Juan Bautista Elizalde Mendiburu ha pasado media vida al frente del negocio familiar en Pamplona que conoce al detalle. Con 49 años, recuerda con claridad el día en que tomó el relevo de su padre: “Cogí la tienda en 1999, justo al jubilarse él, y llevo aquí ya 26 años. Estuvimos unos meses los dos juntos, pero fue un relevo bastante rápido".
"Terminé de estudiar con 23 años y al día siguiente de venir de Erasmus me metí en la tienda”. Desde entonces, ha trabajado codo con codo con sus compañeras Ana y Cristina, repartidos en turnos de mañana y tarde en pleno barrio de Iturrama.
No esconde que el negocio exige constancia. “El trabajo de este tipo no es de picar piedra, pero hay que estar de lunes a sábados, con quince días de vacaciones y sin puentes”, explica. Pese a todo, asegura que no cambiaría el camino recorrido. Su vida profesional se ha desarrollado entre estanterías llenas de bombillas, focos y lámparas que han iluminado a varias generaciones del barrio.
La tienda de iluminación Helios, situada en la calle Iturrama 36, abrió sus puertas en 1984 de la mano de Juan Bautista Elizalde Insausti y Nieves Mendiburu Belzunegui. Desde entonces, se ha especializado en la venta de iluminación decorativa y material eléctrico, con un catálogo que incluye lámparas para todas las estancias, sobremesas, flexos, pies de salón y focos empotrables. Además, ofrece todo tipo de bombillas y cuenta con servicio de instalación a través de una empresa externa.
“La tienda va bien. Llevamos mucho tiempo y otro tanto que esperamos estar. Se vende. Es un barrio bueno. Hay movimiento y va la cosa bien. Estamos contentos”, comenta el actual responsable. Una de las claves, afirma, está en la atención personalizada: “Lo que hay en la tienda lo pueden ver al momento, que en internet no lo tienen, ni tampoco el asesoramiento. Recomendamos y damos servicio postventa”.
Entre lo más vendido destacan las bombillas y el material eléctrico del día a día, aunque buena parte de su actividad se centra en presupuestos de obra nueva en barrios como Lezkairu, Ripagaina o Barañáin, donde muchas parejas jóvenes están equipando sus viviendas. “También atendemos a la gente del barrio con cosas más concretas”, añade.
Ese contacto directo con los vecinos es otro de los aspectos que más valora. “Conocemos a todo el barrio. Saludamos a los padres que nos han comprado, a sus hijos que ahora vienen y hasta a algún nieto”, señala. Sobre el futuro y una posible tercera generación, mantiene la calma.
“De la misma forma que a mí no me obligaron, yo tampoco voy a obligar a nadie. Mis hijos tienen 20 y 16 años, que estudien primero. Alguno me ha ayudado en momentos puntuales, pero si me dicen que no porque les gusta otra cosa, no me va a penar en absoluto. Es pronto aún. Hay que esperar. Si se acaba la tienda conmigo, tampoco pasa nada”.
El fundador no se ha desligado del todo. “Mi padre viene casi todos los días. Almuerza con los amigos y pasa un rato, solo un cuarto de hora, para echar un vistazo. Está contento”, apunta Juan Bautista hijo. Y añade, con una sonrisa, que en el local se puede encontrar de todo: “Es como un museo. No nos gusta decir que no hay. En algún sentido se le puede llamar la ferretería del sector eléctrico”.
Las opiniones de los clientes también respaldan esa filosofía. Una reseña asegura: “Imposible estar más satisfecho con el resultado. En tienda nos aconsejaron muy bien y con mucha paciencia, enseñándonos materiales bastante buenos y modernos que luego han quedado perfectos en nuestra casa, y con unos precios bastante adecuados”.
Otro testimonio subraya la calidad del servicio de instalación: “Cabe destacar el trabajo del electricista: perfecto; hace un trabajo minucioso, muy limpio y de manera muy educada, adaptándose a la perfección a nuestros horarios. Es la segunda vez que trabajamos con ellos y estamos muy contentos con el resultado, 100% recomendable”.