• sábado, 28 de junio de 2025
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SAN FERMÍN

La especial tienda de Pamplona que verá sus últimos Sanfermines antes de cerrar: “Hemos seguido adelante”

Los clientes más fieles se han ido enterando estos días del cierre inminente. “Me preguntan que a dónde van a ir ahora", asegura el dueño.

Juan Carlos Caneda en el interior de su tienda en la calle de la Mañueta en Pamplona. Navarra.com
Juan Carlos Caneda en el interior de su tienda en la calle de la Mañueta en Pamplona. Navarra.com

Ha aguantado más de un siglo viendo pasar generaciones, carros, bicicletas, motos y casi hasta encierros durante los Sanfermines en Pamplona. En su interior, el tiempo ha ido mucho más despacio. Entre piedras de afilar, cuchillos bien colocados y herramientas de otro siglo, el oficio se ha resistido a desaparecer. Pero ahora, ha llegado el momento de bajar la persiana. Para siempre.

Es un establecimiento que está muy cerca de otros que hemos conocido en este apartado de comercio local en la capital navarra, como es el caso de la famosa churrería que da nombre a la calle.

El responsable de este negocio es Juan Carlos Caneda Viana, pamplonés de 63 años que ha pasado los últimos 47 trabajando en el mismo local, un pequeño comercio que heredó de su padre y antes de su abuelo.

“Acabé segundo de oficialía en los Salesianos y me vine directamente aquí. Llevo toda una vida”, ha contado con serenidad y una sonrisa. Le ha llegado la hora de jubilarse, y no hay nadie dispuesto a recoger el testigo. “No hay relevo. Ni en casa ni de fuera. Esto ya no lo quiere nadie. Son oficios que poco a poco van desapareciendo”.

La tienda seguirá abierta hasta finales de septiembre o principios de octubre, pero ya se nota el cambio. Desde ahora abrirá solo por las mañanas, de 9:00 a 13:30, como suele hacer en verano. Y entre el 4 y el 16 de julio, coincidiendo con los Sanfermines, cerrará del todo.

“No es muy aconsejable abrir en fiestas. Lo mío son cuchillos, y la gente no suele venir a afilar esos días. Lo hacen antes, a primeros de mes, y ya descansan hasta después”, ha explicado con lógica. Él, como otros años, alternará entre la ciudad y Viana, el pueblo de su mujer.

Durante décadas ha suministrado material a carniceros, restaurantes, particulares y hoteles. También ha vivido el final de muchas costumbres ligadas al mundo rural: “Antes había esquileo, matanzas... Todo eso ha desaparecido. Pero el resto del año se trabaja igual”. Aunque ya no sea como antes, sigue atendiendo con profesionalidad a quien entra por la puerta. “Yo estoy feliz y contento. Estoy a gusto. Ha cambiado mucho desde que empecé, pero hemos seguido adelante”.

Sus hijos, sin embargo, han tomado otros caminos. El mayor va a cumplir 34 años, las otras dos tienen 32 y 28, y ninguno ha mostrado interés por continuar con el negocio familiar. “Están contentos con sus trabajos, y casi me han animado a cerrar. Mi mujer (Edurne) me dice que por fin podremos irnos de vacaciones”, ha reconocido, dejando ver que, aunque lo echará de menos, también tiene ganas de dar ese paso.

Los clientes más fieles se han ido enterando estos días del cierre inminente. “Me preguntan que a dónde van a ir ahora, pero uno ya está con ganas. Han sido muchos años. Lo he disfrutado, pero también estoy cansado”, ha confesado con la sinceridad de quien se marcha en paz.

En internet, las reseñas hablan por sí solas. “Un auténtico lujo que sigan existiendo estos negocios. Afilan cuchillos a buen precio y los dejan muy bien”. Otro usuario contaba haber comprado allí una “preciosa katana” y quedar encantado con el trato. Atención cercana, profesionalidad, productos únicos... Ha sido un comercio con alma.

Lo curioso es que la tienda lleva abierta como cuchillería desde 1912, cuando la regentaban los Arias. Pero el primero que se instaló en el número 18 de la calle Mañueta, en pleno casco viejo de Pamplona, fue Maximino Arias, allá por 1903, como afilador. Tras su fallecimiento, tomó el relevo Eladio Arias. En 1938, el abuelo de Juan Carlos, el salmantino Ramón Caneda, se hizo cargo del negocio en traspaso. Luego llegó su hijo, también Ramón, y en 1978, el nieto tomó el mando.

Desde entonces, la cuchillería Caneda ha sido un pequeño santuario de herramientas bien afiladas, acero pulido y conversaciones tranquilas al otro lado del mostrador. Este 2025 verá pasar sus últimos Sanfermines. Y después, con discreción, como ha sido siempre, dirá adiós.

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