ENCIERRO
“El toro rompió el vallado y embistió a mi madre”: Aurelia Larequi recuerda los Sanfermines de 1939
El toro «Liebrero rompió el vallado del encierro y corneó a la madre de Aurelia Larequi, Clara Herrera.
El toro «Liebrero rompió el vallado del encierro y corneó a la madre de Aurelia Larequi, Clara Herrera.
En julio de 1939 apenas habían pasado tres meses desde el final de la Guerra civil, pero Pamplona tenía ganas de volver a celebrar con normalidad los Sanfermines después de dos años en los que no habían podido tenido lugar.
Las vallas del encierro estaban algo desgastadas y, probablemente, podridas por el desuso. Además, no existía el doble vallado que conocemos en la actualidad. Estos dos hechos y la fuerza tremenda del toro «Liebrero» pusieron a la familia Larequi-Herrera en una de las páginas más destacadas de la historia de los Sanfermines.
El 8 de julio de 1939 el toro «Liebrero» rompió el vallado y corneó a una señora que disfrutaba del encierro con sus hijos. Esa señora era Clara Herrera y los hijos que le acompañaban eran Pedro, Luis, Ignacio, María Jesús y Aurelia Larequi. Esta última es la única que todavía vive (entonces tenía 10 años y hoy tiene 89) y en Navarra.com hemos hablado con ella para recordar su historia casi ochenta años después.
Aurelia Larequi explica que el 7 de julio de 1939 ella y sus hermanos pidieron permiso a sus padres para ir al encierro el día siguiente. A su padre, Ángel Larequi – que era, por cierto, jefe de los Arbitrios Municipales - no le convencía la idea hasta el punto de que cambió (en vano) la hora del despertador para que sus hijos no se despertasen. Sin embargo, la madre de Aurelia, Clara Herrera, acabó cediendo al día siguiente por el empeño de sus hijos y porque “ya nos habíamos despertado y preparado”, afirma Aurelia.
La pequeña de los Larequi-Herrera asegura que primero fueron a la plaza de toros para verlo desde allí, pero “no había sitio, así que fuimos al vallado y como no había más que uno y tenía tantos años, estaba podrido y el toro lo levantó enseguida”, asegura Aurelia.
En realidad, un mozo que se encontraba encima del vallado llamó la atención de «Liebrero», de la ganadería Sánchez Cobaleda, que embistió con fuerza contra la madera del vallado y la partió sin contemplaciones.
<<Liebrero>> a punto de partir el vallado. En la foto se puede ver al mozo que le incitó. FOTO: JOSÉ GALLE GALLEGO.
El mozo logró ponerse a salvo y en ese momento, el toro fijó su atención, en primer lugar, en Aurelia Larequi para después centrarse en la madre, Clara Herrera, que había caído al suelo. Esta última tuvo menos suerte que su hija y fue corneada en la ingle y en el glúteo.
«LIebrero» persigue a la joven Aurelia Larequi. FOTO GALLE
«LIebrero» ya ha corneado a Clara Herrera, que se encuentra tirada en el suelo. FOTO GALLE
Una vez que Clara ya había sido corneada, uno de los hijos mayores, Luis Larequi, acudió a su rescate con la ayuda de otras personas para alejar al toro de la zona. «Liebrero» fue abatido finalmente con un rifle por el guardia civil Cipriano Huarte.
“Eché a correr y me enteré de que el toro había pillado a mi madre porque vino un municipal a casa”, explica Aurelia Larequi. Todavía conmocionada, cuenta que “la cogida de Clara fue tan grave que pasó mes y pico en el hospital” y que se salvó “gracias a que ella era muy gruesa” y al buen hacer del doctor Juaristi, que entonces dirigía la enfermería de la plaza de toros, donde su madre fue atendida.
Aurelia Larequi cuenta que a pesar del terrible suceso, ella y sus hermanos continuaron “yendo a los encierros”. Según cuenta, no hay encierro que se pierda ya que le gusta verlos en directo y aunque por su edad ya no va a la plaza o al vallado, madruga todos los días de Sanfermines para ver una y otra vez los encierros. Este año tampoco ha faltado a la cita. Sus padres, en cambio, no volvieron a ver el encierro desde el vallado.
La historia de los Larequi-Herrera cambió los Sanfermines porque desde 1941 y, como consecuencia de este hecho, el Ayuntamiento de Pamplona decidió instalar el doble vallado para mejorar la protección de los asistentes al encierro.
A pesar de que han pasado muchos años, Aurelia Larequi cuenta de un tirón la historia como si hubiese ocurrido ayer. Cuando lo cuenta, todavía se percibe el miedo que tuvieron ella y su familia al ver que el toro iba hacia ellos, pero sobre todo siente la emoción de una pamplonica orgullosa de sus orígenes y de la fiesta de San Fermín que ella y sus devotos hermanos nunca han dejado de celebrar. Su hermano Ignacio Larequi ya no la cuenta desde hace año y medio, pero sus descendientes se encargan - nos encargamos - de seguir contándola.