- lunes, 11 de agosto de 2025
- Actualizado 10:08
Bueno, pues ya está aquí, a la bandera del peneuve (micromachismo) ya le han abierto la puerta para que sea colocada y colocado, enchufada y enchufado, en todos y todas los balcones y balconas de los ayuntamientos y ayuntamientas de Navarra/varro (me pagan por palabras y por palabros, es lo que hay amados lectores y amadas lectoras).
Confieso que me divierte. Otra vez me ha llamado mi madre preocupada para decirme si el artículo de Logroño que escribí la semana pasada era mío.
Hacerse mayor es ir pasando de casi todo lo que te gustaba, como la última película de La Guerra de las Galaxias, por ejemplo, yo, un loco de la saga, de la verdadera, de los episodios IV-V-VI. Yo que fui Han Solo de pequeño me he ido desenganchando, decepcionado al ver en qué adefesio han convertido mi universo infantil.
Si quitamos los dos discos que son obra directa de Dios, los últimos de Cohen y Bowie, los que más me han gustado entre los mortales, sin hacer mucha memoria, que con estas cosas de los preferidos es mejor decir este y el otro, a bocajarro, pimpán, han sido el de Coque Malla, "El último hombre en la tierra" y el de Iván Ferreiro, "Casa".