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SAN FERMÍN

Añorando los Sanfermines desde la otra punta del mundo: la familia argentina que se enamoró de Pamplona

La familia formada por Hernán López y Carla Virgili y sus hijas Pilar, Victoria y Valentina reconocen que es un momento "raro y "duro", pero aseguran que "esta situación no nos va a hacer perder el alma sanferminera".

Pilar López Virgili (a la derecha) junto a sus padres Hernán y Carla y a sus hermanas Victoria y  en Pamplona
Imagen de archivo de la familia argentina en los Sanfermines de 2019: los padres Hernán López y Carla Virgili y las hijas Pilar, Victoria y Valentina.

Para ser navarro no hace falta nacer en la Comunidad foral, tan solo sentirse parte de ella, como lo hace una familia de Rosario (Argentina), que ahora vive con tristeza el hecho de no poder estar en lo que consideran su segundo hogar, Pamplona, durante sus amados Sanfermines.

Navarra se convirtió en parte de la vida de Hernán López (Rosario, 1973) hace 35 años, cuando quedó encandilado por los bailes de los dantzaris del Centro Navarro de Rosario, tanto, que, según cuenta a Efe, acabó uniéndose a ellos y, empezó a trazar lazos emocionales con esta comunidad al otro lado del océano.

Es por este motivo que su hija, Pilar López Virgili, 'Pilarica', se crío entre sonidos de txistus y jotas y cuenta que, mientras todos sus amigos soñaban con viajar a Disneyland, ella lo hacía con "vivir San Fermín en Pamplona".

Hace tres años, mientras celebraban esta festividad en el Centro, una amiga la retó: "A que no te animás a subir allá arriba”, lo que le llevo a cantar delante de todos el mítico ‘No te vayas de Navarra’ de forma brillante, y a arrancar los aplausos de los allí presentes.

Entre ellos se encontraba el entonces presidente del Centro Navarro de Rosario, Sandalio Monreal, que le dijo emocionado: “Tu tienes que cantar jotas” pero, su madre, Carla Virgili, le espetó: "Si vas a empezar, tienes que hacerlo bien y con respeto, porque es el folclore y la cultura de una región".

"La jota no es para cualquiera, la jota se siente. Si no la sientes no puedes cantarla", afirma Virgili, que relata que empezó a investigar a través de Internet y las redes sociales sobre este canto regional navarro y a contactar con joteros y escuelas de jota de la Comunidad Foral.

Así fue como conoció al director de la Escuela Navarra de Jotas, Juan Carlos "Charly" Jiménez, que les pidió un audio de Pilar cantando y, tras escucharla, les dijo: "Tiene un tono de voz muy bonito, pero así no se canta la jota. Yo le voy a enseñar".

Una vez por semana hacían clases "a través de WhatsApp cuando todavía no se permitían videollamadas", por lo que Virgili tenía que ser "los ojos" de Jiménez y contarle todo lo que hacía "Pilarica" mientras cantaba. "Yo no tengo ni idea de música, pero aprendí", relata Virgili.

En cambio, hace dos años y medio, las clases fueron, por primera vez, presenciales, gracias a una "mención" que el Consejo Municipal de Rosario otorgó a López-Virgili, que tenía el "mejor promedio histórico de su escuela" y que les permitió viajar por primera vez a la capital navarra para ver a su nueva "familia" jotera.

"En ese viaje conocimos la Pamplona que nos enamoró, la Pamplona de otoño, sin gente", comenta Virgili, que cuenta que fueron denominados como "navarros de adopción" y que, junto a su familia, vivió un sueño recorriendo las calles de la ciudad. "Cuando me paré por primera vez en la Estafeta no podía creer que estuviese ahí", recuerda López Virgili.

Se sintieron tan "en casa" que no pudieron evitar volver en verano para vivir in situ la fiesta de San Fermín desde "todos los sitios posibles", algo que, según admiten, les "flipó".

Se levantaban a las 6 de la mañana y llegaban puntuales a las 07:45 horas al Casino Eslava para cantarles a los corredores y ver el encierro desde el balcón. Después iban al 'baile de la alpargata' y, el resto del día, 'Pilarica' recibía un intensivo de jotas hasta acabar en los fuegos artificiales.

No podrá ser así este año debido a la pandemia del Covid-19, algo que ha resultado "raro" y "duro" desde hace algunos meses para Virgili, que lamenta no poder reunirse con su "otra parte de corazón" y con su familia navarra, un sentimiento que también comparte con su marido y sus tres hijas: Pilar, Victoria y Valentina.

"Esta situación no nos va a hacer perder el alma sanferminera", subraya la primera, que se considera "navarra de corazón" como el resto de su familia, y no puede evitar tener "brillitos en los ojos" cuando habla de su segunda tierra, aunque es consciente de que debe "ser prudente, cautelosa" y de que no puede dejar "que las circunstancias le pasen por encima".

La hija pequeña de la familia, Valentina, también sabe "que en otro momento volverán a festejar los Sanfermines" en Pamplona, y lamenta que en su país no se conozcan. "Aquí no saben el significado de estas fiestas, pero me encantaría que todos conociesen la magia que tienen", destaca.

López explica que en Argentina es invierno y no pueden salir vestidos de "pamplonicas", pero asegura que vivirán San Fermín desde dentro del hogar, anudándose el pañuelo al cuello, reviviendo los momentos vividos en años anteriores, y mirando "al cielo y a la luna como si fueran los fuegos artificiales" mientras cuentan los días para volver en 2021.


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