El deporte está de moda. Desde hace ya algunos años la ropa, las zapatillas, la alimentación, el gimnasio o los suplementos son algunos de los conceptos que giran alrededor del concepto fitness. Pero más allá de cuestiones superficiales, el propósito de este estilo de vida es solo uno: tener buena salud.
En los tiempos que corren, el Covid ha demostrado que, a pesar de que el ser humano creyera que era superior en muchos aspectos de la vida, algo externo e incontrolable pudo paralizar el mundo entero hace un año.
Desde entonces, son muchos los estudios que han demostrado que el deporte resulta tremendamente útil y eficiente a la hora de combatir y esquivar el virus. La actividad física es clave para fortalecer el sistema inmunológico y, por tanto, defenderse de manera natural frente a las infecciones.
Sara Rozas Martínez, de 31 años y natural de Valladolid, es entrenadora personal en Pamplona, una ciudad en la que lleva viviendo tres años. “Vine por amor y el amor fracasó, pero yo me quedé aquí. He encontrado mi sitio. Me siento muy a gusto, es una ciudad pequeña, muy cómoda y genial. Estoy encantada. Levanto la persiana por las mañanas y veo el monte y eso es un chollo”.
La pasión por el deporte de esta vallisoletana con corazón navarro empezó cuando era pequeña. Su padre era ciclista profesional y ella practicó diferentes actividades como gimnasia rítmica o natación. Más adelante, empezó a estudiar danza en el Conservatorio de Valladolid, al que acudió hasta finalizar el grado elemental de danza; sin embargo, conforme fue pasando el tiempo, le resultó imposible compaginarlo con el instituto por las horas de dedicación que necesitaba.
“Me encanta bailar, es algo que llevo innato en mí, pero lo tuve que dejar y solo dedicarle tiempo en mis ratos libres”, cuenta Rozas. Cuando acabó el instituto, hizo el TAFAD, un grado superior de actividades físico deportivas, y luego enlazó con el grado de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
Al acabar la carrera se marchó a Madrid, donde le “curtieron” durante dos años “en los mejores sitios” de la capital: “Trabajé en Reebok, en un centro boutique de la calle Ayala que pude estrenar, hice entrenamientos personales a domicilio a gente que está en el Senado, en el club de Golf de Majadahonda… No sé si por suerte o porque soy inconformista por naturaleza, pero pude estar con gente de alto nivel. Aun así, no todo es tan bonito, pero sí que volvería a repetir esa experiencia porque al final todo es aprendizaje”.
HEALTH&FITNESS STUDIO
Cuando llegó a Pamplona hace tres años empezó a trabajar en el Club de Tenis y en Aquabide. Sin embargo, en septiembre de 2020, Rozas empezó a ofertar entrenamientos personales online y a domicilio, y tres meses después, en diciembre, decidió reinventarse y dar un paso más en su carrera: “Tenía que cambiar algo porque no me sentía realizada, no me sentía profesional en mi sector. Así que decidí poner en marcha mi propio estudio. Más que entrenadora personal, me considero educadora física, porque ayudo a las personas a mejorar y a aprender a entrenar por su cuenta”.
Ya en enero de este año, con su centro 'Health&fitness studio' preparado, empezó a publicitarse y a moverse más. “Ahí fue cuando empecé a crecer y actualmente todos los días me llega alguna solicitud de información. Para mí es una motivación”, alega.
Sara Rozas oferta bonos de 8 sesiones por 220 euros en su estudio o a domicilio, que incluyen una primera clase y un estudio nutricional gratis, sin ningún tipo de compromiso. “Con la salud no se juega. Cuando vas al médico, quieres que te opere el mejor cirujano que haya en el hospital. Entonces, ¿por qué cuando vas a pagar por un entrenador buscas el más barato? Aquí también estás trabajando con tu salud”, incide.
“Me encantan los retos. Me gusta que venga, por ejemplo, una persona con un problema de salud como diabetes porque se sale de lo común. Tengo que andar con pies de plomo, tengo que volver a estudiar, volver a leer, revisar cosas pasadas…”, dice Rozas.
Lo que más le motiva a la joven entrenadora es la satisfacción de sus clientes al verse cada vez mejor y la suya propia de poder transmitirles lo que sabe. “Para mí eso no se paga con dinero. Mi recompensa es que la gente que esté conmigo se sienta bien y se encuentre con ganas gracias a eso”.
A día de hoy, Rozas está entrenando a una docena de personas en su estudio, a domicilio y online. “Acabo de empezar y voy poco a poco, es un proyecto que he emprendido con mucha ilusión y con muchas ganas y me apetece hacerlo bien. Necesito estar al 100% para dar el 100%”.
COMPETICIÓN BIKINI FITNESS
Al empezar el grado de INEF, Rozas tenía claro que quería especializarse en gestión; sin embargo, en los dos últimos años de carrera empezó a aficionarse por ir al gimnasio y entrenar. “Uno de los monitores del gimnasio al que iba en Valladolid me propuso prepararme para presentarme a una competición de bikini y me animé. El primer año me lo tomé como un año piloto para ver cómo funcionaba aquello. Es un mundo complicado, yo tenía las cosas claras pero fue bastante duro porque es un mundo con trampa y muy subjetivo. Trampa porque no es completamente sano, y subjetivo porque lo que le puede gustar a una persona, igual no le gusta a otra”, cuenta.
Después de ver cómo funcionaba ese nuevo mundo para ella desconocido, decidió descansar unos meses para volver a prepararse. “No voy a decir algo que no es cierto, es duro y más si no consumes ningún químico, que en este tipo de deportes, aunque digan que no, los hay”.
“Ese mismo año competí y quedé primera en la competición de Madrid y tercera a nivel nacional. Cuando acabé, decidí parar. Tuve problemas como amenorrea, pérdida extrema de grasa, muchísima ansiedad, obsesión… Fueron muchos meses comiendo salmón, pollo y arroz. Antes de competir me pasaba dos días sin beber líquido o tomando alguna pastilla que venden en farmacia para deshidratarse. Lógicamente es algo que no es sano. Además, a mí me llevó un preparador que no tenía ninguna formación, simplemente era una persona que se dedicaba a entrenar a gente para competir”, explica.
Por ello, la entrenadora incide en la importancia de la salud: “Hablo del yin y el yang, está muy bien entrenar, pero también hay que disfrutar. Pero bueno, volvería a pasar por aquello solo por todo el aprendizaje que me llevé. Aprender es fundamental, a parte de tener conocimientos de biomecánica y anatomía, es necesario tener una experiencia contigo misma para saber, a la hora de de enseñar a otra persona, cómo se puede y tiene que sentir. Creo que yo tengo que ser el ejemplo de la persona que tengo delante”.
“También pienso que tiene que haber una conexión entre el entrenador y la persona que entrena. Hay que dar un servicio externo al entrenamiento. Es necesaria esa conexión y ese entendimiento. Para mí es algo básico porque al final es un plus que das, a mí me nace sin querer y las personas se sienten muy agradecidas”, concluye.
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