El 53% de los adolescentes que sufren violencia de pareja terminan ejerciéndola también, según una investigación del grupo Infinty: familia, amor y sexualidad del Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra. El estudio se ha presentado en las jornadas ‘Prevenir la violencia en adolescentes y jóvenes y acompañar a víctimas y victimarios’, celebradas en Madrid junto a la Facultad de Educación y Psicología, y subraya que la prevención debe empezar desde las aulas, donde los jóvenes pasan gran parte de su tiempo.
María Calatrava, psicóloga e investigadora del ICS, sostiene que la adolescencia es una “etapa clave en la construcción de las relaciones afectivas”, porque es el momento en el que los jóvenes “desarrollan sus primeras experiencias amorosas, lo que influye en su forma de entender el amor y las relaciones interpersonales en la vida adulta”. El trabajo indica que el 35% de los adolescentes ha sufrido o ejercido violencia psicológica, especialmente a través del control, los gritos o la revisión del móvil, pero también mediante aislamiento social e imposición de normas.
Calatrava destaca que uno de cada diez jóvenes ha sufrido agresiones físicas, mientras que la violencia sexual aparece en el 13% de los casos, con comportamientos que van desde el envío de contenido íntimo hasta actos sexuales sin consentimiento. La investigadora subraya que “la violencia de pareja adolescente se intensifica con la edad”, especialmente entre los 15 y los 18 años, cuando se incrementan los casos de chantaje emocional y coerción sexual.
La psicóloga explica que haber sufrido bullying aumenta la probabilidad de vivir o ejercer violencia en la pareja, igual que el consumo de sustancias como tabaco, cannabis, alcohol o drogas. El estudio se ha elaborado con una muestra de 3.524 adolescentes en España, de los cuales 612 chicos y 793 chicas han declarado tener o haber tenido pareja.
María Calatrava, psicóloga e investigadora del Instituto Cultura y Sociedad: “Para prevenir cualquier forma de violencia de pareja en adolescentes es fundamental trabajar estrategias de regulación emocional”
La investigación incorpora una guía de prevención dirigida a colegios e institutos, que propone herramientas para identificar señales de violencia, intervenir a tiempo y educar en relaciones basadas en respeto y equidad. Para Calatrava, la clave es enseñar a los jóvenes a gestionar sus emociones: “Desarrollar la inteligencia emocional, la autoestima, la empatía y la asertividad, así como impulsar habilidades de convivencia, resolución de conflictos y cómo pedir ayuda”.
Entre las técnicas educativas propuestas se incluye el diario emocional, que ayuda a identificar sentimientos como rabia, miedo o tristeza; la expresión creativa de las emociones mediante dibujo o escritura; y la conocida técnica de la tortuga, que enseña a “refugiarse” simbólicamente para calmarse y practicar la respiración cuando sienten peligro o tensión.
María Calatrava, psicóloga e investigadora del Instituto Cultura y Sociedad: “Buscamos formar a los padres para que ejerzan su autoridad y sepan identificar señales de alarma en sus hijos”
La prevención, según la investigadora, debe complementarse con la labor educativa en el hogar. Para ello, plantea formar a las familias y enseñarles a reconocer patrones de violencia en la pareja adolescente, que pueden pasar desapercibidos. Entre las señales de alarma menciona los celos excesivos, control del móvil y redes, aislamiento de amistades, presión para dar explicaciones constantes, cambios de humor, ansiedad al hablar de la pareja, humillaciones y miedo a contrariarla.
Calatrava recomienda que, si los padres detectan estas señales, se comuniquen con una actitud positiva y paciente, fomenten la toma de conciencia y construyan una red de apoyo: “Es fundamental garantizar la confidencialidad, reforzar sus avances y generar entornos afectivos donde puedan pedir ayuda sin miedo”.
Un estudio que, según su autora, recuerda que la violencia en las relaciones adolescentes no solo se sufre: también puede aprenderse, reproducirse y prevenirse, especialmente si familia y escuela actúan juntas.
