"Tenemos espárragos". El cartel, colocado en la cristalera de La Huerta del Castillo, anuncia el producto estrella de esta frutería. Ubicada en la calle Dublín de Ripagaina, se ha convertido en el huerto particular de este barrio.
El reloj apenas marca las nueve de la mañana y Javier Elarre se afana en colocar unos tomates en las estanterías. Este joven agricultor se disculpa: "Ayer fue un día con mucho ajetreo y se acabó buena parte del género". Por eso, toca reponer. Este joven agricultor de 30 años abrió la tienda hace algo más de un año. Tenía la intención de acercar a sus clientes los productos que él mismo cultiva.
"Vengo de la agricultura", relata con orgullo. No en vano, pertenece a la tercera generación de una familia de agricultores. Y reconoce que el sector agrario es complicado: "Si no es por apoyo familiar no lo haces".
Sigue viviendo en Olite y allí trabaja una explotación ubicada a medio camino entre la localidad y Beire. En su frutería, los clientes encuentran verdura de invierno y espárragos cultivados con sus propias manos. "En verano también traigo productos de temporada, como el tomate o los pimientos", asegura.
Y parece a la clientela le encanta saber la procedencia de las frutas, verduras u hortalizas que se lleva a casa. De hecho, muchas personas le preguntan a Elarre cuáles de los productos ofertados han sido recolectados en su huerta.
Precisamente, Elarre quería diferenciarse del resto de fruterías al ofrecer la posibilidad de conocer en todo momento de dónde viene el producto. "Si nosotros no tenemos, lo intento comprar a conocidos con invernaderos. Solo si esta opción no es factible, recurre a los mayoristas.
La Huerta del Castillo abrió sus puertas en febrero del año pasado, tras años vendiendo sus productos a otras fruterías. Un año después, este emprendedor hace un balance positivo: "Ha ido muy bien".
Cuando tomó la decisión de abrir su propio negocio, se decantó por Ripagaina porque "era un barrio nuevo y no tenía competencia". Ahora, espera que, con la llegada de nuevos vecinos, aumenten los clientes. "El barrio todavía está en construcción", comenta animado.
A día de hoy sigue compaginando la actividad en la tienda con el campo. "Ahora lo llevo mal", cuenta entre risas. "Estoy solo en la tienda. Así que ando como puedo. A días, a noches....Los días de fiesta aprovecho para ir al campo". Pero en la huerta sí cuenta con ayuda y eso facilita un poco las cosas.
Una clienta interrumpe la conversación para preguntarle a este joven agricultor cuánto le aguantarán unas acelgas envasadas al vacío. "Nos demandan mucha verdura limpia", explica Elarre, quien aprovecha los ratos muertos en la tienda para preparar estos productos. La clientela puede optar por comprar los paquetes que estén listos, pero también es posible encargar estos preparados al gusto.
Además, consciente de que los clientes buscan cada vez más productos y servicios que les faciliten su día a día, La Huerta del Castillo ofrece la posibilidad de recibir la compra en casa. Así, a través de la página web se pueden encargar pedidos a domicilio. "También reparto a varios establecimientos hosteleros", concluye.
