Antonio Casado

Coincidiendo con la presentación del Programa de Estabilidad (grandes previsiones de base para elaborar luego los Presupuestos Generales del Estado),

El tramo final del partido ya no se jugó en Zarzuela porque el ruido electoral se sobrepuso a la tercera ronda del Rey con los partidos, mientras la opinión pública y los medios cantaban a coro el fracaso de una clase política incapaz de cumplir con su deber.

Antes de ir por ir a ver al Rey, aunque ir para nada es tontería, el presidente en funciones y líder, Mariano Rajoy, ya estaba metido en campaña electoral. 

A la presidenta andaluza, Susana Díaz, le hemos perdonado la foto con Luís Pineda en la Feria de Sevilla, cinco minutos antes de que el patrón de Ausbanc fuese detenido por presuntos delitos de extorsión, amenazas y organización criminal.

Es irritante asistir a la inexpresiva reacción del "todo el mundo lo sabía", como banda sonora del escándalo por prácticas delictivas

Mario Conde es un bien acabado producto del aventurerismo financiero de los años ochenta y noventa, cuando, según el ministro de Economía de entonces, Carlos Solchaga, nunca fue tan fácil hacerse millonario.

La siempre incomprendida lucidez del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, sirvió este viernes para sentar la sencilla doctrina

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, no firma el acta de defunción del pacto a tres por la izquierda y ya está matando antes de nacer el intento de pacto a tres por la derecha. 

"Nuevas medidas basadas en las propuestas de Podemos". Así se llama el documento difundido este domingo por los servicios de Prensa del PSOE para general conocimiento y prueba de buena fe socialista en resolver por la izquierda el reto de la gobernabilidad.

La estrategia de Podemos recuerda al esforzado ciudadano que corría detrás del autobús por ahorrarse los dos euros del billete.

En Islandia dimiten y en España se esconden. Esa puede ser la moraleja de la noticia. Menos de cuarenta y ocho horas habían transcurrido

Las sonrisas televisadas de Pedro y Pablo solo alcanzaron para clavetear la común aversión política a Rajoy y la voluntad de diálogo.