• sábado, 20 de abril de 2024
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Opinión / San Fermín

Seis de junio: Zubieta y Retegui

Por La escalera fotográfica de Aliaga y Nagore

El sexto escalón homenajea a la firma Zubieta y Retegui con su foto más emblemática del encierro.

Contraluz del callejón. 7 de julio de 1961 (Archivo Municipal de Pamplona. Fondo Zubieta y Retegui).

Entre las miles de fotografías sanfermineras del Foto Estudio Zubieta y Retegui hemos seleccionado esta instantánea, tomada el 7 de julio de 1961, por ser la más representativa del encierro. Algo que la firma ha querido demostrar durante años. Ciertamente, en la fachada exterior de la sede comercial de Espoz y Mina, a la izquierda había una vitrina, reminiscencia del origen del foto estudio, en la que mostraban fotos de carnet. A la derecha, otra en la que exhibían permanentemente las fotos más emblemáticas del encierro: la seleccionada ocupaba siempre la posición preferencial.

Aunque formalmente se atribuye a Zubieta y Retegui, su autor fue Paco Zubieta que durante años, a pesar de su discapacidad motriz, se encaramaba al primer poste (numero 1) a la izquierda del portalón del callejón a la Plaza de Toros. A modo de atalaya, desde esa posición estratégica, apoyado en la pared, tomaba la foto de la bajada a la plaza y girando 180 grados el contraluz del callejón. Aquel poste era sagrado: el de Paco. La comunidad fotógrafa local lo respetaba y defendía en caso de que algún foráneo intentase pillarlo.

Desde esta posición Paco Zubieta tomó la fotografía de este escalón. (Archivo Municipal de Pamplona. Fondo Zubieta y Retegui).
Desde esta posición Paco Zubieta tomó la fotografía de este escalón. (Archivo Municipal de Pamplona. Fondo Zubieta y Retegui).

En aquel tiempo, debido a la tecnología, no había oportunidad para tomar muchas fotos, las cámaras carecían de un gatillo para el arrastre del carrete, tampoco disponían de automatismo de diafragma para corregir la diferencia de luz. Zubieta como el buen francotirador sabía aprovechar el momento para disparar, confesó su secreto “la foto buena se pierde por intentar tirar mucho y no saber esperar”.

La fotografía es atractiva porque trasmite fielmente un momento de angustia del encierro que, precisamente por ello, es un espectáculo único en el mundo. Las caras de los corredores que vemos son estremecedoras. La foto condensa el dramatismo de la situación que se ve incrementada con el fuerte contraste de luces. Es preciso advertir que este contraluz, tomado aquel año, no es como el actual, pocos años más tarde se construyó la plataforma para las cámaras de televisión que desvirtuó parte de su belleza.

Los toros de aquel primer encierro de 1961 eran de la ganadería de Antonio Ordoñez. Como torero fue muy querido en Pamplona, estuvo muy vinculado a las fiestas de San Fermín en las que dio tardes gloriosas; fue incluso nombrado miembro de honor de la peña Oberena. Aquel día se estrenaba como ganadero. Desde el comienzo, el encierro fue muy emocionante pues los toros se despegaron de los cabestros e hicieron la carrera solos con el consiguiente peligro. Hubo un herido con fractura de costillas por pisada de una res en Santo Domingo.

Contraluz del callejón. 7 de julio de 1961 (Archivo Municipal de Pamplona. Fondo Zubieta y Retegui).
Contraluz del callejón. 7 de julio de 1961 (Archivo Municipal de Pamplona. Fondo Zubieta y Retegui).

Seguidamente, un toro se cayó en Mercaderes, al incorporarse retrocedió creando una situación de pánico en la plaza Consistorial. Un extranjero, con pantalones cortos, tuvo la ocurrencia de citar al toro, recibió un varazo de un pastor y una paliza del resto de corredores. Era la ley del encierro que imperaba en aquel tiempo. Entre unas cosas y otras, la manada desunida fue entrando a la plaza, momento que perpetua la instantánea de Zubieta.

Se aprecia a la izquierda la formación de un montón. Los toros saltaron entre mozos, se portaron noblemente sin embestir a los corredores. A pesar de ello en la enfermería de la plaza fueron asistidos veinte heridos. De ellos, la mayoría presentaba hematomas y contusiones. El más grave fue José María Soto, empitonado en el muslo por un toro en la puerta del callejón, se recuperó sin consecuencias.

La foto que nos ocupa en este escalón ha sido exhibida en innumerables libros. La Historia de los Sanfermines Tomo II de nuestro inolvidable pediatra, J.J. Arazuri, la incluye erróneamente como parte del montón del 12 de julio de 1953. La prueba que certifica la fecha es que se publicó al día siguiente (8 de julio de 1961) en la portada de El Pensamiento Navarro, cuyo reportaje gráfico viene firmado por Zubieta. El comentario del redactor fue “He aquí unas fotos que darán la vuelta al mundo”. Acertó plenamente.

Portada de El Pensamiento Navarro del 8 de julio de 1961.
Portada de El Pensamiento Navarro del 8 de julio de 1961.

El libro que la reproduce más veces, hasta cuatro, es El Encierro de Pamplona (ed. 1995) de Javier Solano, “La voz del encierro”: inicia y acaba el libro con esta foto a doble página, en el interior una página y un fragmento. Aparece también en otro clásico Los Sanfermines (ed. 1963) de Ramón Masats. El cual nos confesó pesaroso: “Lo que no me gustó es que la editorial (Espasa-Calpe) puso los créditos de esas fotos al final del libro, tenían que haber ido al principio”

Si pensamos en lo que podría haber ocurrido, lo más importante es que el montón de la foto no evolucionó a un tapón de consecuencias imprevisibles. El desenlace fue feliz gracias, una vez más, al capotillo de San Fermín. De hecho, ese encierro no está incluido en la lista de los dramáticos montones. Por todo ello, de aquel día, para Pamplona queda este bello recuerdo: en lo artístico y en lo taurino.


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