Fernando Rodrigo Sanz tiene 27 años y acaba de abrir su propia peluquería en el barrio Iturrama de Pamplona.
Sin embargo, y pese a su corta edad, el proyecto personal que este pamplonés arranca ahora con su salón en la calle Serafín Olave de la capital navarra no es ni mucho menos su primera experiencia entre tijeras, secadores y botes de laca.
Hijo de una “peluquera de toda la vida”, desde que a los quince años comenzara a cortarse el pelo a sí mismo y a su grupo de amigos, la trayectoria profesional de Fernando no ha parado de crecer hasta abrir hace escasamente dos semanas Fernando Rodrigo HAIR Salon.
“Mi madre siempre me decía que tenía que ser peluquero porque me veía, a edades que igual no me correspondía, peinarme demasiado y darle muchas vueltas a esto”, cuenta sobre la procedencia de su vocación.
Así, fue al finalizar la Educación Secundaria Obligatoria cuando se decantó por estudiar “lo que de verdad le gustaba” e ingresó en un academia de peluquería. En su caso, la elegida fue Ramiro Mata, donde con tan solo de dos meses de formación, ya le ofrecieron continuar con ellos.
“Después de eso trabajé con ellos un año en San Sebastián, tras lo que volví a Pamplona para dar cursos de formación en la academia y formar parte de su equipo artístico”, explica sobre su experiencia de casi cuatro años en Ramiro Mata.
Tras Ramiro Mata, Fernando Rodrigo buscó nuevos horizontes en los que seguir creciendo como profesional y recayó en Roberto Peluqueros, en la calle Esquíroz en Iturrama.
Allí, permanecería durante algo más de tres años, tiempo en el que se labró su propia cartera de clientes y cosechó sus primeros reconocimientos y premios en concursos.
“Gané un premio nacional a barbero revelación y fui finalista en dos ediciones consecutivas del concurso American Crew”, relata sobre las experiencias cosechadas fuera del día a día.
No obstante, el gusanillo por abrir su propio negocio no paraba de crecer dentro de sí y alentado por clientes, compañeros y amigos; encontró en la pandemia la excusa perfecta para dar finalmente el salto.
“Era ahora o nunca. Pienso que después de la pandemia quizás no se busca ya tanto las peluquerías con seis empleados y llenas de clientes y era el momento de lanzar algo más tranquilo y exclusivo por cuenta propia”, se sincera.
De esta manera, a mediados de febrero y tras la reforma integral de un local que se ajustaba a sus requisitos, Fernando abrió las puertas de su nuevo negocio en la calle Serafín Olave 25.
Un espacio con ambiente de hogar gracias a las paredes blancas y el suelo de madera que combina con detalles industriales con focos y tocadores en color negro y la silla de barbero.
Además de sus clientes habituales, los vecinos del barrio han sido los primeros en pasar por la peluquería de Fernando. Especializado en corte para caballero y señora así como en color para ellas, los más curiosos ya se asoman para ver a qué se dedica "el del nuevo local" e incluso alguno de ellos para pedir hora.
"Generalmente abro de martes y miércoles de 9.30 a 19.00, jueves y viernes de 9.30 a 20.00 y sábados de 9.00 a 14.00 pero ayer por ejemplo hubo una señora que pidió venir algo antes y tienes que fidelizar al cliente también", señala el joven empresario.
Explica, que durante las mañanas atiende a gente de mayor edad y es a las tardes cuando los jóvenes, muchos de ellos la Universidad de Navarra, pasan por el establecimiento. No obstante, y aunque la mayoría de los clientes son hombres, Fernando admite preferirlas a ellas: "Tienen más polivalencia las mujeres, puedes sacar el lado creativo".
Una creatividad que lamenta no poder experimentar más a menudo en Pamplona y contra lo que pretende dar guerra desde el minuto cero.
"Me gusta asesorar con lo que se lleva, pero Pamplona es muy clásico y a veces no te dejan jugar. Para bien o para mal aquí no gusta que hablen y se tira a lo clásico. Poco a poco quiero poner mi granito de arena para impulsar cortes o estilos más modernos o naturales", reconoce el peluquero pamplonés.
