- lunes, 11 de agosto de 2025
- Actualizado 10:08
A mi compañero columnista de por aquí, Laporte, me consta que le jode que cuelgue fotos desde las terrazas en las que escribo bajo el título de “mi oficina”. No le voy a hacer ni puñetero caso, por chinchar, y voy a contar lo que veo, cervecita fresca en mano, desde esta en la que me encuentro, en pleno baluarte del Redín, esperando a los bárbaros.
Salvo honrosas excepciones, y suicidas, un par o tres de bares que adoro donde aún pelean por traer grupos en directo, el mejor lugar para la cultura musical en Pamplona es la estación de autobuses: coges un bus y en cinco horas te plantas, por ejemplo, en Madrid para ver los conciertos que quieras.
Cada uno tendrá su método para saber si un disco es bueno o no. El mío es tan sencillo como bajarme al coche, meter el cedé, subir el volumen a tope, tensar primero el aire del interior para después, abrir las ventanillas y esperar la reacción de los peatones en los pasos de cebra con el oxígeno inflamado que sale de dentro.