• martes, 16 de abril de 2024
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Opinión / Sabatinas

Déjalo ir

Por Fermín Mínguez

Habrá que empezar a dejar ir, sin piedras que lastren y con cicatrices que recuerden.

Una joven sobre una roca mira al mar. ARCHIVO
Una joven sobre una roca mira al mar. ARCHIVO

Supongo que tocaba hablar de crisis, de inflación, de responsabilidad social y demás, pero si quieren se lo resumo en cuatro palabras: todo depende de ustedes. Así que permítanme un paréntesis de actualidad, o no, y hablemos de nosotros, ¿les parece?

En Blade Runner, que confío en que hayan visto y, si no, ya tienen un plan para el fin de semana, hay una conversación preciosa entre Roy y el Dr. Tyrrel en la que este le dice que “La luz que brilla con el doble de intensidad dura la mitad de tiempo, y tú has brillado con muchísima intensidad”. Roy habla de ese miedo que tenemos todos a perder lo que hemos construido, a esa necesidad de quedarnos donde hemos sido felices. Lo malo es que eso no funciona así, la vida no funciona así. Hay veces que nuestra luz es la piedra de otros y viceversa, por eso es tan importante saber dar salida a lo que nos bloquea.

Que estamos de paso es algo que supongo que tenemos todos claro, y que hay veces que ese de paso dura años, y otras que dura un ratico, las ráfagas de amor que decía Benedetti, o una ráfaga de luz en Blade Runner. Una ráfaga que nos puede cegar por un tiempo y hace que nos quedemos quietos hasta que volvemos a recuperar la visión. En ese momento tenemos dos posibilidades. La primera es quedarnos en el sitio esperando que vuelva la luz, exigiendo nuestra dosis lumínica, convencidos de que si la tuvimos una vez merecemos otra. La segunda es seguir avanzando buscando nuevas luces, guiados e inspirados por el recuerdo de la anterior. Avanzar no es olvidar, ojalá, ¿no creen? Avanzar es reconocer que podemos hacerlo de nuevo. Pensamos que hay algo heroico en asumir las pérdidas y seguir adelante Yo creo que no es así, creo que es incluso más bonito, que hay algo de homenaje a lo vivido en seguir buscando, sin tener que demostrar nada a nadie.

Por eso es tan importante cuidar las salidas, permitir que las personas salgan, porque si no hay situaciones que se enquistan y que nos persiguen a lo largo del tiempo, creando una necesidad de reparación primero, de reconocimiento después y que puede acabar en necesidad de venganza. Cuántas guerras se podrían haber evitado si se hubiera dejado ir correctamente.

Esta semana de reencuentros profesionales tuve una conversación con Beatriz que decía que hay veces que encajamos en lugares, profesionales y personales, no tanto por nuestro momento sino por el momento del otro, y que, cuando este cambia, nos vemos fuera sin entenderlo demasiado y casi siempre cuestionando si hemos hecho lo correcto. Nos ahoga, como en la canción que cierra, la necesidad de respirar un aire que no es el nuestro ya. Hay que dejar ir, y esto tiene más que ver con la honestidad que con cualquier otra cosa. No sé ustedes, pero yo entre trabajo, amigos, mudanzas, vecinos, relaciones, deportes, hobbies y demás tengo un armario lleno de ex, que, según mi querida RAE significa “que fue y ha dejado de serlo”. La vuelve a clavar la Academia, algo que ya ha dejado de serlo, y esperar que vuelva, o que la vida vuelva a ser como antes de que dejara de serlo es un absurdo, lleva a la frustración, a la reyerta emocional, a empezar a navajazos contra el destino para defender una posición que ya hemos perdido. Nunca se vuelve al lugar del que partimos y, permítanme un destripe (spoiler para los modernos), el destino gana siempre, y gana porque no tiene memoria.

Podríamos hablar también de que la forma en la que nos dejan impacta, y que hay mucho imbécil suelto, y esas cosas para dar penica, pero no ayuda. Cada uno que cargue con su conciencia y con sus piedras, salir adelante es una opción personal.

La conversación de antes en Blade Runner sigue con Roy diciendo “He hecho cosas malas”. ”Y también cosas extraordinarias, goza de tu tiempo”, es la respuesta.

Toca gozar de lo que tenemos porque no sabemos cuánto durará, cuánto tiempo lo tendremos en nuestras manos y, cuando toque soltarlo, dejarlo ir, sacar la piedra del bolsillo y dejarla con cuidado en el punto en el que estemos para retomar el camino más livianos, más tranquilos, seguramente más tristes pero con más posibilidades de volver a encenderse y brillar. Mirar lo positivo que hemos hecho para construir más, y reconocer lo malo para no repetirlo, sí, pero no para fustigarnos por ello.

Dejarlo ir, conscientes de que lo hacemos y hacerlo bien. Que no desaparezca sin dejar rastro, ni que se enquiste pidiendo venganza. La mejor opción de tener un mañana feliz, es construir un hoy bonito, ¿no les parece?

Habrá que empezar a dejar ir, sin piedras que lastren y con cicatrices que recuerden.

Sean buenos y, sobre todo, sean felices. Y brillen con la máxima intensidad que puedan, duren lo que duren, que a esta vida se viene a brillar, no a reflejar. Sonrío.


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