Un estudio del Servicio de Nefrología de la Clínica Universidad de Navarra ha demostrado el valor de la resonancia magnética multiparamétrica como herramienta para anticipar la evolución del riñón tras un trasplante. Los investigadores han destacado que esta técnica permite detectar problemas en el injerto antes de que aparezcan alteraciones en los análisis de sangre, lo que supondría un avance importante en el seguimiento clínico.
Según sus autores, la resonancia multiparamétrica se presenta como una opción segura y no invasiva capaz de identificar de forma temprana alteraciones funcionales en el órgano. Esta capacidad predictiva abre la puerta a un control más preciso de los pacientes, especialmente en las semanas posteriores a la intervención.
La investigadora e ingeniera biomédica Rebeca Echeverría ha explicado que se trata de una técnica de diagnóstico avanzado que combina distintos parámetros funcionales. “Esta herramienta utiliza varias secuencias e indicadores de la propia resonancia para obtener información detallada sin necesidad de contraste”, ha señalado.
El estudio incluyó a 32 pacientes trasplantados renales. A cada uno de ellos se le practicaron resonancias en tres momentos: la primera semana tras la operación, a los tres meses y al año. Entre los parámetros evaluados se analizaron el flujo sanguíneo renal y otros indicadores relacionados con la microestructura del tejido.
La especialista en nefrología Paloma Martín ha indicado que el flujo sanguíneo renal fue el parámetro con mayor capacidad para predecir la función del injerto a dos años. “Las resonancias realizadas en la primera semana y al año ofrecieron los mejores resultados”, ha apuntado.
La técnica también permite estudiar valores como el ADC (Coeficiente de Difusión Aparente) y el T1, relacionados con el movimiento de moléculas de agua y las propiedades estructurales del riñón. La combinación de estos datos con el flujo sanguíneo incrementa la capacidad de anticipar complicaciones.
Martín ha destacado que los resultados confirman el potencial clínico de esta herramienta. “Los datos nos muestran que es posible utilizar esta técnica para anticipar la evolución del trasplante. Su aplicación podría mejorar el seguimiento y ayudar a personalizar los tratamientos”, ha explicado.
La Clínica Universidad de Navarra ha realizado 56 trasplantes renales en 2024, una cifra que iguala su récord anual. De ellos, 48 procedieron de donantes generados en el Hospital Universitario de Navarra y dos correspondieron a trasplantes combinados hepatorrenales. La colaboración con el Sistema Navarro de Salud se mantiene desde 1969, cuando se realizó el primer trasplante en la Comunidad Foral.