• sábado, 05 de octubre de 2024
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Opinión / Sabatinas

Adaptarse o vivir

Por Fermín Mínguez

Sí, sí, o vivir. Nada de morir si no te adaptas. Ya basta de meter miedo con quedarse fuera de los nuevos tiempos y costumbres. Igual Darwin sólo tenía razón a medias…

Conocerán la frase de Darwin porque un 80% de las presentaciones tecnológicas, y de gurús de la resiliencia la utilizan para cerrar con tono solemne y esperando la ovación cerrada del público: “No es el más fuerte de las especies el que sobrevive, tampoco es el más inteligente el que sobrevive. Es aquel que es más adaptable al cambio”.

¿Les suena, no? Tiene varias versiones, y suele ir acompañada de un consejo final sobre cómo adaptarse, generalmente sensiblona, a tocar el corazón, del tipo “pueden ser frágiles, pero siempre que se adapten”. La frase suele ir acompañada de una foto de Charles muy mayor, con barba, y a veces mandando callar. ¿Les suena?, seguro que sí. Pues bien, la frase es una estafa, al menos si no se desarrolla. Adaptarse o morir, váyanse a paseo todos. De la mano a poder ser.

El mensaje de Darwin no es un mensaje de esfuerzo, motivación y esperanza, que va, es un mensaje de angustia. Que si quieres sobrevivir, renuncia a lo que sea necesario pero adáptate. La clave está en sobrevivir, que no es lo mismo que vivir, ni parecido. Las preposiciones cambian mucho la vida, en general. Las preposiciones y las proposiciones.

Con esa tendencia al exceso y a la intensidad que nos está regalando este primer cuarto de siglo estamos perdiendo el foco en muchas de las cosas importantes, y pervirtiendo otras. Lo que era un mensaje bonito, el de la resiliencia, el de ser capaz de soportar y afrontar la vida cuando vienen mal dadas, lo hemos transformado en una exigencia. O soportas la vida que tienes o eres una piltrafa. O te adaptas a la realidad, o estás fuera. O tragas o no comes. Y, que quieren que les diga, así no. Una cosa es resiliencia y otra burro de carga, ¿no creen?

Escuchaba el otro día a un responsable de alguna asociación de banca, no recuerdo quién ni de dónde y casi mejor, que decía que estaban diseñando un plan de choque para mejorar la atención a los mayores, pero que no sería inmediato, que paciencia. Resiliencia bancaria. Miren, pedir tiempo a los mayores, que es lo que menos tienen, me parece una falta de respeto. Hacerlo desde la superioridad moral de saber que nada pueden hacer contra ti, más. La atención a mayores ya funcionaba bien, iban a las oficinas, les atendían y se iban. El problema lo creó quien ahora busca la solución. Empeora la atención con la excusa de la digitalización al grito de ¡adáptate!, cuando la cosa se complica piden resiliencia y aguante, y cuando se ve que no chuta se lanza un plan de choque para recuperar parte de lo quitado.

Para darle credibilidad se busca y se nombra a la enésima Greta Thunberg temática, esta vez un señor mayor al que se recibe para dar visibilidad de que se está haciendo algo, y hala, venga, a seguir resiliendo. Fantástica la labor que está haciendo, de verdad, pero en vez de dejarle ir a él solo podríamos acompañarlo de mil en mil, igual iba mejor la negociación.

Miren, no sé a qué aspiran ustedes y sea lo que sea me parecerá bien, yo siempre en su equipo, pero elegir sobrevivir como opción triunfadora no puede ser. Que vale que la vida ahoga a veces, que bastante con seguir, que sí, que sé de qué me hablan, pero no es suficiente. Hay que vivir, es más, si me dejan elegir, hay que bienvivir. Elegir las opciones de las que uno quiere disfrutar, ver qué le aportan y cuánto le cuestan. Y saber también cuánto de esta evolución social nos acerca al propósito o nos aleja del mismo. Todo no sirve, todo no es útil y todo no es necesario. Las obligaciones están para cumplirlas, pero no hay que perder de vista lo que nos gusta, lo que nos motiva, lo que nos pone como motos, porque eso está ligado a nuestro propósito en la vida, que, aunque suene hortera, tiene que ser ser felices. 

Una de las cosas que más feliz me hace es la gente, compartir con amigos, con ustedes también que ya lo son cada sábado, conocer gente. De hecho si me preguntan en que quiero invertir el tiempo que me queda, que espero que sea el máximo posible, la lista sería simple; estar con quien me quiere, hacer barbacoas familiares pantagruélicas en Mañeru, ir al máximo de conciertos posible (a poder ser con los Palanters), desayunar jamón y torreznos arreglando el mundo, celebrar zorreras el seis de julio, conocer medio mundo con mi mujer y mi hija, que me cuentes el otro medio que no he conocido, comer contigo en sitios feos pero en los que “se come bien”, quedar para tomar una caña y volver cantando Las Grecas, trabajar en algo, y con personas, con sentido; rugby en general, visto y jugado, en la medida que pueda; hacerte cosquillas; tomar café y escuchar vinilos; quedar con la sobrinada; invitar a garrotitos a quien lo merezca; pintar lo que sea. Y escribir, como no. 

Repasando la lista, y queda corta, que no he puesto lo de volver a comer kubak, nada de esto depende de la evolución, adaptabilidad o revolución tecnológica. Porque así, entre usted y yo, lo de las cervezas virtuales, los conciertos online, y las reuniones en streaming se las pueden meter por el puerto USB. Necesitamos piel, y oportunidad de disfrutar. Si para sobrevivir tengo que renunciar a esto, en aras de no sé qué logros globales, yo me bajo aquí. Pulso botón de parada, les saludo con la mano a los que se queden en el autobús de la supervivencia y a disfrutar lo que quede como se pueda y nos permita la evolución.

La tecnología tiene que estar para ayudar, para facilitar que hagamos lo que nos motiva, no para enterrarnos. Del listado anterior la innovación puede ayudar a un montón de cosas, a organizar, a reducir tiempos de espera, a garantizar la seguridad, a prevenir, a rehabilitar, a ayudarte a decidir, incluso a encontrar el punto bueno de los torreznos, fíjense. Pero no a sustituirlo.

¿Saben qué pasa, además? Que hay quien ni quiere, ni necesita adaptarse para ser feliz y tiene todo el derecho del mundo. Si los dinosaurios se hubieran adaptado ahora estarían en un zoo seguramente, comiendo chía proteinada seguramente. ¿Es mejor sobrevivir que vivir? Permítanme dudar.

También hay otro tema, y ya cierro, que la adaptación se valora siempre hacia lo novedoso, cuando evolucionar también es reconocer lo bueno anterior y promoverlo. Imagínense por un momento que llega el apagón mundial (otra amenaza más que nos cae, no vaya a ser que dejemos de tener miedo), ¿quien creen que sobrevivirá?, ¿el responsable papudo de banca que les decía antes, o quien viva en el campo con un huerto, gallinas y libros? Pues eso, tecnología que mejore posibilidades de vida, pero con foco. Y sin perder ese punto de instinto que nos hace mejores.

El amigo Darwin también decía que los instintos naturales se pierden en estado doméstico, pero esto lo verán menos en las charlas de motivación. Rebeldes, pero en el redil. Decía tantas cosas interesantes Charles que no se cuentan que no es justo, por ejemplo que el hombre al que le preocupa gastar una hora de su tiempo, aún no ha descubierto el valor de la vida. Ese es mi Charles, el que habla de vivir y no sólo de sobrevivir. 

Resiliencia sí, pero cuando valga la pena. Tecnología toda la posible, pero enfocada a la mejora de lo que necesitamos, no impuesta. Y vivir, vivir siempre.

Sean buenos pero, sobre todo, sean felices. Y vivan, vivan todo lo que puedan.

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