- domingo, 10 de agosto de 2025
- Actualizado 06:17
Mi querido compañero de vida, farras y letras, don Eduardo Laporte, el mejor columnista que tiene Navarra de largo, hizo un descubrimiento que al ekipo mediko de ofendiditos, como viejas beatas malas del nacionalismo vasco que son, les sacó de quicio: el cuatrivaskito.
Vuelvo de correr, con la lengua seca fuera (tipitapa, tipitapa. Ko-rri-ka), entro en el portal, abro el buzón y... booooooom. Mi pulsómetro registra un pico, el terror está aquí. Meto un grito y pego un salto hacia atrás, como si hubiera encontrado una multa de la zona azul o una carta exigiéndome el impuesto revolucionario.
Desde que estuve en Londres una temporada, que me dio por coleccionar toda la publicidad con la que forraban las cabinas rojas de teléfono, no tenía tanto jolgorio encima de mi mesa, tanto tríptico, sobre, papeleta, folletín o como se llame toda esa propaganda. Y a un nos queda las de mayo... la madre del cuto: la cuta.
En realidad es un consuelo. Para los que hemos elegido juntar letras en folios, hoy eléctricos, saber que puedes morirte con 91 años haciéndolo, con un Dry Martini en la mano, lo de ser un juntaletras, como quien hace pulseras hilando tranquilamente abalorios, es un alivio. Un futbolista es ex futbolista tres cuartas partes de su vida, por ejemplo.