada vez menor y sólo sirva como recompensa menor que justifique que estemos todo el día en la parte de abajo, grises y a bocinazos, porque somos incapaces de encarar al responsable y exigirle que nuestro esfuerzo y dinero dan para algo más que para que él viva contento. Que por muy chungo que sea, que lo es, que lo son, los del tiovivo somos más.

Otra cosa es que como somos incapaces de ir todos a una, y nos juntamos en subgrupos que son fáciles de enfrentar, nos valgan victorias pequeñas entre nosotros como sedante. Si el problema es la casa, no parece que discutir por quién tenga la habitación más grande, o la mejor almohada incluso, vaya a solucionar el problema, por mucho que ganemos en lo pequeño.

Pero no me hagan mucho caso, igual es que sigo enfadado porque esta situación pandémica se me está haciendo muy larga y necesito volver a casa y que me abracen, y lo del tiovivo es una imaginación mía y realmente podemos decidir lo que necesitamos y estamos bien dirigidos por quien se preocupa por nosotros y no por él mismo.

A lo mejor es así, sí.

O a lo mejor tenemos lo que nos merecemos.

¿Damos otra vuelta? ¿O bajamos?

Diría que hasta las canciones se repiten, qué le vamos a hacer…

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