La pandemia del coronavirus tiene en Navarra un claro punto de arranque con el ingreso hospitalario el 28 de febrero de 2020 de una mujer de 39 años residente en la Comunidad foral que acababa de regresar de un viaje a Bélgica, un primer caso al que en un año han seguido 51.178 más (diagnosticados), de los que 1.096 han fallecido, de manera oficial.
Pese a que la covid-19 llevaba al menos dos meses de imparable avance desde China, su extensión por Europa y llegada a España semanas antes hizo tomar medidas también en Navarra, cuya consejera de Salud, Santos Induráin, en una 29 de febrero ya para la historia confirmó el primer caso oficial en Navarra, acogido como inevitable por la ciudadanía pero aún con expectativas de que su afección quedara en algo puntual.
El desconocimiento del origen de la enfermedad, de su transmisión y efectivo tratamiento no ayudaron a frenar una exponencial evolución que quince días después, el 15 de marzo, llevó a decretar un inédito estado de alarma en toda España y en el que Navarra entró con 274 casos confirmados y dos fallecidos con covid-19.
Con la industria paralizada, el teletrabajo y los ERTE en aumento, los escolares en casa y las calles vacías al restringirse la actividad a labores esenciales como el abastecimiento de alimentos, Navarra asistía atónita a un duro confinamiento que puso a prueba a muchos y que subrayó la importancia de ventanas y balcones para abrir una mínima vida social, dar alas a la imaginación de algunos y lanzar el aplauso diario de la ciudadanía a sanitarios y trabajadores de servicios básicos.
La escasez de reactivos para practicar pruebas a la población presumiblemente contagiada, la dotación insuficiente de guantes, mascarillas y EPI, y el desconocimiento de los medios exactos de contagio sumió desde el principio en el temor a la ciudadanía, si bien el personal sanitario fue el que se enfrentó de forma más arriesgada a una incertidumbre a la que el día a día iba dando luz.
Las patologías previas, la edad avanzada, no atender medidas de higiene, alejamiento y aislamiento se fueron revelando como los factores que favorecían un contagio que, por eso mismo, se cebó especialmente en las residencias de mayores, con numerosos usuarios y trabajadores contagiados y en el foco de la preocupación.
Así, a 15 de abril los casos positivos confirmados en los centros residenciales de mayores ascendían a 794 sobre un total de 5.835 personas, y a 84 infectados en residencias para personas con discapacidad, mientras que los datos en toda Navarra ya acumulaban 4.348 casos positivos y 340 personas fallecidas.
Sin embargo también eran muchos los que pasaban la enfermedad en casa, sin mayor complicación que una gripe común, aunque con un obligado aislamiento en su convivencia, una precaución que sigue siendo la única cierta y efectiva para evitar los contagios, mientras comenzaba una carrera internacional por lograr una vacuna contra la covid-19 que se preveía larga.
Poco a poco comenzaron a darse pasos y avanzar en las fases de desescalada hacia lo que se bautizó como "nueva normalidad", en la que el uso obligatorio de la mascarilla y la distancia interpersonal es la base aún hoy.
Pese a ello, la primera ola de la pandemia -con el pico de contagios el 29 de abril, cuando se sumaron 256 nuevos casos en un solo día- se cobró 528 vidas -260 de ellas en residencias de mayores- hasta el 21 de junio, día en el que se daba fin al estado de alarma varias veces prorrogado que lo sustentaba, con unas cifras de incidencia de la enfermedad en Navarra de 5.403 casos acumulados tras realizarse más de 73.300 pruebas.
UN VERANO DE TREGUA Y NO-FIESTAS
Con todas las fiestas patronales suspendidas, incluidos los internacionales sanfermines, y en proceso de paulatina desescalada de las restricciones, la pandemia dio a Navarra una relativa tregua en verano, con tan solo algunos picos de focos de contagio, derivados en muchos casos por las celebraciones irresponsables de las 'no-fiestas', pero con el alivio de contar cada vez con más test PCR con los que confirmar la enfermedad y aislar a los contactos.
La meseta estival -con datos estabilizados de medio centenar de casos nuevos diarios en julio y alrededor del centenar en agosto de media- permitió incluso los viajes de vacaciones fuera de Navarra, la apertura controlada de piscinas y el disfrute de la mayoría de actividades al aire libre después de un duro confinamiento.
Septiembre, sin embargo, comenzó con el curso escolar presencial, la vuelta a los lugares de trabajo, y un paulatino aumento de los casos que ya a finales de ese mes superaban los 200 de media nuevos al día hasta alcanzar el 24 de octubre su pico de la segunda ola y el récord de toda la pandemia hasta el momento, con 698 nuevos casos positivos en una jornada, en la que se alcanzaron los 674 fallecidos y 28.605 contagiados en el total acumulado.
SEGUNDO ESTADO DE ALARMA
Un día más tarde, el 25 de octubre se declaró el segundo estado de alarma en todo el país, en el que Navarra entró tras un "aumento claro de la presión hospitalaria" reconocido días antes por la consejera Induráin, que llevó a la presidenta María Chivite a decretar el 22 de octubre el cierre perimetral de la Comunidad y el cierre de la hostelería, con limitación de la circulación nocturna, medida esta última que aún continua en vigor.
Desde entonces, la mejor o peor evolución de los datos ha derivado en el cierre de los interiores de la hostelería para el consumo o en su apertura con el 30 % del aforo, una relajación que también se ha acompañado en su caso de la limitación o no del número de personas que se reúnen en espacios públicos y en el ámbito privado.
Así ocurrió días antes del denominado "Puente foral" y gracias a cifras que el 28 de noviembre ofrecieron el menor número de contagios diarios en tres meses, con 66, en un día en que se alcanzaron los 873 fallecidos y 39.585 casos de contagio acumulados.
La propia consejera Santos Induráin reconoció que se había salvado el Puente foral con una "incidencia contenida", lo que permitió el 17 de diciembre una nueva actualización en Navarra de la normativa menos restrictiva, mientras que se mantenía el cierre perimetral de la Comunidad, excepto para las fechas alrededor de Navidad y Año Nuevo.
Sin embargo, pasada la primera parte de las fiestas, se confirmó un "nivel de alerta de riesgo alto" epidemiológico, con el incremento de la tasa de positividad en las pruebas diagnósticas del 3,3 % el 22 de diciembre al 6,51 % el 27 de diciembre, cuando se alcanzó un acumulado de 958 muertes y 42.055 casos confirmados.
Por ello, el Gobierno rectificó sus previsiones y el 28 de diciembre anunció que ya no se levantaría el cierre perimetral para Nochevieja y fijó el toque de queda a las 23:00 horas.
TERCERA OLA Y VACUNAS
Pese a ello, el primer mes del año siguió en Navarra una imparable tónica ascendente, con un repunte ya desde el final de las fiestas que llevó el 13 de enero a endurecer las medidas restrictivas en la hostelería.
Los casos diarios se posicionaban de nuevo en torno a los dos centenares, mientras que la tasa acumulada de fallecimientos se elevaba a 987 en total y la de contagios en 44.468 casos.
La tercera ola de la pandemia llegaba a la vez que las vacunaciones, que comenzaron el 27 de diciembre en las residencias de mayores de Navarra, pero que avanzaban a muy lenta velocidad por la escasez de dosis, frente a la nueva tendencia ascendente de contagios de la enfermedad, con su pico el 21 de enero, cuando los 313 nuevos casos de ese día -en el que se llegó a la cifra de 1.000 fallecidos en total- motivaron dos días después la vuelta del cierre del interior de la hostelería.
Desde ese pico de la última semana de enero de 2020, cuando las vacunaciones habían alcanzado de forma completa a 803 personas, el proceso avanza ya con tres fórmulas diferentes (Pfizer, Moderna y AstraZeneca) y a la espera de la autorización de una cuarta (Janssen), y con la evolución en descenso de la tercera ola hasta sumar este 27 de febrero los 51.178 contagios.
La buena evolución ha llevado de nuevo al Gobierno foral a flexibilizar las restricciones en hostelería al permitir de nuevo la apertura controlada de los interiores, si bien se mantiene el cierre perimetral de la Comunidad y la limitación de movilidad nocturna.
Un año después de confirmarse el primer caso en Navarra son 51.178 los pacientes que oficialmente se han contagiado de covid-19, de los que 1.096 han fallecido con la enfermedad.
Por el camino han quedado miles y miles de horas de los profesionales de la salud invertidas en intentar frenar la extensión de una pandemia, un esfuerzo que tiene su esperanza en la vacunación, que a día de hoy ha alcanzado a más de 22.000 navarros que ya la han superado de forma completa, aunque se han administrado un total de 64.176 dosis.
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