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Opinión / San Fermín

Seis de junio: Xavier Landa

Por La escalera fotográfica de Aliaga y Nagore

El polifacético Xavier Landa ha dedicado su vida profesional a muchas actividades, en todas ellas ha puesto de relieve sus capacidades artísticas. En sus tiempos de fotoperiodista cubrió numerosos festejos taurinos; como, por ejemplo, la foto que dedicamos en este escalón que testimonia la salida a hombros de Espartaco en una tarde gloriosa.  

Espartaco sale a hombre de la plaza de toros de Pamplona en 1990. Cedida por el autor.
Espartaco sale a hombre de la plaza de toros de Pamplona en 1990. Cedida por el autor.

Xavier Landa reconoce ser un gran aficionado a la tauromaquia, entre los 20.000 libros de la biblioteca que alberga en su casona de Irurita tiene unos 200 títulos de toros. Durante los diez años (1981-1990) en los que trabajó como jefe de fotografía de la delegación de Deia en Navarra cubrió numerosas corridas. De ellas, la foto que dedicamos en este escalón la tomó el viernes 13 de julio de 1990, correspondiente a la séptima de abono; capta la salida a hombros de la plaza de un victorioso Juan Antonio Ruiz, Espartaco.

Aquella tarde la presidencia del festejo correspondió a la concejala de UPN, Maribel Beriáin Luri, coincidiendo con su cumpleaños, que fue recibida por un sector de público con aplausos y por los mozos con una sonora pitada. Beriáin, edil de Cultura y encargada de negociar la subvención municipal de las peñas, había tenido un desencuentro con éstas que se manifestó con la exhibición de una rencorosa pancarta “Maribel Beriáin: fea, cacique e ignorante. ¿Qué sabes de cultura? Kanpora”. Sin querer dar importancia, la concejala reconoció sentirse “encantadísima” con los “piropos”. Las desavenencias fueron diversas en las cuatro legislaturas que Beriáin estuvo en el cargo.

Espartaco sale a hombre de la plaza de toros de Pamplona en 1990. Cedida por el autor.
Espartaco sale a hombre de la plaza de toros de Pamplona en 1990. Cedida por el autor.

A la hora del paseíllo, descargó una tormenta descomunal. Cuando todos barruntaban la suspensión, la eficaz labor de los areneros y el buen drenaje del ruedo, posibilitó la corrida; eso sí, con un retraso de veinte minutos. Se lidiaron seis toros de la ganadería salmantina de Sepúlveda que tuvieron presentación y juego poco homogéneo.

El cartel estaba compuesto por la terna: Roberto Domínguez; Juan Antonio Ruiz, Espartaco; y Fernando Lozano. El primero de Espartaco, segundo de la tarde, ‘Hojalatero’ de 610 kg que a pesar de no mostrar bravura, la sabiduría y el buen hacer del torero supieron sacarle partido. Inició la faena a distancia, siguió con tres derechazos que llegaron al respetable. Luego completó con naturales, rodillazos y circulares.

Cuando la plaza estaba entregada al diestro, éste hizo un desplante al morlaco de rodillas, de espaldas, que provocó la euforia de los asistentes y que desencadenó una intensa ovación. Con el público entusiasmado, Espartaco completó la faena con dos rodillazos y despachó a ‘Hojalatero’ con una estocada caída. La presidencia concedió las dos orejas, algunos demandaron el rabo. La vuelta al ruedo fue apoteósica. Al finalizar la lidia, como testimonia la instantánea de Landa, salió por la puerta grande; todo un decir, ya que en Pamplona los toreros que triunfan salen, como las peñas, por la puerta del callejón.

Los medios calificaron la faena de Espartaco, de forma unánime, como la mejor de la Feria del Toro de 1990. Así el cronista taurino Alfonso Carlos Saiz Valdivieso, con todo tipo de elogios, tituló su artículo “faena histórica”; comparando al diestro con Alfredo Di Stefano, haciendo un símil con el futbol: “Presencia total, inteligente, en todos los terrenos. Actividad incesante. Juego de ataque y de defensa...”. Para el crítico taurino Carlos BarrenaEspartaco estuvo exultante” y para Emilioestuvo desmesurado” y la faena “fue una lección de acoplamiento a las condiciones de la res, a la que sacó hasta el último muletazo”.

Espartaco en las inolvidables tardes que dio a la afición de Pamplona, salió a hombros de la plaza de toros hasta ocho veces. Dos días antes de la foto que nos ocupa, el miércoles 11 de julio, también había cortado otras dos orejas con salida a hombros. Para que un torero salga en hombros por la puerta grande de un coso taurino se deben cumplir dos condiciones: haber sido premiado, con al menos, dos orejas y un costalero que acarree al maestro, que no es el primer espontáneo que salta al albero, pues el torero es quien decide sobre qué hombros quiere salir.

En lenguaje taurino este personaje se denomina, con cierta ironía, el capitalista; constituye un submundo dentro de la fiesta de los toros que tiene su importancia en la parafernalia taurina: sin capitalista, como ha ocurrido en alguna plaza, no hay salida gloriosa. El capitalista va de feria en feria, tras el recorrido recibe una propina. Ahora bien, si el maestro no triunfa, él no trabaja y no cobra. En Navarra teníamos un reconocido capitalista, Enrique Prieto, zaragozano afincado en Tudela, apodado El Mesías, que acarreó a Pablo Hermoso de Mendoza en muchas de sus triunfales salidas.

Durante años Espartaco fue idolatrado por la solanera como anteriormente lo fueron los históricos maestros del toreo: Antonio Ordoñez, Ruiz Miguel, Paco Camino, Diego Puerta y El Viti. Después vendrían Juan José Padilla y Pepín Liria. A todos ellos las peñas pamplonesas animaban la lidia coreando alguna cancioncilla; en el caso de Juan Antonio Ruiz, desde el inicio, sus faenas eran acompasadas con la percusión del bombo y un estruendoso "Es-par-ta-coo, Es-par-ta-coo".

Coincidente en el tiempo, hubo un famoso Espartaco que daba mucho juego en las revistas del cuché por ser un despiadado mujeriego: el actor y empresario venezolano de nombre artístico Espartaco Santoni (en realidad Garibaldi) adherido al barullo marbellí. Nada que ver con el diestro Juan Antonio Ruiz que heredó el Espartaco de su padre, también torero, Antonio Ruiz. Este apelativo fue concebido, a modo de gracieta, por Rafael Sánchez, El Pipo –descubridor y apoderado de El Cordobés- con referencia a la película (1960) protagonizada por Kirk Douglas, por ser oriundo de Espartinas (Sevilla).

En cualquier caso, la admiración que causaba Juan Antonio Ruiz no era casual, aquel año era la figura del toreo del momento; estaba en la cúspide, llenaba las plazas y por ende era el que más cobraba. Algo que en términos taurinos se denomina como el primero del escalafón, Espartaco obtuvo esa distinción en 1982 y siete años seguidos de 1985 a 1991. Siendo el más cotizado, el diestro de Espartinas, nunca decepcionó, cumplió sus contratos con los empresarios y con la Casa de Misericordia.

No así en su vida privada, sea por lo que fuere, su contrato matrimonial con Patricia de Rato se rompió tras 20 años y una descendencia de tres hijos (Alejandra, Isabella y Juan). La familia Ruiz de Rato que ya de por sí es habitual de las revistas del corazón, hace unos meses incrementó su presencia en los medios cuando la exmujer del torero contrajo matrimonio con el empresario Javier Moro, y más recientemente la primogénita, Alejandra, al dar a luz a una niña que convirtió a Espartaco en abuelo.

La fotografía de Xavier Landa no sólo se publicó al día siguiente en Deia, sino que, por su expresividad, composición y fuerza, fue difundida en distintos medios como parte de la campaña publicitaria de Espartaco. Es también un documento histórico que rememora una tarde de gloria torera que cualquier aficionado hubiese deseado presenciar.

La escalera fotográfica de 2023

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