• martes, 16 de abril de 2024
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SOCIEDAD

El duro papel del 'superviviente' del suicidio: "Te deja herido de por vida, no vuelves a ser el mismo"

"La sociedad, el sistema sanitario y la cultura del silencio facilitaron más la muerte de mi madre que lo que la ayudaron a quedarse aquí", denunció Yoryina Pérez en una jornada celebrada en Pamplona.

Encuentro organizado por la Asociación Besarkada-Abrazo con motivo de la celebración del Día Internacional de los Supervivientes del Suicidio. MIGUEL OSÉS 1
Yoryina Pérez Sampedro, en el encuentro organizado por la Asociación Besarkada-Abrazo con motivo de la celebración del Día Internacional de los Supervivientes del Suicidio. MIGUEL OSÉS

Cada tercer sábado de noviembre se celebra el Día Internacional del Superviviente del Suicidio. El superviviente es la otra víctima, no los que mueren, los suicidas, sino todas las personas a las que afecta para siempre la iniciativa del suicida.

Aunque parezca una cuestión que la mayoría de la sociedad ve desde muy lejos, solamente en la Comunidad foral entre los años 2000 y 2016 se registraron 882 víctimas por suicidio, y por cada hecho consumado hay 20 tentativas, llegando a superar en número incluso a los fallecidos por accidentes de tráfico.

Con motivo de la celebración de este día, la asociación Besarkada-Abrazo organizó este viernes una jornada en el Civivox de Iturrama que trató de concienciar a los asistentes y a la sociedad de los problemas que acarrean los suicidios en los familiares de la persona que muere.

Una de estas supervivientes es Yoryina Pérez Sampedro, de 35 años, natural de La Rioja y perteneciente a la asociación pamplonesa Besarkada-Abrazo, integrada por personas afectadas por el suicidio de un ser querido. Yoryina sufrió en sus propias carnes el suicidio de su madre Isabel a los 63 años, lo que la dejó marcada de por vida.

"Soy Yoryina. Antes me definían como una chica optimista, alegre, entretenida, valiente, divertida, juerguista y sobre todo confiada. Para ser todo esto hace falta tener síndrome de Peter Pan y una muy buena familia detrás. Me crié con una madre coraje, una mujer increíble que crió a dos gemelas en soledad en los años 80, en un pequeño pueblo de La Rioja. Hay que tener mucha entereza para hacerlo sola y, además, proporcionarnos una infancia y adolescencia muy feliz. Disfruté de cada etapa al máximo; las quemé", relató.

"Me resistía a hacerme mayor, me posicionaba en ese bonito y cómodo rol de hija. En mi vida sonaba la melodía de La vida es bella, era una chica muy afortunada. Todo esto cambio el 2 de febrero del 2016, cuando mi madre decidió suicidarse. En ese momento, mi mundo se rompió", contó Pérez.

"ESTABA MUERTA EN VIDA"

"El dolor me hizo adulta en un solo segundo.Ya no era hija de nadie y ya no tenía unos brazos para encontrar consuelo. Cuando abrí la puerta y la vi, ya no había protección ni seguridad de madre, todo se había desvanecido. Cambie la banda sonora de mi vida por la de las películas de Psicosis o Tiburón. Comenzó un largo camino a solas. El suicidio de mi madre, de alguien a quien quieres tanto, me trajo de repente el dolor, el miedo, la angustia y la culpa. Estaba muerta en vida", explicó.

"No tenía la capacidad de sentir nada, ese acontecimiento me había robado el alma. Llegué a empatizar con una una mente de psicópata. Te ves capaz incluso de matar y no sentir, es un mecanismo de defensa. La vida se para y vives un momento traumático; vives disociado en un mundo de soledad y dolor", expuso entre lágrimas.

"Sufres una mezcla de autodestrucción y miedo, te sientes culpable y a la vez tienes miedo a vivir, un miedo que en ocasiones se transforma en rabia, culpa, injusticia, dolor y tristeza. Pensé que no podría con mi maternidad, incluso estuve a punto de perder a mi hija durante el embarazo. Me dormía por agotamiento siempre con la misma pregunta: por qué mi madre había hecho eso. A día de hoy, sigo sin tener repuesta", declaró.

Yoryina denunció el trato que tanto la sociedad como el personal sanitario y las fuerzas de seguridad dan al suicidio. "Sufrí un descenso a los infiernos y gran culpa de eso la tiene la cultura del silencio en torno al suicidio. Creo que la sociedad, el sistema sanitario y la cultura del silencio facilitaron más la pérdida de mi madre que lo que la ayudaron a quedarse aquí", protestó.

DENUNCIA AL SISTEMA SANITARIO

La superviviente critica el tratamiento que la sanidad pública da a las depresiones, y en consecuencia, a las personas que tienen en mente suicidarse. "Mi madre avisó de su muerte, aunque los suicidios aparentemente no existen, porque nadie cree que lo vayas a hacer. Mi madre fue a la sanidad pública con una depresión, y hubo una negligencia médica y un desconocimiento familiar para tratarla", denunció.

"Los ingresos en áreas psiquiátricas son muy tristes y tétricos, parecen una cárcel. Aunque estés bien, sales tocado. Falta mucha humanización en el sistema sanitario. A mi madre, la última vez que fue al psicólogo, le dijeron que no la atendían porque se le había pasado la hora, y ese es precisamente un síntoma de las personas con depresión, no saber en qué hora se encuentran", manifestó Pérez.

ACCIÓN POLICIAL

Además de la sanidad, en estos casos, otro de los temas a tratar es el papel de las fuerzas de seguridad cuando se encuentran ante un suicidio. Eduardo Sáinz de Murieta, comisario principal del Área de Investigación Criminal de la Policía Foral, expuso las nuevas iniciativas que se están llevando a cabo para ayudar a las familias en estos casos.

"La presencia policial a mí no me ayudó nada. Yo tenía que hacer el testimonio. Después de ese shock de ver a mi madre suicidada, me empezaron a preguntar para saber si yo podía ser la autora del crimen. Fueron muy dolorosas las preguntas de los agentes, ya que estaban invadiendo mi momento de dolor", argumentó la afectada.

"Mi madre dejó un nota y el forense no nos la dio hasta mes y medio después, y eso no nos ayudó nada. En ese momento, necesitaba sensibilidad, y no la tuvieron. Fue terrible", añadió.

TESTIMONIOS DEL PÚBLICO

Entre los asistentes al testimonio de Yioryina se encontraban varios supervivientes del suicidio que, de manera breve, quisieron contar su experiencia. Entre ellos, una vecina de Guipúzcoa que había intentado suicidarse seis veces y que no lo había conseguido. "La última me quedé en coma y cuando me desperté, pregunté por qué no me habían dejado morir, si era lo que yo quería. Tenía un vacío existencial de no encontrar mi lugar en el mundo", indicó.

Otra de las asistentes relató que había perdido a su hijo de 18 años por un suicidio y que, a pesar de que el joven les había dejado una carta extensa para decirles lo mucho que los quería y que no tenían la culpa de nada, "el sentimiento de mala madre, de que podías haber hecho algo y no lo hiciste, siempre te acompaña".

La asociación Besarkada-Abrazo pidió a los gobiernos "un compromiso prioritario" con la prevención del suicidio y, en concreto, demandó que la Administración foral actúe "con más intensidad y ambición, con más propuestas, estrategias e intervenciones integrales".


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