• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / Tribuna

Votar para no ser cómplice de las próximas infamias

Por Manuel Sarobe Oyarzun

El próximo 28 de mayo estamos convocados a las urnas. Analicemos dicha cita con cierta perspectiva.

Los planes de desarrollo franquistas se olvidaron de Navarra. Quizás por ello Félix Huarte, don Félix, tras una fecunda vida empresarial, emprendió, junto a Miguel Javier Urmeneta y un puñado de entusiastas funcionarios de la Diputación, un ambicioso plan de modernización que transformó una Navarra eminentemente agrícola, que invitaba a emigrar, en una pujante sociedad industrial.

Construyó polígonos a los que atrajo inversores mediante incentivos fiscales, haciendo un uso inteligente de nuestro régimen foral, desarrolló infraestructuras e impulsó la formación profesional. Se crearon 200 empresas y 20.000 empleos. El Opus Dei erigió una prestigiosa universidad que posibilitó que los hijos de esos labriegos, entre otros, tuvieran a su alcance un futuro más prometedor que el que la vida deparó a sus esforzados padres. ETA inició su sangrienta historia. Coincidiendo con la visita de la automovilística Ford, interesada en instalar una fábrica en España, secuestraron a Felipe Huarte. Los americanos se decantaron por Almusafes.

Esta fructífera política continuó, ya en democracia, de la mano de unos regionalistas y socialistas que, alternándose en el poder, trabajaron codo con codo por el bien común. Lo hicieron jugándose la vida. Son los años de plomo en los que quienes no se arrodillan frente a ETA lo hacen cada mañana para revisar los bajos de su coche. El binomio ETA-HB se opuso a sangre y fuego a todo proyecto de progreso, desde una carretera a un pantano. Mataron a operarios, extorsionaron a empresarios, sabotearon obras... Como amontonar cadáveres de guardias civiles parecía no bastar para doblegar al Estado, decidieron socializar el sufrimiento asesinando a políticos; caen Ordóñez, Blanco, Caballero, Mújica, Jiménez-Becerril y señora…  Adolfo Araiz Flamarique es quien más sabe de esto.

El desencuentro de Yolanda Barcina con Roberto Jiménez precipita el fin del fértil entendimiento entre sus respectivos partidos. Los socialistas, despechados, se unen a los nacionalistas para impedir que la Universidad de Navarra levante varios centros punteros de investigación biomédica, perdiéndose centenares de puestos de trabajo de calidad.

En 2015 el nacionalismo vasco accede por primera vez a la presidencia de Navarra de la mano de Uxue Barkos Berruezo. La de Geroa Bai, mejor comunicadora que gestora, desmonta, una a una, las políticas que durante décadas auparon al Viejo Reyno a la cúspide del bienestar nacional. El autogobierno se emplea para hacer a los navarros de peor condición que el resto de los españoles. La Comunidad foral se torna en un infierno fiscal que ahuyenta la inversión. Madrid, libre de nacionalismos rancios, nos roba la merienda copiando nuestras eficientes recetas. Las obras públicas se paralizan mientras se favorecen las políticas identitarias. Navarra inicia su declive. Los miles de empresas que abandonan Cataluña empujadas por el ruinoso “procés” no recalan precisamente aquí. ¿Para qué diablos los cansinos nacionalistas reclaman más y más competencias, si no saben ejercerlas en beneficio propio?

En 2019 el electorado inflige un severo correctivo al cuatripartito. El PSN, ignorando el mensaje de las urnas, sale al rescate del maltrecho nacionalismo vasco y, traicionando sus vehementes promesas, accede al gobierno aupado por los herederos de ETA. Tras lustros en el ostracismo purgando la corrupción de Gabriel Urralburu y Javier Otano, los socialistas navarros -ayunos de un referente moral que ponga pie en pared- no quieren dejar pasar por más tiempo la oportunidad de saborear el poder, sin importarles el precio a pagar por ello. Adolfo Araiz reaparece, no para pedir más sangre, esta vez, sino para rubricar el acuerdo presupuestario con María Chivite. En la fotografía de la vergüenza que los inmortaliza en el despacho presidencial, él sonríe, mientras ella, seria, desvía la mirada. Hay que tener mucho cuajo para fingir empatía con las víctimas mientras se pacta con quienes apadrinan a sus victimarios.

La dependencia del nacionalismo prolonga las lesivas políticas que tanto criticaron los socialistas en la oposición. Navarra continúa descendiendo peldaños en el ránking de la EPA. Las manifestaciones de Mikel Irujo excusándose de que “no es tan infernal” invertir aquí lo dicen todo. El consejero, por cierto, pone en valor la existencia de una universidad pública olvidando la privada, que es precisamente la que él eligió...

El último agravio, el impuesto sobre las grandes fortunas, que Navarra aplicará aumentando los tipos en Patrimonio, mientras Euskadi -donde gobierna la misma coalición que aquí- se ha olvidado de él. Una razón más para deslocalizarse. Y van …  La enésima constatación de que ser socialista o nacionalista es más gravoso a este lado de la muga. Que alguien me lo explique, por favor. Para colmo de males, más impuestos no se traducen en mejores servicios. La antaño modélica sanidad foral se deteriora hasta tal punto que los navarros se lanzan a contratar seguros privados, algo inédito en esta tierra.

Tanto aquí como en Madrid los abertzales aprietan a placer las partes blandas de los socialistas. Lo que ETA no logró matando lo hace ahora Bildu pactando con ellos. “Presos por presupuestos”, confiesa descarnadamente Otegi. El discurso también muta en el Ayuntamiento pamplonés, donde la dócil Maite Esporrín pasa del “Agur Asirón” al “Kaixo Joseba” a cambio del futurible noveno escaño en el Parlamento foral que mendigó y que, según las últimas encuestas, el PSN no logrará. Entre tanto, Bildu, sabedor de que los socialistas tragarán con todo, arma sus listas con candidatos de la vieja guardia, los más inadaptados a la vida democrática. Su próximo objetivo declarado es la Ribera, cuyos votantes socialistas les han allanado el camino, blanqueándolos.

La política nacional tampoco ayuda a la causa socialista. El otrora partido garante de la estabilidad constitucional se echa al monte. Su máxima prioridad es asegurar cuatro años más al inquilino de la Moncloa, asaltando a tal fin cuantas instituciones se le pongan por delante. Su alianza con quienes trabajan indisimuladamente para demoler el exitoso régimen del 78 debilita en extremo al Estado, al plegarse a todas sus exigencias; indultar a golpistas, despenalizar la sedición, reducir las penas a los malversadores de fondos públicos…. Y, por si ello fuera poco, aprueban delirantes leyes promovidas por unas ministras podemitas tan ignorantes como soberbias -nuestra Ione Belarra, entre ellas- como la que, pretendiendo proteger a las mujeres, excarcela a sus violadores...

A los próximos comicios llegamos aquí, además, con el centro derecha dividido, para regocijo de sus adversarios, y una ciudadanía apática -nacionalistas exceptuados- más propensa a llenar El Sadar que las urnas. Si quieren dejar patente su disconformidad con la descrita deriva, háganlo votando el próximo 28 de mayo, bien para enderezar el rumbo, bien para no ser cómplice, al menos, de las venideras infamias.


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