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SAN FERMÍN 2018

Cien años repartiendo ilusión desde dentro de los gigantes: el emotivo hito de una familia pamplonesa

Los Iribertegui llevan ya cuatro generaciones, desde el año 1918, formando parte de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos.

Homenaje a la familia Iribertegui por sus 100 años en la Comparsa de Pamplona. MIGUEL OSÉS_1
Homenaje a la familia Iribertegui por sus 100 años en la Comparsa de Pamplona. Sujetando el cuadro, Iñaki Iribertegui, y el quinto por la derecha, su padre, Pedro Iribertegui. MIGUEL OSÉS

El honor más grande de todos sin duda recae en la labor de ilusionar y emocionar a niños y grandes todas las mañanas de los Sanfermines portando esas figuras que son desde hace tiempo un icono inigualable de las fiestas más importantes del mundo.

Sin embargo, la familia Iribertegui acumula otro honor, el de llevar cuatro generaciones formando parte de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos y superando la cifra mágica de los cien años.

Un honor y un privilegio que sus dos últimos componentes, Pedro, de 60 años, e Iñaki, su hijo, de 33, han compartido esta mañana de domingo con sus compañeros, al recibir un homenaje y el cariño de toda la comparsa por ese siglo cumplido estando en sus filas.

El acto, que se ha celebrado tras un suculento almuerzo en el bar Don Bosco, ha consistido en dos obsequios: una representación de Joshemiguelerico, el rey Europeo, y un pañuelo verde de la comparsa enmarcado, ambos regalos con mensajes de agradecimiento.

Pero el presente más relevante de todos ha sido el aplauso y el abrazo de cada uno de los integrantes de la comparsa, que han homenajeado de esta forma la gran labor que ha desarrollado la familia Iribertegui desde hace un siglo, cuando Benito Iribertegui entró a formar parte de ella, seguido por su hijo, Alejandro, su nieto Pedro y su tataranieto Iñaki.

Para el pamplonés Pedro Iribertegui, este acto supone "un reconocimiento de mis compañeros de comparsa, que a la vez fueron compañeros de mi padre y compañeros de mi abuelo. Yo soy la tercera generación y aun existe una cuarta, que es la que está bailando ahora, la de mi hijo. Los cien años parecen pocos, pero fíjate lo lejos que está 1918, cuando nadie se imaginaba esto. Ha sido un detalle muy majo por parte de los compañeros de comparsa de las cuatro generaciones".

COMIENZOS DIFÍCILES

El momento ha servido también para recordar sus inicios: "Yo cogí el tren en el año 78, el año fatídico de los Sanfermines, que fue una entrada muy rápida, pero que se recuperó en San Fermín Txikito y fue extraordinario. Desde entonces, estuve hasta el año 2002, en el que hice los 25 años y lo dejé".

Su hijo cogió pronto el relevo, tal y como relata. "Él coincidió conmigo los dos últimos años, por lo que ininterrumpidamente ha habido 40 años seguidos. En las anteriores generaciones, sí que hubo un salto, algo lógico debido a la edad. No coincidieron padres con hijos y nietos. Pero desde el año 1918, ininterrumpidamente ha estado el nombre de la familia Iribertegui en la comparsa", ha explicado.

"Ya en el 150º aniversario -ha continuado- se le rindió homenaje a mi padre, entonces de muy avanzada edad, pero en ese momento solo éramos tres generaciones, y ahora la ley de la vida hace que nos quedemos nada más que dos, pero a ver si puede llegar más adelante una quinta".

Tampoco le han faltado palabras para describir la emoción vivida y describir lo que supone un reconocimiento así: "Para la familia, es un honor, porque le hemos tenido un sentimiento muy grande desde siempre. Se ha llevado en la sangre. Nosotros, bailando; y compañeras, hermanas, mujeres y demás gente, porque lo han vivido, ya que han venido a sacarse fotos, mi mujer ha tenido que estar haciendo las cosas, porque yo todas las mañanas estaba ocupado, me llevaba al hijo desde pequeño... Ha habido siempre un montón de cosas por las que todo el mundo en la familia ha sido partícipe, de un modo u otro, de esta comparsa, que la llevamos y la llevaremos dentro siempre".

LO MÁS IMPORTANTE, LA AMISTAD

Tras tantos años, cuesta seleccionar recuerdos, pero Pedro Iribertegui tiene claro con qué se queda. "Primero, con la amistad con todos. Como se ha podido comprobar hoy mismo, aquí hay generaciones muy variopintas. Nosotros entramos cuando había una generación muy mayor, y ahora seguimos teniendo relación con esa gente, hicimos nuestro grupo, entró gente joven, esa gente joven sigue haciendo grupo, nos seguimos viendo, hemos estado muchos años haciendo cenas y quedando, y el ambiente sigue en pie. El espíritu de la comparsa no ha variado, pese a que haya variado la vida, porque sigue adelante. Habrán variado las circunstancias, habrá variado la ropa, habrá variado la forma de vida, pero el espíritu de salir a la calle y estar con la comparsa es el mismo, porque la misma ilusión que tenía mi padre, la tengo yo, la tiene mi hijo y la tuvo mi abuelo", manifiesta.

Y la respuesta ciudadana es sobresaliente. "El cariño de la gente es extraordinario. Y en los últimos años, ha crecido mucho. Cuando yo comencé, movíamos gente, pero ahora... Hace muchísimos años que movemos, después de los fuegos artificiales, el mayor número de personas en vivo y en directo. El encierro se verá por todo el mundo, pero in situ hay muchísima menos gente, aunque tiene una fama inmensa. Pero los gigantes es... No hay palabras para describirlos. Además, la gente no se aburre de ellos, sino que cada año hay más ilusión de verlos, y los que eran niños hace tiempo, traen ahora a sus hijos, y esto continúa", añade.

Siendo así, costaría muchísimo decir adiós, pero Pedro Iribertegui lo tiene muy claro: "No costó, porque lo decidí yo. He tenido compañeros que, por circunstancias, no han podido llegar a los años que han querido, sino que han tenido que echarse atrás, pero yo tuve la suerte de poder decir, mira, hago 25 años y paro. El grupito de cuadrilla entonces ya no era tan amplio y dije, pues hago los 25 años y lo dejo. Pero lo dejo en activo, porque la comparsa no se puede dejar. No la bailarás, pero la estarás viendo y te preocuparás de otras cosas. La verás muchas mañanas, aunque no la puedes seguir como antes, claro. No costó por eso y porque dejé relevo".

A la pregunta de si le tuvo que dar algún mensaje a su hijo, lo tiene muy claro. "No le tuve que dejar ningún mensaje, porque lo cogió solo -indica-. Venía conmigo desde los cuatro años, por lo que ha sido una cosa muy normal. Empezó llevando un zaldiko y haciendo como los demás pinitos con un gigante hasta que aprendió. Y luego está la ventaja de que los de esta última generación son casi todos dantzaris y bailan cada vez mejor. Es un espectáculo verlos, porque han logrado mejorar lo que nosotros empezamos, que era hacer unas pequeñas coreografías. Lo que hacen ahora es algo maravilloso".

"ALGO ÚNICO"

Su hijo, Iñaki, pamplonés de 33 años, secunda todo lo dicho por su padre sobre el reconocimiento. "Esto para nosotros es algo único, que no ha pasado nunca y que será complicado que se vuelva a repetir. Para nosotros, es sin duda un honor y un privilegio", subraya.

Al mirar atrás, comprueba que ya lleva 18 años dentro de la comparsa. "Esos son los años oficiales, porque los extraoficiales son 33, que son los años que tengo, ya que llevo viniendo desde pequeñito, y no entiendo los Sanfermines sin los gigantes y sin la comparsa. Son muchos años sacrificando otras cosas de los Sanfermines, como salir a la noche e irme de juerga, por estar aquí", declara.

Pero la contrapartida es maravillosa, como describe Iñaki: "El cariño que nos da la gente es inmenso y no se puede pagar. Y las ganas que tenemos nosotros, tampoco. Sin lugar a dudas, formar parte de la comparsa es un privilegio, y que nuestra familia lleve cien años aquí es un auténtico honor. La familia siempre ha estado muy arraigada con la comparsa, y esperemos que siga siendo así".

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