OSASUNA
El último rugido del viejo Sadar: se cumple un año sin público en el estadio rojillo
Más de 15.000 personas acudieron el 8 de marzo del año pasado al Osasuna-Espanyol, el último partido antes de que estallase la crisis del Covid-19.
Más de 15.000 personas acudieron el 8 de marzo del año pasado al Osasuna-Espanyol, el último partido antes de que estallase la crisis del Covid-19.
Este 8 de marzo se cumple un año de la última vez que El Sadar acogió un partido de Osasuna con el público rojillo en las gradas, dejando tocado a un Espanyol que visitó Pamplona con la obligación de sacar los tres puntos.
En la mañana de aquel 8 de marzo, 15.737 personas se acercaron hasta el feudo para animar a los jugadores de Osasuna que disputaron un encuentro vital para sus intereses contra un rival directo por la permanencia.
El segundo capitán, Roberto Torres hizo el único tanto del choque desde los 11 metros. El mago de Arre anotó con gran calidad y clase a lo Panenka el penalti en el minuto 51 en la portería ubicada en el Graderío Sur. Las gradas estallaron de alegría.
Osasuna sumó su octava victoria de la temporada para acumular 34 puntos a falta de 11 jornadas para el final de la competición. Aquel día se dio un golpe casi definitivo para estar un año más en la máxima categoría.
Desde entonces, el conjunto navarro no ha vuelto a jugar con su activo más importante y el equipo que sigue dirigiendo Jagoba Arrasate echa en falta a toda esa hinchada que cada dos semanas se daba cita a orillas del río Sadar para disfrutar de la previa antes de entrar al coliseo.
Entre medias, El Sadar se ha ido reformando hasta llegar a ser lo que es hoy en día, un estadio de primer nivel que todavía no ha tenido la suerte de acoger a sus habitantes más asiduos.
Además, en una fecha tan señalada como los 100 años de la institución, Osasuna no tuvo la fortuna de contar con el pequeño porcentaje de socios en sus gradas que hubiera gustado al club. A pesar de ello, los pupilos de Arrasate brindaron una victoria a su afición por 1-0 ante un club con el que guarda una intensa y especial rivalidad como es el Athletic de Bilbao.
La mística que envuelve las paredes de El Sadar es una de las más mágicas que todavía se puede vivir en LaLiga Santander. La cercanía de las butacas con el césped y la inclinación de la grada hacen que los rivales se sientan intimidados cuando saltan al tapete.
Ahora toca esperar para que Osasuna pueda volver a disfrutar del jugador número 12 que tantos puntos, remontadas y cánticos le ha dado cada vez que los futbolistas lo han necesitado.