TOROS
El Cid y Escribano triunfan en Tudela con 6 orejas con un encierro noble y desigual de Guadalest
Los dos se hicieron con tres trofeos, mientras que Juan del Álamo se quedó a a las puertas de acompañarles en su salida a hombros.
Los dos se hicieron con tres trofeos, mientras que Juan del Álamo se quedó a a las puertas de acompañarles en su salida a hombros.
Siete orejas se repartieron los tres espadas en la segunda corrida de la Feria de Santa Ana de Tudela, pero sólo dos pudieron salir a hombros. El Cid y Escribano consigueron salir a hombros con tres orejas cada uno, mientras que Juan del Álamo se quedó a las puertas del triunfo, con una oreja en el tercero.
La corrida resultó entretenida, a pesar del juego desigual de los toros de Guadalest, bien presentados. Hubo dos toros con nobleza y calidad, el segundo y el cuarto, a los que tanto El Cid como Escribano desorejaron.
La corrida, sin embargo, se cerró con dos toros complicados, un manso con genio y un desclasado e imposible sexto.
El Cid regresaba a Tudela después de su triunfo en 2017 y volvió a reeditar el éxito, de nuevo gracias a su mano izquierda con un toro nobilísimo que le permitió lucir y colocarse como quiso. El toro embestía al compás del pasodoble que interpretaba la banda, muy despacio y suave, y además terminaba largos los muletazos.
Así Manuel Jesús, ahora fuera de muchas de las grandes plazas, pudo de nuevo reivindicarse como el torero clásico y con duende. Vibró la plaza en ese cuarto de la tarde, justo de fuerza, pero con mucha calidad. Terminó la faena con trincherazos, pases en redondo y desplantes hasta cortar las dos orejas tras una estocada trasera.
En el primero de su lote puso ya la presidencia el listón bastante bajo con los trofeos de la tarde, porque el asunto careció de emoción, con un toro muy parado y justo de fuerza, que apenas transmitió. Cortó el de Salteras una oreja por la rapidez de efecto de la media estocada y por su habilidad para enmascarar una faena en algo que apenas existía.
Manuel Escribano, también Sevillano, como El Cid, pero de Gerena, se hizo con el premio gordo en el primero de su lote, un toro con clase y mucha movilidad, que embistió por momentos con codicia. Escribano fue aplaudido en banderillas, en especial en un par pegado en tablas con un quiebro final.
Con la muleta, el toro embestía a media altura y el sevillano entendió bien de inicio dónde estaba el punto exacto del toro para sacar dos tandas con mucho ritmo. Se paró luego el toro y la faena perdió algo de interés, pero la estocada completa, algo baja, pero fulminante, hicieron aflorar los pañuelos y las dos orejas.
En el quinto pasó peor trago Escribano, en especial en banderillas, con toro manso, con mucho genio, de comportamiento incierto por momentos y que descomponía a a la cuadrilla llevándose por delante capotes por su desorientados movimientos. Tuvo en banderillas un comportamiento brusco, se dolió de los rehiletes, pero aportó un punto de emoción al tercio por la dificultad añadida para Escribano.
Con ese mismo carácter se comportó el toro en la muleta, aunque Escribano pudo sacar incluso más de lo previsto. Mató bien y corto otra oreja, la tercera de su cuenta.
Para Juan del Álamo fue el peor lote de la tarde, en especial un sexto imposible, más rematado en kilos que sus hermanos, pero que paró muy pronto, sin llegar si quiera a darle forma a la faena. El toro se aculó en tablas y Del Álamo alargó más de la cuenta. Mató como pudo en dos intentos.
Al tercero de la tarde, el primero del madrileño, lo recibió con una larga cambiada de quitar el hipo, porque el toro hizo un extraño que pareció arrollar al torero. El de Guadalest era complicado, reponía rápido y se distraía. Consiguió sacarle algunos naturales, el único pitón que aceptaba el toro. Tuvo que tirarse a matar porque el animal no ayudó. La estocada casi completa y tendida le brindó su única oreja de la tarde.
FICHA
Seis toros de la ganadería de Guadalest, parado y justo de fuerza el primero; con clase y movilidad el segundo aplaudido en el arrastre; áspero el tercero, nobilisimo el cuarto; manso con genio el quinto; imposible el sexto.
El Cid, de marino y oro: oreja y dos orejas.
Escribano, de azul purísima y oro: dos orejas y orejas.
Del Álamo, tabaco y oro; oreja y silencio.
Presidencia: Luis Arrondo Franco, asesorado por Inocencio Lamana y Rosa López como veterinaria. Cumplió bien su cometido, aunque puso muy bajo desde el primero momento el listón para conceder los trofeos.
Incidencias: Algo menos de media entrada en una tarde de calor, pero llevadera por el ligero viento, sin llegar a ser molesto.