El alcalde de Pamplona, Joseba Asirón, ha vuelto a repetir este 7 de julio un gesto que muchos ciudadanos consideran una falta de respeto a San Fermín y a las tradiciones de la ciudad. Tras finalizar la procesión del santo, el primer edil ha desaparecido sin disimulo alguno antes de que diera comienzo la misa en la Iglesia de San Lorenzo, el acto más simbólico y solemne del día grande de las fiestas.
Tal y como ya hiciera el año pasado, Asirón ha abandonado el templo justo después de que la imagen de San Fermín cruzara bajo la portada principal. En lugar de permanecer en su sitio como máxima representación institucional del Ayuntamiento, se ha marchado por la sacristía, dejando plantados al arzobispo de Pamplona y Tudela, Florencio Roselló, al cabildo eclesiástico y, sobre todo, a miles de pamploneses.
Asirón y el resto de los ediles de Eh Bildu se han largado, ante la mirada atónita de vecinos y asistentes que no han dudado en reprocharles su comportamiento. “¡Hay que quedarse a la MIsa!", le han reprochado algunos de los asistentes a la procesión ante la mirada esquiva del alclade.
Este modo de proceder no es nuevo. Asirón ya instauró esta polémica costumbre durante su anterior etapa como alcalde entre 2015 y 2019, cuando optaba por marcharse tras la procesión para unirse, según se dijo entonces, al tradicional almuerzo con su cuadrilla, antes de reincorporarse al regreso del cuerpo de ciudad desde la catedral.
Pese a las críticas, Asirón ha defendido su decisión escudándose en la diferencia entre lo civil y lo religioso: “Allí donde vaya el cuerpo de ciudad iré yo”, ha declarado, alegando que su participación se limita a los actos institucionales y no a celebraciones religiosas, que “por una cuestión de respeto, deben limitarse a la gente que realmente cree”.
Una explicación que no ha convencido a muchos pamploneses, para quienes la misa de San Fermín forma parte inseparable del día grande de las fiestas y en la que el alcalde, por el cargo que ostenta, debería estar presente como lo han hecho durante décadas sus predecesores, independientemente de sus creencias.
Una vez más, ha quedado claro que Asirón y su equipo han decidido dar la espalda al Santo y a una parte importante del sentir de la ciudad. Y lo han hecho a la vista de todos.