• miércoles, 18 de junio de 2025
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Opinión

Llevo un tiempo escuchando esto de que ya tengo una cierta dad, o que no sé quién la tiene, o es una cierta edad para hacer tal o cual cosa, ¿les suena? Suelen decirlo quienes se quieren justificar por algo que no hacen curiosamente, pero ya empieza a tocarme las narices.

En Cáseda, unos días atrás, tres personas, un padre y dos de sus hijos, fueron muertas, en pleno día y en plena calle, con tiros de escopeta. El autor se reconoció como tal ante el juez.

Ya se ha ido el verano. Este de 2018 ha sido el último de la IX legislatura, y ha sido el propio Gobierno de Navarra quien se ha empeñado en que ya era hora de hacer balance, y así, en el ya lejano julio, hizo desfilar a sus consejeros a contar todo lo que habían llevado a cabo y lo bien que lo habían hecho

Tras los recientes asesinatos de Cáseda (Navarra) y de la golfista española en Iowa (EEUU), uno se pregunta ¿por qué mata el ser humano? e intenta buscar una respuesta, que se encuentra en la ciencia, en la Criminología.

¿Conocen la historia de la reclamación que un usuario puso a Pontiac porque cuando compraba helado de vainilla su coche no arrancaba? No está claro que sea real, pero si quieren se la cuento.

Tenemos que hablar. Seamos valientes, quitémonos las caretas. No soy yo, eres tú, que eres un euskoplasta. Hace mucho que lo único que nos une es la inercia de haber estado juntos unos cuantos años.

El anuncio del Presidente Sánchez de proponer a las Cortes Generales una reforma exprés de la Constitución para “acabar con los aforamientos” (sic) en 60 días suscita numerosos interrogantes, de diferente naturaleza, destacando los jurídicos.

La hipoxia es una brusca disminución de oxígeno en tu cuerpo producida, por ejemplo, por el deporte a ritmo alto, que te sume en un estado de serenidad y tranquilidad mental, mientras estás sudando, sorprendente.

El autor sostiene que los casos de los másteres falsos hacen daño sobre todo a aquellos que se han esforzado mucho por sacar sus estudios adelante.

Para los que hemos participado en el proceso de la transición política española del régimen autoritario franquista al democrático actual, resulta frustrante que algunos se empeñen en resucitar viejos fantasmas políticos, como si nada hubiera sucedido desde aquel 20 de noviembre de 1975 al día de hoy.

Un cuarto de hora superioridad al principio y diez minutos buscando la épica al final nunca pueden justificar el insulto al aficionado que ha supuesto esta eliminatoria de Copa.

El autor se muestra contrario a que el Ayuntamiento de la capital navarra haya concedido el Pañuelo de Pamplona a los primeros médicos que practicaron el aborto.

Arrancamos de nuevo, no sé si preparado o no porque cada vez se hace más cuesta arriba empezar. Será la edad, o las costuras. Parece que siempre se empieza igual, pero ni uno es el mismo que empezó la última vez, ni tampoco lo es  la realidad a la que se enfrenta. Ni preparados ni entrenados me temo.

Mucha propaganda. Ruido y solo ruido, a veces incluso molesto, ahormado con palabras huecas fáciles de olvidar, a las que el ciudadano presta escasa atención.

El autor lamenta cómo la izquierda está empleando la exhumación de Franco para tratar de imponernos su visión sobre el debate entre izquierda y derecha.

La extraña sensación de coincidir con alguna decisión de este cuatripartito de chalados afortunadamente me duro poco porque cuando desperté por segunda vez, el puto dinosaurio del partido nacionalista vasco reinante y sus vástagos batasunos lo habían vuelvo a okupar.

Violadores de la propiedad ajena deberíamos llamar a los okupas, que toman posesión de locales de los que no son propietarios sin permiso de sus dueños o usuarios legítimos, con violencia en la mayoría de los casos.

Desayunaba hace unos días como solo se desayuna en verano, de vacaciones, mirando al mar desde la terraza de un ático francés con la mesa llena de mermeladas y bollería de pâtisserie, con la brisa tibia barriéndome las legañas, cuando me volví a topar con su retrato leyendo el periódico, oscureciéndolo todo durante un par de segundos.

¿Qué tendrán que ver los aceites con los nacionalismos? ¿Qué el sabroso aceite de oliva español con el perverso nacionalismo anacrónico, retroalimentado con los superados y caducos conceptos de raza, lengua y cultura propios del romanticismo y sentido pesimista del siglo XIX?

En un Estado de Derecho como el español, no se puede, ni se debe, debatir sobre el Código Penal, ni cuestionar al Poder Judicial, como si se tratara de un musical de Broadway en el que bailamos al son que mejor nos suena.

Estaba el otro día con un amigo tomando unas cervezas de terraceo urbanita en capital europea, pongamos Madrid, por decir algo, tras un concierto en el Botánico de los gabachos Phoenix, -en junio vimos a Elvis Costello y su garganta rajada. Este año vamos de festivales pequeños- y la conversación se nos fue de las manos, para variar.

No le resultará costoso al lector recordar la película “El día de la marmota”, comercializada en España con el título “Atrapado en el tiempo”. Las intenciones del Gobierno socialista sobre educación me han recordado este cuento cinematográfico. 

Al final, todo se acaba, hasta los Sanfermines, que se van poco a poco: primero el vallado, después los gigantes, luego los pañuelos, las velas y por último el humo.

Todos los encierros de este año parecen haber sido cortados por el mismo patrón: toros muy rápidos que cubren la distancia en menos de dos minutos y medio.

El bichico, que venía como una auténtica locomotora, solo ha pinchado en el brazo de un corredor que, volviendo al tópico, ha vuelto a nacer.

Vosotros ustedes (como dicen por el sur) se tomarán a guasa estas crónicas y jiji jaja pero vamos camino, a muy corto plazo, de que vivamos un encierro en el que haya toros que lleguen a los corrales de la Plaza de Toros ANTES que los corredores.

Siempre he tenido en mente esa frase que atribuyen a Rafael El Gallo sobre que es mejor aficionado a quien le caben más toros y toreros en la cabeza

Está la gente alterada con lo del cambio de los bueyes. Que si van más rápido que los bureles, que si estropean el espectáculo, que si no hay forma de ponerse delante de semejante torada...

El primero de los toricos ha puesto su pezuña en el albero pamplonés en apenas 2 minutos con lo que ríete tú de la fórmula uno.

Manada disgregada a lo largo de la Estafeta y los que se quedan colgados, al tran tran, pero sin tirar ni un mal  derrote.

Hay tardes en Pamplona que se convierten en el escenario de los sueños para esos toreros denominados modestos que tienen la oportunidad de verse anunciados en el serial sanferminero.

En nuestro travesía por las aguas del Cantábrico Norte, el Calypso nos acerca al mítico atolón de Pamplona donde se agolpa la muchedumbre para celebrar unas fiestas universalmente conocidas.

Cuántas veces he pensado lo bueno que fuera que el mundo estuviera del revés, pero la realidad me hace ver que, si le dejamos ponerse así, volver a enderezarlo será una tarea casi imposible de realizar.

Otro año más 6 de julio, doce de la mañana, y de nuevo lo que tendría que ser una fiesta multicolor, espontánea y feliz, se ha convertido una vez más en un encorsetado y aburrido mitin político en blanco -de caspa- y negro -como el futuro al que nos empujan- abertzale.

Mientras por la mañana en la Asamblea de Madrid se votaba una propuesta para prohibir la entrada de los menores a los toros, en Pamplona por la tarde la plaza respiraba un ambiente familiar con especial protagonismo de los más pequeños